Por Pablo Fernández Blanco
Javier Milei tuvo que hacer esfuerzos como nunca antes para controlar el frenesí del mundo que lo rodea. A tal punto que, desde que ganó las elecciones primarias el último domingo hasta el viernes por la tarde, eligió apagar el teléfono en varias ocasiones. Su gente más cercana, incluso, tuvo dificultades en algún momento para hallarlo. Fue el principio de algo nuevo.
Los dirigentes de La Libertad Avanza, un partido que vive y respira por su creador, comenzaron a saltear líneas, mantuvieron discusiones entre equipos distintos y empezaron a definir la implementación de algunas decisiones en caso de que lleguen al gobierno. En todos los casos, aguardan el visto bueno final de Milei.
Luis Cubeddu, subdirector del Departamento para el Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), se comunicó con Karina Milei el lunes. Tomó su consejo y el martes llamó a Darío Epstein, que junto a Carlos Rodríguez, Roque Fernández y el propio Milei tuvieron anteayer las primeras conversaciones con el organismo internacional de crédito.
El ganador de las primarias dio el mismo martes una definición importante: él mismo lideraría el grupo que llevará la relación con el FMI. Alcanzó un brevísimo intercambio entre Epstein y Rodríguez con Milei para tomar esa decisión trascendental. No hubo llamados por teléfono. Solo WhatsApp.
El protagonismo de Milei en el Zoom con el FMI confirmó algo que se insinuaba. Su eventual ministro de Economía -se habla de un varón, por encima de los 50 y silencioso acompañante del libertario- tendrá dos sombras en el cargo: la suya propia y la del jefe del partido.
La digestión del triunfo por parte del ganador fue, al mismo tiempo, una muestra de que el poder de la fórmula Alberto Fernández/Cristina Kirchner profundizó su licuación tras el resultado en las urnas. El llamado de Cubeddu, una práctica de rutina tras un resultado electoral, expuso que Massa dejó de ser el único interlocutor con Washington.
Carlos Rodríguez es una especie de maestro sensei al interior de la fuerza de Milei. Un poco por su experiencia (pasó por el Estado, como viceministro de Economía de Roque Fernández, en los años 90, durante el gobierno de Carlos Menem) y otro tanto por su edad. Con 76 años en progreso, habla con un aplomo infrecuente entre la juventud libertaria. Sensei, de hecho, significa “aquel que nació antes”. Quizá por todo eso, la casa de Rodríguez se insinúa algunas veces como el lugar físico del gabinete en las sombras.
A principios de esta semana pasó por allí Sandra Pettovello junto a su equipo. Si Milei gana, será ministra de Capital Humano, una nueva cartera plenipotenciaria que incluirá las áreas de educación, salud y trabajo. Pettovello estuvo compartiendo ideas para el momento en que le toque gestionar. Es una tendencia que se notó esta semana al interior de La Libertad Avanza: pasada la espuma del triunfo electoral, los futuros dirigentes comenzaron a visualizar la manera de implementar un posible programa en diversas áreas.
El financista Darío Epstein fue de los más activos. No solo por su conversación con el FMI, sino también por su trabajo en una agenda clave de Milei que hasta ahora se mantiene en secreto. Con la ayuda de Juan Nápoli, presidente del Banco de Valores y primer candidato a senador por Buenos Aires en representación de La Libertad Avanza, está organizando una visita del candidato a bancos de inversión y el mundo financiero en Washington y Nueva York, centros del poder político y económico norteamericano, en casa caso.
Casi todos los trabajos exceden a una planificación puntillosa. En La Libertad Avanza asumen que tienen un largo recorrido para mejorar el funcionamiento de los equipos. Le atribuyen esa carencia a una condición del partido: son recién llegados a la política.
