Buenos Aires, 30 de diciembre de 2025-Total News Agency-TNA-El desarrollo del caza chino J-35 marca un punto de inflexión en la competencia estratégica global por el dominio aéreo. Lejos de tratarse únicamente de una nueva plataforma de quinta generación, el programa revela una transformación profunda en el modelo de innovación militar de China, en el que la academia, la industria y la inteligencia exterior se integran en un solo sistema. El análisis de este proceso obliga a revisar los parámetros tradicionales con los que Occidente evalúa el poder aéreo y anticipa un escenario donde la ventaja ya no se define solo por el avión, sino por la velocidad y calidad de los algoritmos que lo gobiernan.
El nuevo paradigma de innovación militar china
La percepción dominante en Occidente ha atribuido el desarrollo del J-35 a la industria aeronáutica tradicional, en particular a la Corporación de Aeronaves de Shenyang. Sin embargo, la evidencia acumulada en los últimos años apunta a un desplazamiento del centro de gravedad del programa hacia el Instituto Tecnológico de Harbin, una de las universidades clave del complejo militar-industrial chino.
Este cambio no es menor. Refleja una evolución del concepto de “fusión militar-civil” hacia un modelo más avanzado de simbiosis integrada, en el cual la academia militarizada asume el diseño conceptual, la arquitectura de sistemas y el mayor riesgo tecnológico, mientras la industria se concentra en la producción en serie y la integración final. En la práctica, el HIT actúa como cerebro del programa, absorbiendo la incertidumbre científica que históricamente ralentizaba a la industria china.
Capacidades críticas aportadas por el Instituto Tecnológico de Harbin
El liderazgo del HIT se explica por su dominio en áreas tecnológicas que definen a un caza de quinta generación y que habían sido, durante décadas, el talón de Aquiles de la aviación china.
En el campo del sigilo, el instituto se ha consolidado como centro de excelencia en metamateriales y recubrimientos absorbentes de radar, permitiendo optimizar la sección transversal del J-35 con un nivel de simulación matemática difícil de replicar fuera del ámbito académico. A esto se suma el avance en fabricación aditiva, particularmente en impresión 3D de aleaciones de titanio, clave para una versión naval capaz de soportar las exigencias de las operaciones en portaaviones.
El “cerebro” del avión, sin embargo, reside en el software. Los equipos del HIT desarrollan los algoritmos de fusión de sensores, control de vuelo y autonomía que permiten al piloto operar en un entorno de combate saturado de información. Finalmente, en el ámbito de la propulsión, el instituto ha tenido un rol central en la maduración del motor WS-19, avanzando en superaleaciones, monocristales y control digital, un área donde China históricamente dependía de tecnologías extranjeras.
Comparación estructural con el modelo estadounidense
El contraste con el ecosistema de innovación de Estados Unidos es marcado. Mientras Washington distribuye el riesgo tecnológico a través de agencias como DARPA y contratistas privados como Lockheed Martin, China concentra el diseño avanzado dentro de una institución estatal académica.
En términos funcionales, el HIT combina atributos de una agencia de investigación estratégica y de un laboratorio de diseño avanzado, permitiendo ciclos de desarrollo más cerrados, rápidos y opacos. Esta centralización reduce fricciones burocráticas y facilita una iteración constante entre teoría, prototipo y producción, una ventaja clave en una carrera tecnológica de alta velocidad.
El triángulo estratégico Harbin-Shenyang-Cuba
El J-35 no se desarrolla en aislamiento. Su maduración se apoya en un ciclo de retroalimentación que conecta los laboratorios del HIT con las líneas de montaje de Shenyang y con un punto de observación geopolítico crítico: Cuba. Este eje permite a China entrenar su caza más avanzado contra su principal adversario sin necesidad de un conflicto abierto.
