Macondo nunca había estallado tan rápido. Ese país ficticio que Alberto Fernández quiso crear para los argentinos en su relato al Congreso dejó de existir sólo horas después, cuando el incendio de unos pastizales dejó sin luz a millones de argentinos y luego de que finalmente el mundo viera la tragedia en la que viven los rosarinos. Para eso, alcanzaron una ráfaga de balas y una amenaza a la familia Messi. Pero la fantasía de Fernández se había desecho antes para quienes realmente lo escuchaban. Con Cristina Kirchner a su lado, Fernández no pudo decirles a los trabajadores cómo hará para frenar una inflación que el mes pasado –prevén todos- ya había llegado al 100% en los últimos 12 meses.
Lo que el Presidente calló -con relación a lo que se espera de su último año de gestión en 2023- es que el mayor problema que sufren los argentinos, la inflación -y la pérdida de ingresos-, sólo podrá contenerse con un freno abrupto de la economía. No será necesario el ajuste del gasto de Sergio Massa. No habrá dólares para sostener la actividad productiva, que actualmente se mantiene abajo del pico de 2017 y en un proceso de desaceleración desde mediados de 2022.
No por nada, Andrés Larroque -el emisario camporista más duro de la vicepresidenta- dijo sólo 24 horas después del discurso, que Alberto Fernández era una “desilusión” y que su gestión sólo cosechaba sinsabores. “Siempre hay que discernir lo que es un discurso y lo que es la realidad”, aseguró como homenaje al pueblo creado por Gabriel García Márquez. “El Cuervo” no hablaba de la inflación, sino de la diatriba del Presidente contra la Corte Suprema, que generó respuestas de alarma entre los jueces, la oposición y las principales cámaras empresarias de todo el país.
Alberto tuvo varios objetivos simultáneos: “comerle” votos al electorado de Cristina Kirchner en tiempos de “inhabilitación política” o proscripción voluntaria; correr de la tapa de los diarios la inexistencia de proyectos económicos para 2023; e intentar sostener una unidad en el Frente de Todos en base a un enemigo común: la Corte. Este último no es un objetivo menor. En los bancos argentinos le temen más al desmembramiento total de la coalición gobernante que a la “bola” de leliqs, la “montaña” de deuda en pesos, la sequía y dolarización en elecciones o que al impacto social de la recesión.
Sin embargo, el auditorio descubrió el acto de prestidigitación del Presidente. Una encuesta de D’Alessio & Berensztein hizo algunas consultas sobre la apertura de sesiones ordinarias. “¿Cree que el Presidente se refirió a los problemas reales de la argentina?”, se consultó. Un 67% dijo que no. “¿Qué problemas cree que dejó afuera del discurso?”, se preguntó. Un 93% dijo que la inflación; un 88%, la pobreza; un 88%, la inseguridad; un 84%, la incertidumbre económica; y 78%, la educación. Un 79% estimó que Fernández usó el discurso para “criticar a la Justicia” y un 63% señaló que la actitud del Presidente con los integrantes de la Corte Suprema fue “inadecuada”. Un 74% piensa, en tanto, que la gestión actual es mala o muy mala. Es el mismo termómetro –en lo económico- que parece tener “El Cuervo”.
Un dato más sobre el mandato que terminará a fines de este año. “El índice de Confianza de Gobierno que hacemos en la Universidad Di Tella luego de algunos meses estables e incluso de mejora cae a su nivel más bajo desde julio”, tuiteó Juan Negri, director de las carreras de Ciencia Política y Estudios Internacionales de esa casa de estudio.
Alberto Fernández en SaltaNada quedó ya de aquel llamamiento a tomar la lanza en una “guerra contra la inflación”. La consultora EcoGo estimó que el dato de inflación de febrero llegó al 6,4%, con una aceleración de la medida core a 6,6% por la fortísima suba en alimentos, que llegó a 7,7% (algunos cortes de carne subieron más de 20%). El costo dramático de salir a comer a un restaurante se duplicó en un año (+111,6%). Un lujo. “El Programa de Precios Justos se mostró insuficiente en un contexto donde, sin un plan integral y con aumento en el precio de las carnes que buscan recomponer luego de contener el indicador durante 2022, la inflación no da tregua”, escribió la economista Marina Dal Pogetto en su último informe.
El Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) de febrero espera 99,9% para 2023. Pero quienes mejores estimaciones tuvieron, ven la inflación incluso más arriba en diciembre: llegaría a 102,9%. Las trabas crecientes a las importaciones –a las empresas se les debe casi US$8000 millones- empiezan a trasladarse a los precios, como también los costos de financiamiento (altas tasas de interés), algo que el propio kirchnerismo cuestionaba del macrismo.
El miedo en los bancos
En los bancos argentinos, según fuentes de primer nivel, existen dos terrores. Ninguno tiene que ver son los pesos de los depósitos que usan esas entidades para financiar el rojo del Estado (a tasas cada vez más altas, períodos más cortos y con seguros de cobertura más caros para los argentinos). El primero es que Cristina finalmente descuartice a su criatura y vacíe el Gobierno, o sea, la derivación económica de una crisis institucional. Sería el tercer capítulo, y el final, luego de las renuncias –nunca definitivas- de los integrantes de La Cámpora, empezando por Eduardo De Pedro. El capítulo dos fue la salida de Martín Guzmán. Fueron momentos en los que el dólar releyó esa inestabilidad y la demanda se volvió infinita.
El segundo terror son las reservas. El mes pasado se perdieron US$899 millones en lo que fue, según Ecolatina, el peor primer bimestre de la historia. Según CREA, por la sequía habrá US$20.000 millones menos en divisas este año. Será la peor cosecha en 11 años. La Bolsa de Comercio de Rosario habla ya de una “histórica pérdida masiva de producción de soja”. Es lo que relató Gustavo Idígoras, el hombre fuerte de las cerealeras, en una reunión con el Fondo Monetario y que sirvió a Sergio Massa para realizar su approach a kristalina Georgieva en la India. “Son muy preguntones”, calificó el presidente de Ciara-Cec a los técnicos del Fondo Monetario en una entrevista radial con FM La Patriada.
En el mundo financiero hay fuertes rumores de que hay tres semanas de atraso en la inauguración del gasoducto Néstor Kirchner. Los encargados de esas obras, que en las últimas horas tuvieron reuniones de seguimiento, siguen apostando al 20 de junio. Es una obra clave para reducir importaciones de energía durante el invierno. Según informan en la UTE Techint-SACDE, “se completó la apertura de pista con el ‘encuentro’ de los renglones 1 y 2 la semana pasada, la planta de doble junta ya soldó el 50% de los caños que luego se llevan a la traza donde serán bajados a la zanja y se están soldando en dos frentes de soldadura automática un promedio de 4 km de tubos por día, lo que implica una productividad superior a la prevista”. Traducción: a pesar de los rumores, la obra estaría marchando. Se verá.
Pese a lo que cree el mercado, en los bancos, en cambio, dicen no temer por la “bola” de leliqs ni por la “montaña” de deuda en pesos. La primera, creen, puede resolverse de manera virtuosa (creando confianza que devuelva demanda de crédito) o viciosa (un chispazo inflacionario que la licue con relación al producto). Prefieren la primera. Sobre la deuda en pesos, afirman, actúa la represión financiera que ejerce el cepo. Los actores económicos se sientan sobre una marea de liquidez y no tienen otra opción que cubrir el rojo del Estado. Despejar las dudas sobre esas alarmas es el discurso lógico de los guardianes de los depósitos. En la oposición, donde denuncian bombas, no piensan lo mismo. Es el discurso lógico para los que deberán pagar, si ganan, pagar una cuenta cada vez más abulatda si las distorsiones se profundizan.
En Economía, en tanto, confirmaron lo mismo que surge de los bancos. Hay un trabajo para lanzar un nuevo canje de deuda que reduzca las montañas de vencimiento en período electoral. “Vamos a estudiar propuestas el fin de semana”, dicen. Allí cuentan que el Repo y la recompra de bonos -¿en un impasse?- no están muertos, pese a la mirada del mercado.
“La incapacidad para acumular reservas y, aparentemente, la condescendencia que tendría el FMI para el cumplimiento de una meta que es objetivo central para reacceder a los mercados de crédito internacionales, impactan sobre los bonos argentinos que siguen derrumbándose”, opinaron en Aurum Valores esta semana. Esto complica el Repo, un préstamo que requiere –como contraparte- cada vez más bonos en dólares. La cuenta no da. El Fondo ya dejó trascender que la recompra de bonos en un escenario de escasez de divisas no es de su agrado.
