Fuego amigo. Esto es lo que se piensa en algunos círculos cercanos al Banco de España sobre lo que ha sucedido con el catedrático Antonio Cabrales, que dimitió este martes horas después de ser nombrado consejero del Banco de España a propuesta del PP en unas negociaciones que ha llevado directamente su portavoz parlamentaria, Cuca Gamarra. Cabrales iba a ser elegido para la Comisión Ejecutiva, que entiende de los asuntos más trascendentales y sensibles de los que pasan por el banco central.
Su dimisión se conoció después de que The Objective publicara que Cabrales había firmado un manifiesto de apoyo a Clara Ponsatí, una economista de gran prestigio académico que huyó de España a Escocia tras abrir la Justicia un procedimiento penal por su participación en el proceso independentista catalán. Ponsatí fue consejera de Educación en uno de los gobiernos de Carles Puigdemont. Aquel manifiesto fue firmado, igualmente, por otros miembros del CSIC y del Cemfi, la institución académica que forma parte del sistema de formación de los empleados del Banco de España.
Cabrales, con un perfil profesional y nada político, habría dimitido porque no quiere verse envuelto en polémicas. Su nombramiento fue la segunda opción de la vicepresidenta Calviño, que inicialmente quería nombrar las dos plazas vacantes unilateralmente sin contar con el Partido Popular, lo que ha sido tradicional en el banco. Ahora está por ver si sigue adelante con esa idea inicial o continuará negociando con Gamarra, quien maneja, según fuentes de toda solvencia, una lista más amplia y que es probable que saque ahora. El otro nombramiento ha sido el de la economista Judith Arnal, antigua jefa de gabinete de la propia Calviño, cuyo nombre ha causado algunos recelos en el banco central. El puesto que queda por cubrir es el de la consejera Núria Mas, que forma parte de la llamada cuota catalana, pero que aún podría continuar seis años más en el cargo, ya que tiene derecho a una renovación.
El primer firmante de la carta fue el economista Salvador Barberá, que fue presidente de la Asociación Española de Economía. Barberá es uno de los economistas españoles con mayor proyección internacional, y fruto de ello obtuvo los dos principales galardones que se conceden en España a la llamada ciencia lúgubre: el premio de Economía Rey Juan Carlos y el premio Rey Jaime I de Economía, entregado por la Generalitat valenciana. Entre 2004 y 2006, fue secretario general de Política Científica y Tecnológica en el primer Gobierno de Rodríguez Zapatero.
El segundo firmante fue Jordi Galí, uno de los pocos economistas españoles que han figurado en las quinielas para obtener el premio Nobel de Economía. Galí es también premio Rey Jaime I de Economía y dirige el Centro de Investigaciones de Economía Internacional (CREI, por sus siglas en catalán), promovido por la Generalitat y la Universidad Pompeu Fabra, que en el ranking de Shanghái aparece como la mejor universidad de España.
Otro de los firmantes fue el economista Andreu Mas-Colell, antiguo conseller en tiempos de Artur Mas, y también uno de los pocos nombres que han sonado como premio Nobel, y Alberto Marcet, director del Instituto de Análisis Económico, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
En la lista, además de Cabrales, aparecieron también los economistas Pol Antràs (Universidad de Harvard); Manuel Arellano (CEMFI, dependiente del Banco de España); Núria Bosch (Universidad de Barcelona); Martin Ellison (Universidad de Oxford); Mattheuw Jackson (Universidad de Stanford); Guillem López-Casasnovas (exconsejero del Banco de España); Alexandre Mas (Universidad de Princeton), o Ignacio Palacios-Huerta (de la London School of Economics). Además de Xavier Sala i Martín, de la Universidad de Columbia, o Javier Ruiz-Castillo, expresidente del INE y profesor retirado de la Carlos III.
Cabrales contó con el respaldo explícito del PP, que destacó en su pacto con el Gobierno su candidatura “irrepochable” y alejada de partidismos. Al trascender el apoyo a los dirigentes independentista, Cabrales habría decidido dar un paso atrás y dejar el puesto que también contó con el visto bueno del gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos.
Cabrales iba a sustituir, junto a Judith Arnal, en su puesto a Fernando Eguidazu (designado en su día por el PP) y Carmen Alonso (escogida por el PSOE), cuyos mandatos como consejeros del Banco de España finalizaron a principios de este mes.
El que iba a ser nuevo consejero del Banco de España es doctor en Economía por la Universidad de California y catedrático de la Universidad Carlos III. Ha sido catedrático y director del departamento de economía del University College London, y catedrático de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
También es vicepresidente ejecutivo de la European Economic Association y expresidente de la Asociación Española de Economía y miembro de honor de ambas asociaciones. Trabaja en economía de redes sociales, y diseño y mecanismos, juegos de aprendizaje y evolución, economía experimental y conductual y organización industrial.
Es editor asociado del Journal of Economic Theory, y anteriormente editor del Berkeley Electronic Journal of Economic Analysis and Policy e Investigaciones Económicas, así como exeditor asociado del Journal of the European Economic Association y SERIEs.
Fuego amigo. Esto es lo que se piensa en algunos círculos cercanos al Banco de España sobre lo que ha sucedido con el catedrático Antonio Cabrales, que dimitió este martes horas después de ser nombrado consejero del Banco de España a propuesta del PP en unas negociaciones que ha llevado directamente su portavoz parlamentaria, Cuca Gamarra. Cabrales iba a ser elegido para la Comisión Ejecutiva, que entiende de los asuntos más trascendentales y sensibles de los que pasan por el banco central.
Fuente El Confidencial