CDMX, México. – El pasado 4 de mayo Cubadebate publicó una reseña de la reunión de ministros y ministras de Cultura del Grupo de los 77 + China, convocada por Cuba en calidad de presidente pro tempore de la organización
La dictadura cubana sigue la estrategia de “todo para vender”, pero en plena crisis sistémica, la mayor de su historia republicana, solo logra vender propaganda, gracias a los medios de difusión secuestrados por el Partido Comunista.
En esta reunión, la palabra “cultura” se diluye en un saco roto, todo y cualquier cosa es “cultura”: tradiciones y costumbres, creación cultural, partido único, ideología, control de los medios y del ambiente mediático y embargo estadounidense. Sin embargo, las políticas públicas hacia la creación cultural, el centro de lo que debió ser una reunión de servidores públicos, quedó al margen de la reunión.
¡Cuidado con la lectura de las tradiciones culturales!
Varias personalidades políticas en Cuba afirman que el partido único y la unidad de poderes forman parte de “la identidad cultural cubana”. Así lo han dicho personalidades con poder como Miguel Díaz-Canel, Homero Acosta y Martha Prieto, entre otros.
El ministro de Cultura de la Isla, Alpidio Alonso Grau, por su parte, declaró en la reunión:
“Asistimos a un escenario con profundas crisis sistémicas y estructurales, energéticas, climáticas, alimentarias, por el rejuvenecimiento de los conflictos geopolíticos y el aumento de las desigualdades, y todas ellas impactan en la cultura. Promoverla como un bien público, es apostar por un mundo más equitativo y justo”.
Una declaración descafeinada que sirve igual a los gobiernos violadores de derechos humanos que a los gobiernos respetuosos de los mismos, porque la cultura en Cuba no es un bien público, sino una esfera de dominio y represión para “normalizar” la dictadura estalinista totalitaria. Ahí están los ejemplos de Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel “Osorbo” Castillo, creadores culturales encarcelados por su disidencia política.
Así también lo evidencia la historia de represión contra artistas e intelectuales cubanos en las últimas seis décadas. Cada generación ha aportado víctimas de la represión del gobierno contra la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad de cátedra y la creación artística.
El propio Alonso Grau ha sido contestado por la ciudadanía, que ha pedido legalmente su dimisión, pero en Cuba los ciudadanos no son respetados, y el ministro continúa en su puesto.
¿Qué entiende la dictadura por cultura cubana?
Las artes plásticas, el cine, el teatro, la educación, las Ciencias Sociales y los medios de difusión masivos, hijos de su tiempo y comprometidos con los intereses de sus comunidades, permanecen secuestrados y amordazados por la dictadura. Una experiencia y situación similar a la que padecieron artistas e intelectuales, académicos y periodistas bajo el régimen soviético en los países excomunistas de Europa del Este y en la propia Rusia bajo el dominio del partido comunista.
La dictadura cubana entiende como “identidad cultural cubana” al partido único totalitario, al sistema que no permite la elección de los representantes políticos, a la centralización económica de grandes monopolios estatales que controlan la economía y producen un ejército de burócratas parásitos, al control cerrado de los medios masivos de comunicación, la educación ideológica adoctrinada y la vigilancia de los artistas e intelectuales por parte del Ministerio de Cultura.
En estas manipulaciones de la “cultura” las violaciones a los derechos culturales y otros derechos humanos quedan ocultos y sirven a una izquierda colonial que persiste en dar la espalda a los derechos humanos universales.
Muchos de los países asistentes a la reunión de ministros de Cultura del G7 + China presentan un expediente violatorio de derechos humanos sobresalientes: China y varios países africanos, por ejemplo, lejos de ocuparse de las violaciones de derechos humanos de sus gobiernos presentan demandas de reconocimiento a los países desarrollados.
China debió aclarar por qué su gobierno ha violentado los derechos del Tibet, Hong Kong y Taiwán; y varios países africanos ¿por qué no prohíben la ablación femenina en sus territorios, una práctica considerada como “tradición cultural” y que violenta a millones de mujeres?
Esta izquierda colonial, presente en la reunión de La Habana, niega los derechos humanos universales como el eje central de sus políticas públicas, y presenta en cambio demandas de protagonismo internacional.
Todos esos Estados reunidos en La Habana deben primero mirarse los ombligos, antes de fabricar un discurso que nada tiene que ver con la realidad de sus políticas domésticas, y revisar todas las violaciones políticas civiles y contra la creación cultural de sus pueblos. Ninguno de los presentes defendió en realidad la creación cultural autóctona, sesgada por los intereses de quienes gobiernan y permiten o incluso generan las violaciones más flagrantes de derechos humanos, a veces a nombre de la “cultura popular”.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org