Ocho años atrás Lilita Carrió denunció al entonces precandidato a gobernador Aníbal Fernández. Lo vinculó con varios de los crímenes más conmocionantes y con el narcotráfico. Fernández, que entonces contaba con el apoyo de Cristina Kirchner, ganó la PASO pero cayó en la general contra una María Eugenia Vidal a la que llamaban “Heidi”. Lamentablemente en la previa de las elecciones 2023 coinciden en un pronóstico oscuro para la Argentina.
En ese marco cabe un pedido de perdón a Aníbal Fernández a quien criticamos -me incluyo- por aquel exceso de verborragia cuando advirtió lo que vendría detrás del plan económico de la oposición. “Las calles regadas de sangre y muertos van a producir si tuvieran la posibilidad de ser Gobierno”, disparó en abril de este año.
Carrió salió fuerte. Y blanqueó la grieta de Juntos por el Cambio donde Mauricio Macri busca encorsetar a Horacio Rodríguez Larreta. Primero el jefe de Gobierno tuvo que bajar a su precandidato en la Ciudad, Frenan Quirós. Carrió aguantó la decisión a instancias del ministro de Salud porteño que la visitó, conversó en privado y ambos terminaron aceptando que tres encuestas reemplazaran el voto de las primarias.
La venganza llegó una semana después tras el freno que Macri /Patricia Bullrich pusieron a la incorporación de Juan Schiaretti propuesta por Gerardo Morales (UCR), la CC y hasta Miguel Ángel Pichetto por el Peronismo Republicano. El pecado del cordobés fue haber llegado de la mano de Rodríguez Larreta. Macri ganó 2-0
Como Cristina Kirchner, tampoco el expresidente se retira ni a jugar al bridge ni a disfrutar de su rol en la FIFA. Su obsesión lo llevó a Córdoba para hacer campaña con Luis Juez como candidato a gobernador y con el radical de Evolución Rodrigo de Loredo que se postula para la capital mediterránea.
Nunca lo quiso a Juez. Todos recuerdan su intento por imponer a su exministro de Turismo Gustavo Santos y las otroras grietas que los llevaron a perder elecciones. Esta vez hasta dejó pasar que De Loredo sea el pichón local de Evolución UCR, la versión cordobesa de Martín Lousteau a quien Larreta benefició con la convocatoria a elecciones concurrentes y boleta única electrónica.
Si se cuenta ese episodio el marcador queda 2-1 y sigue ganando Macri.
Lilita no agarra la cartera para huir como hizo en tiempos de su alianza con Fernando ‘Pino’ Solanas. Para ella es peor el kirchnerismo que los dos lados de Macri, el luminoso y el oscuro según su definición.
La devolución fue con humor. Macri, que aprendió el arte de la política, reconoció media verdad en la frase. “De noche soy Batman y ayudo a la gente”, se comparó con el super héroe que de día era el hijo de un empresario multimillonario.
La difusión de una charla en el Instituto Hannah Arendt fue una dura advertencia. El nuevo límite de Carrió es el libertario Javier Milei. En cambio se le volvió digerible José Luis Espert.
Habló de dos modelos dentro de Juntos por el Cambio. Uno de centro y republicano y otro de derecha y represor. “¿Vamos a matar a la gente que está en los pasillos de los edificios de Buenos Aires o vamos a tratar caso por caso y los vamos a ubicar?” preguntó acerca de los proyectos de Jorge Macri sobre los sin techo. Y recordó que el expresidente “dijo que hay que ganar para hacer una alianza con Milei en la segunda vuelta”.
Dramática, su tono y sus palabras coincidencia con su adversario Aníbal Fernández y con Cristina Kirchner. Avisó a los propios que la dupla Macri/Milei “va por un ajuste muy brutal contra la clase media, un ajuste brutal en cuatro meses y bancándolo con la noción de un orden que no proviene ni de la Justicia, ni de la República, ni respetando los Derechos Humanos sino de la ilusión de un orden que también es reprimir hasta matar si es necesario”.