La fuerza de Milei no gestiona gobernaciones, provincias ni municipios. Apenas cuenta con un puñado de legisladores (incluido el propio candidato). Eso hace que la mayoría de sus miembros deban tener otro trabajo, más allá de la política, para sostenerse. Algunos, incluso, reconocen que en caso de una victoria estirarán la posibilidad de cobrar un sueldo lo más cerca de diciembre, cuando ingresarían al Estado.
Esta semana volvieron las discusiones internas alrededor de la principal bandera que agitó Milei en las elecciones. Se trata de la dolarización. El libertario está fascinado con la propuesta de Emilio Ocampo, quien se sumó oficialmente el último miércoles a los equipos de trabajo. Fue un ingreso con cierta turbulencia.
Ocampo había resuelto antes de las elecciones su incorporación a La Libertad Avanza. La difusión de su mensaje por X, la vieja Twitter, en cambio, no había sido acordada. Por eso generó confusión al interior de los libertarios el último miércoles por la mañana.
Alrededor de las ideas de Ocampo giran discusiones más importantes que la publicación de un mensaje. Su propuesta de dolarización contempla usar deuda del Banco Central. Con el cambio de gobierno, él y Milei creen que esos activos tendrían un upside, es decir, una mejora, que simplificaría las cosas.
Rodríguez tiene algunos reparos técnicos a la propuesta de Ocampo. Cree, por ejemplo, que esperar una mejora de los activos del Central por un cambio de gobierno responde a factores psicológicos antes que económicos, de manera que no se pueden anticipar. Sería, para una parte del futuro equipo de Milei, cometer un error similar al de Mauricio Macri, cuyo entorno pensó que habría una lluvia de inversiones sólo por el cambio en la Casa Rosada.
En cualquier caso, las discusiones en el ámbito libertario muestran la metamorfosis después de las elecciones. Varios colaboradores de Milei advirtieron, ya, que la dolarización no es realizable de un momento para otro. Los slogans comienzan a moderarse. También se empiezan a llenar casilleros con una mirada más práctica de la política.
Guillermo Francos es uno de los nombres de la semana. Ahora vive en Washington, pero tiene previsto volver a la Argentina en diciembre. Ocuparía el Ministerio del Interior en un hipotético futuro gobierno libertario. En su cabeza ya comenzó a darle vueltas a la idea.
Algunos de sus amigos en Buenos Aires aseguran que esa silla será clave para armar un andamiaje que sostenga la próxima gestión en las provincias en un contexto absolutamente nuevo: habrá gobernadores sin dependencias políticas con el gobierno nacional.
El caso de Francos se puede tomar como ejemplo para comprender qué fisonomía tendrá un futuro gobierno de Javier Milei. Este ejecutivo hizo carrera casi siempre al lado de Eduardo Eurnekian, en Corporación América. Ahora representa a la Argentina en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Llegó ahí por recomendación de su amigo Gustavo Beliz, funcionario de Alberto Fernández en la primera parte de esta gestión.
El trabajo de Francos en ese poderoso resorte financiero depende del ministro de Economía, Sergio Massa, que compite por la presidencia con Milei. Francos tenía previsto el lunes pasado llamar a Massa en los próximos días para ponerlo al tanto de la situación. Pero aceleró los tiempos la nota de Pedro Lacour el jueves en La Nación, tras una versión que el propio Milei había deslizado en el programa de Jonatan Viale.
Fuentes incuestionables confirman que Francos habló telefónicamente con Massa esta semana. El ministro aceptó el paso al costado del directivo del BID. Ambos lo terminarán de definir la semana entrante, cuando Massa viaje a Washington.
Horas después de leer el texto de La Nación , Francos se puso a redactar un comunicado. Le agradece al Gobierno por la confianza, pero promete trabajar junto a Milei, en caso de ser electo, para construir la Argentina que concebía Alberdi.
