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La marcha de Ferrovial a las tierras neerlandesas habrá cogido a cada uno en un determinado punto del debate sobre la existencia o no de seguridad jurídica en España. Pero tras ver la reacción del Gobierno, con el ventilador abierto en Moncloa, la guillotina a medio sacar en Paseo del Prado 18-20 y la propuesta de ley para crear un escarmiento fiscal de salida, la consecuencia racional sería desplazarse al menos un grado hacia que no la hay. Y no creo que Ferrovial se haya ido por culpa del Gobierno, pero sí que este Gobierno ha agravado las razones por las que España se ha convertido en una opción subóptima para la compañía. Pero no se engañen: Ferrovial se va porque puede y porque quiere, porque ya no depende del BOE y porque su modelo de negocio no está tan expuesto al riesgo reputacional como el de un banco minorista, una energética o una telefónica. ¿Va a cambiar Vd. de autopista de peaje por despecho? Y claro que la fiscalidad influye, pero como un elemento más del viaje hacia un marco más acorde con sus ambiciones futuras, incluida la cotización y la explotación del negocio en Norteamérica. La reacción del Gobierno recuerda a la de esas parejas que se rompen unilateralmente y el abandonado trata de recuperar al ex con arrebatos coléricos: ¡Vuelve, sin mí no eres nadie, me lo debes todo! Y con esa reacción lo único que hace es ratificar al que se va de que ha tomado la decisión correcta.
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Fuente El Confidencial