LA HABANA, Cuba. – A la llegada de Cristóbal Colón a estas tierras, los aborígenes que en ellas habitaban ya practicaban asiduamente la pesca, para lo cual empleaban diferentes métodos. Y es que al ser Cuba un archipiélago es lógico que el pescado y demás frutos del mar hayan sido desde siempre parte fundamental de nuestra alimentación. En épocas más recientes la pesca era ejercida de manera privada y era algo normal escuchar a diario el pregón de los vendedores de un sinnúmero de frescas y baratas especies marinas.
También podíamos adquirir pescados y mariscos en conserva y de producción nacional mediante la industria cubana creada para tal fin desde los comienzos de la República, Mariscos del Caribe, S.A. Esta contaba con plantas envasadoras en Isla de Pinos, Surgidero de Batabanó y La Coloma, además de una flota pesquera de barcos de 30 y 70 toneladas, y producía las conservas de pescado y mariscos Comodoro que no solo se vendían en el país sino que además se exportaban.
Después de 1959, con la llegada de Fidel Castro al poder, las costas cubanas eran vigiladas constantemente, y aquellos que salían a pescar, muchas veces en botes pequeños o incluso en cámaras de camiones o rastras, eran apresados y condenados a prisión bajo la acusación de “salida ilegal del país”. Por este motivo un joven vecino aficionado a la pesca fue dos veces a prisión.
Pronto dejaron de escucharse los pregones y desaparecieron gradualmente las conservas. El pescado pasó a ser uno de los alimentos racionados de la mal llamada “libreta de abastecimiento”, por lo que nos despedimos de las múltiples variedades que anteriormente podíamos comprar recién pescadas a primera hora del día.
Claro que algunos pescadores no estaban dispuestos a ser vigilados, de manera que pasaron a vender de forma clandestina. Otros se unieron a las cooperativas pesqueras creadas por el gobierno “revolucionario”. Así este oficio pasó a ser controlado por el Estado castrista, que desde entonces se erigió en dueño y señor de nuestros mares.
En sus primeros años, el régimen invirtió millones de pesos en crear una flota pesquera, con escuelas para formar en el oficio. Actualmente nadie sabe adónde fue a parar todo aquel parque de embarcaciones. La excusa de la cúpula siempre es la misma: culpa al “bloqueo” de la negligencia de dirigentes ineptos que eran ubicados en puestos clave solo por ser militantes del PCC, sin tener la calificación requerida, y que menospreciaban las advertencias de los pescadores experimentados sobre la aplicación indiscriminada de técnicas incorrectas que durante años destruyeron la flora y fauna marinas. Así pues, el sector de la pesca cubana ya no existe, fue destruido por los gobernantes castristas.
Hace algunos años, sin embargo, se crearon una serie de pescaderías en todo el país que hoy están cerradas. En ellas se vendía pescado de río de la peor calidad, con excesivo tiempo de congelación y que algunos compraban únicamente para alimentar a los gatos. Ya no hay pescado para el pueblo, aunque sí para el turismo. También en moneda libremente convertible (MLC), si bien el que se vende en esas tiendas no es fresco, pues pasa mucho tiempo en las neveras debido a sus precios prohibitivos.
Pero lo inaudito es que ahora los dirigentes pretendan que los cubanos hagamos estanques en nuestros patios para criar peces, como lo propuso Jorge Luis Tapia, viceprimer ministro de la mayor de las Antillas, mientras que a la viceministra de la Industria Alimentaria, Miladys Naranjo Blanco, no le tembló la voz para asegurar en la televisión nacional que, aunque somos un país rodeado de mar, nuestras aguas “no poseen los niveles de pescado” que necesitamos para cubrir la creciente demanda de la población (como siempre, la culpa de la escasez recae en la población por querer cada vez más de lo que hay).
Ahora bien, según datos de la FAO el consumo per cápita de pescado en Cuba antes de 1959 superaba los 20 kilogramos por año. Hacia la década de 1980 esa cifra había disminuido a 16 kilogramos, y para 2014 no llegaba a cuatro kilogramos. Actualmente la ley de pesca establece que los pescadores privados que comercializan su captura deben vender la mayor parte de esta al Gobierno. No obstante, con su habitual manera de repartir “zanahorias” al pueblo, el Noticiero de Televisión se atrevió a publicar que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud “una dieta de pescado de 12 kilogramos al año es aceptable y saludable. Cuba hoy no llega a cuatro kilogramos pero se ha propuesto alcanzar ocho kilogramos para el 2030”. La vía para lograrlo, según científicos y especialistas, es el desarrollo de la acuicultura mediante la cría intensiva y extensiva de peces en estanques y embalses naturales.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org