HARRISONBURG, Estados Unidos. — Este 5 de marzo se cumplen 90 años de la muerte de Juan Gualberto Gómez, amigo y hombre de confianza de José Martí.
Nació el 12 de julio de 1854 en el ingenio “Vellocino de Oro”, en Sabanilla del Encomendador, ubicado en el municipio que actualmente lleva el nombre del ilustre patriota en la provincia de Matanzas.
Aunque sus padres eran esclavos, gracias a una ley de la metrópoli española estos pudieron comprar la libertad de Juan Gualberto antes de su nacimiento, hecho que tuvo especial significación en su destino, pues le permitió aprender a leer y escribir.
En la formación educativa de Juan Gualberto tuvo gran importancia doña Catalina Gómez, propietaria del ingenio donde nació el patriota, quien respaldó la decisión de los padres de este de sacarlo de Cuba en 1868 debido a la inestable situación existente en la isla luego del estallido de nuestra primera guerra por la independencia. Gracias a su apoyo económico, los padres de Juan Gualberto pudieron enviarlo a Francia con el objetivo de que estudiara el oficio de constructor de carruajes, uno de los pocos de relativa importancia que podían ejercer los afrodescendientes.
Unos meses después de establecido en París, la propia señora acompañó a los padres de Juan Gualberto en un viaje desde Cuba hacia la Ciudad Luz y, ante la insistencia del maestro Binder para que inscribieran al joven en la prestigiosa “Escuela Mungo” para que estudiara ingeniería, continuó ofreciendo su apoyo.
Lamentablemente, en 1874 los padres de Juan Gualberto le comunicaron que no podían continuar sosteniendo financieramente su permanencia en París y le pidieron que regresara a Cuba, pero el joven decidió permanecer en París y optó por hacer algunos trabajos mal remunerados para ganarse la vida. Así fue como comenzó su carrera periodística.
Resulta muy conocida la posterior vinculación de Juan Gualberto Gómez con José Martí, a quien conoció en La Habana, así como el papel que jugó en el desencadenamiento de la Guerra Necesaria organizada por el apóstol de nuestra independencia y su posterior arresto por las autoridades españolas.
Por tal razón queremos enfocarnos en el papel que desempeñó Juan Gualberto Gómez a favor de los derechos civiles y políticos de los afrodescendientes cubanos, más de sesenta años antes de que esa lucha se iniciara en los Estados Unidos de América.
El fantasma del “peligro” negro fue enarbolado mañosamente por las autoridades colonialistas españolas para tratar de dividir a las fuerzas revolucionarias.
José Martí se encargó de denunciar esa estratagema en varias oportunidades y el pensamiento del apóstol entroncó diáfanamente con el de Juan Gualberto Gómez, quien se destacó como periodista y activista político en favor de los afrodescendientes cubanos.
En 1879 fundó el periódico “La Fraternidad” y trabajó como maestro en la sociedad “El Siglo XIX”, creada para dar instrucción a los negros cubanos. Pocos meses después su labor al frente del periódico se vio interrumpida por prestar apoyo a los planes insurreccionales de la época, razón por la que fue condenado a prisión y enviado a Ceuta, donde estuvo preso.
Favorecido por una amnistía permaneció en el exilio hasta 1890, año de su regreso a Cuba y que marca el reinicio de la publicación de “La Fraternidad”, pero su labor a favor de la independencia de Cuba volvió a provocar su detención y el envío a prisión por ocho meses.
Al salir de prisión retomó su labor periodística a favor de la integración racial y los derechos de los afrodescendientes cubanos, una acción que lo hizo depositario de la admiración y simpatía de esa comunidad, que veía en él a un referente ejemplar por su posición en defensa del sector poblacional más desfavorecido de la época.
Desde el periódico “La Hermandad”, Juan Gualberto Gómez hacía públicas las cartas que le remitían sus lectores negros, donde exponían sus problemas y las injusticias a las que estaban sometidos. En ese periódico llegó a afirmar que no bastaba haber abolido la esclavitud mediante una ley si no eran abolidos los prejuicios y la discriminación por motivos raciales.
En 1892 fundó el Directorio de las Sociedades de Color con el fin de promover el progreso educativo e intelectual de los negros y mestizos y luchar contra la discriminación racial. Esa labor continuó haciéndola hasta que se produjo el fallido alzamiento de Ibarra, en la provincia de Matanzas, donde fue hecho prisionero y sancionado a 20 años de privación de libertad, como mencionamos anteriormente.
Con el advenimiento de la república ocupó un lugar destacado en el debate político nacional al oponerse activamente a la Enmienda Platt y a la corrupción política y administrativa. Desde esa posición defendió ardientemente las reclamaciones de los miembros del Comité de Veteranos y Asociación de la Raza de Color, organización formada por exoficiales y soldados negros y mestizos del Ejército Libertador.
Sin embargo, se opuso a la formación del Partido de los Independientes de Color, organización creada sobre la base de un principio racial excluyente.
Fue representante durante los años 1914-1917 y senador desde 1917 hasta 1925.
Su voz y su prestigio político jamás pudieron ser comprados, por eso murió pobre a pesar de ser uno de los políticos más destacados de su tiempo.
Fiel a su amigo José Martí, Juan Gualberto Gómez vivió convencido de que ser hombre es mucho más que ser blanco, negro o mulato. En su sangre seguramente estaba también acendrado ese otro pensamiento de Martí: “En este mundo no hay más que una raza inferior, la de los que consultan ante todo su propio interés; y una raza superior, la de los que consultan ante todo el interés humano”.
Indudablemente, Juan Gualberto Gómez siempre estuvo del lado de las causas justas, las que iluminan a ese interés humano.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org