LA HABANA, Cuba. – Los gobernantes cubanos ya deben de estar acostumbrados a oficiar como figuras anacrónicas en muchas de las actividades internacionales a las que son invitados. Por ejemplo, ¿qué hace un funcionario castrista en la ceremonia de toma de posesión de un presidente de otra nación que haya sido elegido en comicios libres, y como parte de la sana alternancia de los gobernantes en el poder? Evidentemente, se sentiría extraño en un ambiente que dista mucho de lo que acontece en la Isla.
Algo parecido debe de haberle sucedido al gobernante Miguel Díaz-Canel Bermúdez durante la reciente Cumbre Regional contra la Inflación, convocada por el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y celebrada de manera virtual.
Era un evento donde representantes de 11 naciones iban a ofrecer, en lo fundamental, un grupo de sus productos exportables que, comercializados sin barreras arancelarias y otros obstáculos de carácter proteccionista, pudieran llegar a los consumidores a precios asequibles.
Y he ahí donde radica el anacronismo del heredero de los Castro en dicha Cumbre. Su intervención en la cita fue breve. En realidad su gobierno no cuenta con ningún producto alimenticio que pueda beneficiar a los consumidores de las otras naciones participantes en el evento. Lo más que pudo ofrecer fueron 1.000 médicos y fertilizantes para la agricultura si previamente le envían las materias primas para acometer esa producción. Además, no aclaró si ese servicio médico sería gratuito, o debía ser pagado. No podemos olvidar que los servicios médicos en el exterior constituyen la segunda entrada de ingresos en divisas para el país.
No sería aventurado imaginar que la invitación a Díaz-Canel por parte de AMLO obedeció más a la tendencia ideológica que prevaleció en la Cumbre, que a las posibilidades del régimen cubano de contribuir a la disminución de los precios en la región.
El mandatario mexicano escogió a sus invitados de forma tal que todos tuvieran una inclinación izquierdista. De esa manera se aseguraba que no se mencionara al culpable principal de la inflación que hoy padece el mundo. Claro, casi todos los participantes mencionaron el conflicto militar entre Rusia y Ucrania. Pero, dicho así, es un mero eufemismo. Había que haber mencionado el nombre de Vladímir Putin, y la invasión de su país a Ucrania, como los máximos responsables de la escalada de los precios a nivel internacional.
La presencia de Cuba en la Cumbre no solo resultó de poca utilidad tomando en cuenta lo que hemos apuntado, sino que la Isla incumple también con uno de los acuerdos reflejados en la Declaración Final del evento.
El punto número 7 de dicha Declaración establece: “Coordinar esfuerzos con productores, compradores, transportistas y operadores logísticos del sector privado y otros actores económicos para dar seguimiento a los acuerdos de esta Cumbre y sus resultados”.
Es decir, que se recomienda una actitud de colaboración de las autoridades de cada nación con el sector privado, con el objetivo de aunar esfuerzos para aumentar los niveles de oferta de productos alimenticios. Y, en verdad, aquí en Cuba hay muy poco de colaboración y mucho de enfrentamiento entre las autoridades gubernamentales y el sector privado. Precisamente, estamos entrando en la fase más tremendista de ese enfrentamiento, con los anunciados topes de los denominados “precios abusivos”, multas, y hasta posibles cierres de establecimientos.
Lo cierto es que durante toda su existencia, incluso desde la época de la Colonia, Cuba contó con algún producto alimenticio que la representara debidamente. Primero el azúcar, a la que se agregarían después los cítricos, los rones y los productos del mar, entre otros.
Si ahora no cuenta con ninguno que pueda desempeñar ese papel, estamos en presencia de otra prueba inequívoca del fracaso del castrismo.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org