Buenos Aires, 31 de diciembre de 2025-Total News Agency-TNA-Una nueva investigación de la Fundación Anticorrupción de Rusia (FBK), creada por el fallecido opositor Alexéi Navalni, volvió a exponer el entramado de lujo, poder y opacidad que rodea al presidente ruso Vladímir Putin. Según el informe difundido esta semana, el mandatario dispone de un nuevo palacio en la Crimea ocupada, valuado en unos 10.000 millones de rublos —alrededor de 127 millones de dólares—, ubicado en el cabo Aya, a orillas del mar Negro, a unos veinte kilómetros al sur de Sebastopol. El dato central que subraya la investigación es que el complejo perteneció originalmente a la familia de Víktor Yanukóvich, el expresidente ucraniano derrocado en 2014 tras el Euromaidán, precisamente por su estrecha alineación política y personal con Putin.
La residencia se encuentra en un territorio que Rusia ocupa de manera ilegal desde marzo de 2014, luego de la anexión de Crimea, un hecho que marcó un punto de inflexión en la relación entre Moscú y Occidente y que tuvo como antecedente directo el colapso del régimen de Yanukóvich en Kiev. Para los investigadores, la transformación de una propiedad del exmandatario ucraniano prorruso en un palacio al servicio del líder del Kremlin tiene un fuerte valor simbólico: resume la continuidad de intereses, alianzas y beneficios entre Putin y quien fue uno de sus principales socios políticos en Ucrania.
De acuerdo con la FBK, el complejo quedó bajo el control de los oligarcas Yuri Kovalchuk y su hijo Boris, figuras clave del círculo íntimo de Putin. La reconstrucción y adecuación del lugar estuvo a cargo de la empresa de gestión Credo, una firma ya conocida por su rol en la construcción y mantenimiento de otras residencias presidenciales en Gelendzhik, el lago Valdái y Krásnaya Poliana. Todo el proyecto, señalan los investigadores, se realizó cumpliendo de manera estricta los requerimientos del Servicio Federal de Protección (FSO), el organismo estatal encargado exclusivamente de la seguridad del presidente ruso y de los más altos funcionarios del régimen.
La investigación detalla que, antes de convertirse en un palacio, el predio albergaba una clínica privada. Posteriormente, Yanukóvich se interesó por el lugar, ordenó demoler las instalaciones existentes, talar árboles relictos y levantar allí su residencia de verano. Tras la anexión de Crimea, la propiedad fue incautada por las autoridades rusas y transferida al Estado. A partir de entonces, comenzó una transformación radical que dio lugar a un complejo de dimensiones y características propias de una residencia presidencial de máximo nivel.
Según la FBK, el esquema de financiamiento y titularidad es idéntico al utilizado en otros palacios atribuidos a Putin. La propiedad figura registrada a través de una cadena de empresas, con una sociedad nominal —LLC Bereg— vinculada a la firma Golden Gate, cuyos propietarios aparecen clasificados. Los mismos abogados y estructuras legales utilizados en el caso del palacio de Gelendzhik reaparecen en esta operación, reforzando la hipótesis de un sistema repetido de ocultamiento patrimonial.
Uno de los puntos más contundentes del informe es la presencia explícita de exigencias del FSO en las especificaciones técnicas de los interiores. Para los investigadores, ese dato descarta cualquier versión de que se trate de una “dacha privada” o una residencia de uso común: el FSO solo protege al presidente, lo que confirma que el complejo está diseñado para el uso directo de Putin.
El nivel de lujo detallado en el informe es extremo. El palacio cuenta con un centro médico privado completamente equipado, que incluye ecógrafo, electrocardiógrafo, equipos de laboratorio, camillas de masaje, dispositivos de fisioterapia y un consultorio odontológico con rayos X, microscopio quirúrgico y tecnología de ultrasonido. A ello se suma un spa de gran escala, una cámara de crioterapia, un helipuerto recientemente construido, un paseo privado frente al mar y un sistema de seguridad permanente. El complejo principal supera los 9.000 metros cuadrados, mientras que la casa de huéspedes anexa alcanza otros 5.000.
Las imágenes difundidas por los herederos de Navalni muestran una planta superior dominada por un dormitorio de enormes dimensiones, equipado con sistemas de irradiación y recirculación de aire similares a los utilizados en hospitales, un rasgo que ya había sido identificado en otros espacios frecuentados por Putin. Los baños, de unos 50 metros cuadrados cada uno, presentan pisos y paredes de mármol, mientras que las escaleras, barandillas y jacuzzis están recubiertos de oro. Solo en grifería, perchas y soportes para papel higiénico, el gasto habría superado los 22 millones de rublos, unos 240.000 euros.
En la planta inferior se despliega un complejo de spa con baño turco, sala de flotación seca, áreas de masaje y crioterapia. El sótano alberga un gimnasio, un cine privado con ocho butacas, un club, sala de billar, lounge de cigarros y una bodega. Todo el conjunto refuerza la imagen de una residencia concebida para el disfrute personal del presidente ruso, en un contexto de guerra, sanciones internacionales y deterioro económico para amplios sectores de la población.
Este nuevo hallazgo se suma a investigaciones previas de la FBK que ya habían documentado al menos otras tres residencias de lujo atribuidas a Putin, sin contar el Kremlin. En 2021, el documental sobre el palacio de Gelendzhik provocó protestas masivas en toda Rusia. En 2023, otra investigación reveló la existencia de una línea ferroviaria y estaciones secretas construidas para el uso personal del mandatario, conectadas con sus residencias.
El vínculo con Yanukóvich añade una dimensión política clave. El expresidente ucraniano fue derrocado tras meses de protestas populares contra su gobierno, acusado de corrupción y de haber subordinado los intereses de Ucrania a los de Moscú. Su caída abrió el camino a la anexión de Crimea y, años más tarde, a la guerra a gran escala lanzada por Rusia contra Ucrania. Que uno de sus antiguos palacios haya terminado integrado al circuito de residencias de Putin refuerza, para los investigadores, la idea de una continuidad de poder basada en lealtades personales, enriquecimiento ilícito y control territorial.
En plena guerra y bajo sanciones sin precedentes, la revelación de un nuevo palacio presidencial en territorio ocupado vuelve a exponer el contraste entre el discurso oficial del Kremlin y la realidad de una élite que acumula lujos extraordinarios mientras Rusia sostiene una invasión que ha devastado ciudades enteras de Ucrania y profundizado el aislamiento internacional del régimen.
Fuentes consultadas:
Fundación Anticorrupción de Rusia (FBK); investigaciones publicadas por herederos de Alexéi Navalni; antecedentes judiciales y periodísticos sobre el palacio de Gelendzhik; informes del medio ruso independiente Proekt; material audiovisual difundido por la FBK.

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