El lado B del kirchnerismo
Del lado del oficialismo se ve más disputa de nombres que diferencias. Incluso hay esfuerzos por mostrar que todos representan lo mismo. La actual Vicepresidenta insiste en que “el candidato es el modelo”. No encuentra aún una fórmula taquillera.
Camino a la costa sobre ruta 2 algunos carteles todavía recuerdan los precandidatos que tuvieron que bajarse como Joaquín de la Torre o Cristian Ritondo en Juntos por el Cambio. Sobre un alambrado se ven, solitarios, dos que proponen “Massa gobernador 2023”. El resto promueven la reelección de Axel Kicillof.
A tres días del cierre de alianzas muchos creen que Massa, Cristina y Máximo Kirchner ya pactaron. Otros están convencidos de que no y que es la razón de la presión del ministro de Economía.
Eduardo ‘Wado’ de Pedro es un soldado K. Acaba de cosechar apoyos muy cristinistas como los sindicatos que impulsaban el operativo clamor, el bancario Sergio Palazzo y las primeras adhesiones de fuerzas que integran el frente como el Partido de la Victoria que lidera Diana Conti.
Nuevo Encuentro de Martín Sabbatella pidió fórmula única después del mismo reclamo de trece gobernadores que discutieron mucho porque algunos cedían ante las PASO.
¿Se espera la renuncia de Daniel Scioli o las renuncias de todos para liberar las manos de Cristina Kirchner? Quien se baje ¿negociará mejor y podrá contar su paso al costado con la heroicidad que lo hicieron Macri y Vidal a quienes las encuestas les daban mal o quedarán excluidos de todo?
Hasta hoy parecen firmes en sus postulaciones, empezando por una belicosa Victoria Tolosa Paz que se paró en el centro del ring entre el sciolismo y sus adversarios. No ganó ni la PASO platense ni la elección en provincia de Buenos Aires cuando el Presidente digitó su candidatura en el primer lugar de la lista de diputados nacionales del 2021.
Ahora se rumorea que pretende ir por la vicepresidencia o incluso que mandó señales a Kicillof y que no vería mal acompañarlo en la fórmula. Ahí radica el encono del massismo que además tiene especial aversión por Scioli. Sutil ayer lo dejó en claro el propio Massa en el estadio de Malvinas Argentinas.
La ficha de Massa, lista para ser presentada
En su discurso, el más cristinista desde que firmó la conformación del Frente de Todos, el ministro de Economía no solo dio una muestra de poder con estética de presidenciable. Avisó que no se aparta ni del espacio (“unidad, unidad, unidad” cerró su alocución) ni de la pelea electoral aún cuando aclaró que “no necesito ningún cargo”.
Se pegó al discurso K en el planteo en contra del Fondo Monetario Internacional y en la idea de un programa y plan de gobierno para los próximos años. Con habilidad metió el dedo en la llaga opositora: “Detrás de la dolarización está el ajuste y la represión. Le doy la derecha a Carrió”, sumó al malestar de Juntos por el Cambio por el coqueteo con Javier Milei.
Puertas adentro aseguró que “no presionamos ni extorsionamos, damos nuestra opinión, que nadie se haga la víctima” y resignado agitó a la tribuna del Arena. La interna “confunde a la gente”, argumentó, pero subrayó que “si se decide que haya PASO, anótennos en las PASO, que allí vamos a estar”. Se lo oyó eufórico y nada dispuesto a ceder un lugar central en la coalición gobernante.
Su estrategia es similar a la de Cristina: banderas, Patria, militancia y exhibición de poderío territorial. A la inversa de lo que decidió CFK, por su historia y su edad parece raro que el ministro se tomara tanto esfuerzo para no subirse a la carrera electoral. Su ficha quedó lista para ser presentada.
Fuente El Cronista