Milei reconoce a Francos como su padre político. En 2014, creó una fundación paralela al Partido Justicialista. Se llamaba Acordar y tenía por objetivo apuntalar a Daniel Scioli en la campaña que lo condujo a la derrota con Mauricio Macri. Convocó a jóvenes que consideraba capaces. El líder del equipo económico era Javier Milei, a quien había conocido en 2011 en su retorno a la empresa de Eurnekian.
La experiencia política de Francos es más amplia que la del propio Milei. En 1996 fundó junto a Domingo Cavallo el partido Acción por la República. La relación con el exministro va más lejos aún: tras la expulsión de Cavallo del gobierno por parte de Carlos Menem y sus posteriores dificultades judiciales, Francos, que es abogado, desplegó su defensa en los estrados.
En el último tiempo, Cavallo y Francos hablaron en varias ocasiones de Milei. El exministro le reconoce a Milei un poder único: pudo ubicar en la agenda temas de discusión que en el pasado eran mala palabra. Casi lo mismo que le pondera Mauricio Macri.
Los integrantes del mundo que rodea a Javier Milei tuvieron problemas para convivir esta semana con la explosión telefónica tras el triunfo electoral. Fue el caso de Juan Nápoli. Este especialista en temas financieros, que también asesora a Jorge Brito en River, lo evitó parcialmente yéndose a Miami por trabajo. Tenía que atender cuestiones relacionadas con el patrocinio de Miami Sharks, el equipo de rugby en esa ciudad que tienen Marcos Galperin, creador de Mercado Libre, Martín Migoya (Globant), Alejandro Macfarlane (Camuzzi) y Gabriel Martino (BFL Invest).
Nápoli podría ser el vínculo para futuras conversaciones entre Milei y algunos de los hombres más poderosos de la Argentina.
Milei transmitió más confianza que la habitual esta semana. Lo hizo en los encuentros que tuvo con sus referentes que lograron pasar el cerco de su agenda, pero también en los estudios de televisión. Esa superabundancia de confianza, que lo lleva a hacer declaraciones como la necesidad de privatizar el Conicet, es una fortaleza de Milei, según su entorno. En cambio, para los equipos de su principal rival, Patricia Bullrich, se trata de una debilidad. Tratarán de explotarla.
Patricia Bullrich está segura de que será la próxima presidenta. Es un optimismo que la acompaña desde hace años en su carrera política y ahora intenta contagiar entre quienes la rodean. Más allá de sus ganas, en su entorno comenzaron a trabajar esta semana en términos prácticos para definir el público al que le hablará la candidata. La economía ocupa un capítulo importante.
Derek Hampton es el estratega de Bullrich. Esta semana se dedicó a hacer focus group para descifrar con mayor profundidad el mensaje de las urnas. En paralelo, los alfiles económicos de la candidata, liderados por Luciano Laspina, definieron el núcleo final de su mensaje en ese aspecto: déficit cero en el primer año, reforma de la carta orgánica del Banco Central (tiene un rol especial el joven Augusto Ardiles) y baja de impuestos (materia de César Litvin). La elección de los ejes no es ingenua: forman parte del programa de Bullrich, pero también el área donde es popular Milei.
La expresidenta del PRO juega abiertamente a múltiples puntas en materia económica. Su eventual futuro gobierno tendrá en Laspina a una figura relevante, pero también a Carlos Melconian. Más aún: ambos mantuvieron una reunión por separado con Cubeddu, del FMI, en nombre de la candidata.
El mediomundo de Bullrich va también en busca de otras expresiones. Mencionó esta semana a Hernán Lacunza, con quien mantuvo una buena relación pese a que el último ministro de Macri era el asesor dilecto de Horacio Rodríguez Larreta. También a Eduardo Levy Yeyati, coordinador del equipo del partido radical en el marco de la fundación Alem.
Todos podrán aportarle sus ideas a Martín Siracusa, un economista cercano a los 40 años que acompaña a Bullrich desde hace 20 y comenzó el último martes a preparar el debate en el que se verá las caras con Milei y Massa.
Fuente La Nacion