Cuba como sensor avanzado de inteligencia electrónica
Desde instalaciones de escucha en la isla, China capta emisiones electrónicas de los cazas estadounidenses de quinta generación que operan regularmente desde bases en Florida. Radares, enlaces de datos y telemetría de vuelo constituyen una fuente constante de información que, analizada en conjunto y a lo largo del tiempo, ofrece una imagen realista del comportamiento operativo de los F-22 y F-35.
Aunque los sistemas estadounidenses utilizan técnicas de baja probabilidad de interceptación, la persistencia de la recolección permite identificar patrones sutiles. Para China, esta información es oro puro: no describe cómo deberían funcionar los sistemas occidentales, sino cómo funcionan en condiciones reales.
Del dato crudo al algoritmo de combate
Los datos captados en el Caribe son procesados en Harbin y transformados en ventajas tácticas concretas. A partir de ellos, se desarrollan algoritmos de interferencia específicos, se ajustan contramedidas electrónicas y se entrena la inteligencia artificial del J-35 con escenarios reales de combate occidental.
El resultado es un caza optimizado no de forma genérica, sino calibrado contra firmas electrónicas concretas. Esta personalización transforma al J-35 en una amenaza asimétrica: no necesita ser superior en todos los aspectos, sino explotar debilidades específicas del adversario.
Riesgos directos para la seguridad de Estados Unidos
Este ciclo de inteligencia genera vulnerabilidades claras. La degradación del sigilo, la neutralización del combate más allá del alcance visual y la exposición de tácticas navales son riesgos que convierten actividades rutinarias de entrenamiento en oportunidades de aprendizaje para Pekín. El desafío ya no es solo técnico, sino estratégico: cómo entrenar sin revelar información crítica.
La respuesta estadounidense: contención y salto generacional
Washington ha reaccionado en dos niveles. A corto plazo, refuerza la higiene electrónica, modifica protocolos de emisión y emplea técnicas de “envenenamiento de datos” para confundir los sistemas de análisis chinos. A largo plazo, acelera el desarrollo del programa NGAD, concebido no como un avión aislado, sino como un ecosistema de combate colaborativo.
El NGAD apuesta por enjambres de drones autónomos, sigilo de banda ancha, motores de ciclo variable y diseño digital integral. El objetivo no es competir directamente con el J-35, sino cambiar las reglas del juego, haciendo obsoleta cualquier optimización basada en datos del presente.
Implicaciones geopolíticas y proliferación del J-35
La exportación del J-35 amplifica el impacto estratégico del programa. Cada aeronave vendida no solo despliega hardware avanzado, sino que extiende la red de recolección de datos del HIT. Países como Pakistán o Egipto ven en el caza chino una alternativa viable a las restricciones occidentales, mientras que para China cada cliente se convierte en un nuevo nodo de aprendizaje.
Esta proliferación algorítmica acelera la obsolescencia tecnológica y obliga a Occidente a sostener un ciclo de actualizaciones cada vez más costoso y complejo.
Conclusión: el fin de la superioridad aérea cómoda
El análisis del eje HIT-Cuba-J-35 revela que China ha superado la fase de imitación industrial y ha ingresado en una etapa de optimización científica dirigida. La supremacía aérea deja de ser una cuestión de plataformas para convertirse en una guerra de sistemas y algoritmos.
El J-35 es, ante todo, un arma diseñada por académicos, entrenada con inteligencia real y concebida para erosionar la ventaja tecnológica occidental. Su éxito no se medirá en derribos, sino en la velocidad con la que sus algoritmos logren invalidar inversiones multimillonarias y obligar a Estados Unidos y sus aliados a redefinir, una vez más, las reglas del dominio aéreo.
Fuentes consultadas:
Informes públicos del Departamento de Defensa de Estados Unidos; análisis del Center for Strategic and International Studies (CSIS); estudios del International Institute for Strategic Studies (IISS); publicaciones académicas del Instituto Tecnológico de Harbin; reportes especializados sobre inteligencia electrónica y guerra aérea contemporánea.

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