El comunicado del Fondo
Con idea y venidas, en Economía creen que el Fondo estaría listo el lunes para publicar un comunicado en el que formalice la aprobación de las metas (fiscales, monetarias y cambiarias) del cuarto trimestre de 2022, y el cambio de objetivos trimestrales y anuales de acumulación de reservas de 2023. “Se está trabajando la proyección de soja y de maíz de segunda, más el impacto de la gripe aviar, que restarán US$330 millones en exportaciones. El tema es en qué trimestres se calzan y cómo se computan para la meta de acumulación de reservas anual”, contaron en Economía.
Inauguración de las sesiones legislativas 2023
El presidente Alberto Fernández encabeza la sesión
Sergio Massa (Aníbal Greco/)“El FMI va a reducir la meta de reservas cuando es, dicho por ellos mismos, lo que permitiría el re acceso a los mercados financieros globales”, cuestionaron sobre esta decisión en Aurum Valores. “En épocas normales hubiera exigido un ajuste del TC [tipo de cambio] que compensara ese shock. Los ajustes al programa van haciéndolo cada vez peor”.
Pese a que los objetivos fiscales y monetario se mantendrían en medio de una aceleración inflacionaria, los analistas privados comienzan a dudar del cumplimiento de tales metas. Equilibra, la consultora de Martín Rapetti, alertó sobre los datos del resultado fiscal y de la recaudación de enero. “Tres factores disminuirán los ingresos en 2023: no se podrán contabilizar las rentas de la propiedad por la colocación de títulos; los impuestos al comercio exterior caerán por la menor liquidación de la agroindustria y los controles a las importaciones; y el estancamiento hará que el resto de impuestos no crezca”, indicaron y cerraron: “El Ejecutivo tampoco ajustaría el gasto público en la previa electoral, por lo que será difícil reducir el déficit para cumplir la meta acordada con el FMI”. En un banco importante se debate lo mismo.
Pese a que el Fondo había recomendado en su último staff report que no convendría seguir adelante con la moratoria jubilatoria en Diputados, el Gobierno la aprobó esta semana. Tiene un costo fiscal de 0,42% del PIB, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC). Pero, además, desincentiva a quienes hacen aportes toda su vida; suma cantidad de jubilados al gasto social, lo que produce que los gobiernos con el tiempo licuen con la inflación esos gastos para hacerlos sustentables, y además dejan de lado la discusión de largo plazo: sobre la creciente informalidad en el mercado laboral.
“Empezó el ‘plan platita’ 2023. Primero fue la suba de asignaciones familiares y luego la moratoria. Están tirando las metas fiscales por la ventana. Si el “plan platita” de Guzmán en 2021 terminó con un 100% de inflación, no quiero ni pensar en la inflación que dejará el de 2023″, afirmó Luciano Laspina, referente económico de Patricia Bullrich.
“La maquinita” también despierta alertas. “El acuerdo con el FMI únicamente limita los Adelantos transitorios del Banco Central al Tesoro, pero no hay restricciones a la intervención en el mercado secundario de deuda de pesos. En su momento se advirtió sobre esta inconsistencia y los guarismos de los últimos 12 meses lo confirman: sólo 7 pesos de cada 100 de emisión bruta del BCRA se explicaron por las transferencias directas al Tesoro”, estimó el Ieral en su último informe.
El acuerdo con el Fondo es la principal ancla para que la elevada inflación no termine en fogonazo, pese a que todos los candidatos a Presidente descuentan que, en 2024, la suba de precios será superior a la de este año por los ajustes que serán necesarios en los precios relativos (dólar y tarifas de los servicios públicos). La inflación apareció seis veces un discurso presidencial que tuvo 57 páginas. El FMI surgió tres. Sobre los precios y la deuda, sólo se buscaron culpables, pero no hubo una descripción de causas, consecuencias, ni –sobre todo- propuestas para solucionar el problema.
La inseguridad que sufren todos los argentinos fue visibilizada por el atentando al suegro del diez de la selección nacional y mejor jugador del mundo. La respuesta oficial fue una promesa de más cámaras de seguridad y de sistemas de reconocimiento, que en otros tiempos hubieran provocado la indignación kirchnerista. En cualquier momento, Aníbal Fernández, que se rindió ante los narcos, mandará las pistolas taser que le niegan a la ciudad de Buenos Aires a Rosario.
El incendio de un pastizal que terminó en un apagón masivo mostró la fragilidad de la inversión en infraestructura en los últimos años. Para suerte para el Presidente, no habría alcanzado la casaquinta que supo disfrutar en Manzanares cuando era un ex funcionario. Bien por él. Pese a que su Macondo se derritió, su lugar en el mundo está a salvo de las llamas.
Fuente La Nacion