El objetivo para Vaca Muerta es claro: superar el millón de barriles diarios de producción para fines de esta década. Eso significa triplicar los niveles actuales, con el agregado de que todo el incremento se destinaría a exportación. Pero para conseguir llegar a la meta se deberán superar las limitaciones que imponen la infraestructura de transporte, los equipos de perforación y fractura, y los recursos humanos.
Lograr esos niveles de crecimiento permitiría a Vaca Muerta equiparar e incluso superar la eficiencia y productividad de los grandes desarrollos no convencionales de los Estados Unidos. Además, la Argentina se convertiría en un exportador neto de petróleo con unos u$s 20.000 millones de ingresos totales.
Un panorama por demás alentador en un país que desde hace años tiene problemas para la generación de divisas que permitan un normal funcionamiento de su economía. Sin embargo, el sector se enfrenta al desafío de encontrar las condiciones adecuadas para lograr el desarrollo.
“Si se hacen las cosas bien, en 2030 podríamos producir 1,4 millones de barriles por día. Para eso hay que incorporar una cantidad importante de taladros y de sets de fractura, pero es un número alcanzable si todos hacemos bien la tarea. Están los recursos y está el conocimiento para lograrlo“, se entusiasma Ricardo Ferreiro, presidente de O&G de Tecpetrol.
Sin embargo, para lograr utilizar este nivel de capacidad al máximo y que la Argentina se convierta en un país exportador de petróleo relevante a nivel mundial va a ser necesario convencer a proveedores y compañías de servicios petroleros para que traigan los equipos necesarios al país. Esto último se hace difícil en el contexto de restricción de acceso a las divisas que existe en la actualidad.
Mejorar la infraestructura
En el sector hay coincidencia en que se debe trabajar para mejorar la infraestructura de transporte, que hoy constituye uno de los principales escollos para evacuar la producción. Mientras no se construyan nuevos oleoductos, será difícil incrementar la producción.
“Hubo mejoras en el camino al desarrollo masivo del petróleo no convencional. El principal impedimento es el cuello de botella que genera la infraestructura. No hay cómo evacuar el crudo y eso impide continuar con las perforaciones. Hoy las operadoras están trabajando para mejorar la capacidad de transporte y otorgar más viabilidad al sistema”, explica Horacio Lazarte, analista independiente del sector.
Entre los proyectos en marcha, el especialista destaca la ampliación del Oleoducto del Valle (Oldelval), que hoy tiene una capacidad de 45.000 m3 diarios. La intención es duplicarla para fines de 2025 y llegar a los 90.000 m3, con lo que se ganaría un margen importante para la evacuación de la producción.
“Este oleoducto une la Cuenca Neuquina con Puerto Rosales en Bahía Blanca. Es la principal arteria de transporte de petróleo del país y esta operado por una sociedad integrada por YPF, Exxon, Chevron, PAE, Pluspetrol, Tecpetrol y Pampa. El objetivo de la obra de es mejorar la interconexión de Vaca Muerta con las principales refinerías del país y además potenciar Puerto Rosales que hoy es el único puerto que exporta crudo de Vaca Muerta”, explicaron desde YPF y detallaron que la inversión requerida será de alrededor de u$s 1100 millones.
Pablo Bizzoto, CEO de Phoenix Global Resources, que recientemente se quedó con la concesión de las áreas Confluencia Norte y Confluencia Sur, en Río Negro, sostiene que la industria está atravesando un momento “excepcional” a raíz del trabajo desarrollado durante la última década.
“Muchos dudaban cuando hace varios años se modelaban estos potenciales escenarios de crecimiento y ahora estamos viendo los frutos de todo ese esfuerzo inicial en gran medida gracias a la actividad desarrollada por YPF y sus socios. Las necesidades que hoy existen en el sistema de transporte también hablan del éxito en el desarrollo de la roca y las mejoras de eficiencia y productividad que las empresas logran diariamente”, asegura.
Trabajo en conjunto
En ese sentido, Ricardo Rodríguez, presidente de Shell Argentina aporta que la infraestructura es un punto fundamental sobre el que se está trabajando en forma conjunta desde el sector.
Un ejemplo es la puesta en marcha del oleoducto de 125.000 barriles de capacidad entre Sierras Blancas y Allen, una inversión realizada por Shell Argentina, PAE y Pluspetrol.
A esto se le suma la inauguración del Oleoducto Trasandindo (Otasa), que incrementó la evacuación de crudo y las exportaciones a Chile. Se espera terminar el año con 350.000 m3 mensuales sobre una capacidad plena de 500.000 m3.
“La capacidad plena del trasandino son 6 millones de m3 al año, pero así y todo no significa un gran salto. El verdadero gran paso adelante en las exportaciones va a llegar con el Oleoducto del Sur, que va a aportar una evacuación de 1 millón de m3 al mes. Ahí estaríamos empezando a hablar de volúmenes más importante”, explica Lazarte.
El oleoducto Vaca Muerta Sur va a unir los desarrollos de YPF en Vaca Muerta con Punta Colorada en la provincia de Río Negro, en un tramo de 600 kilómetros. Y, en una segunda etapa, el objetivo es llegar a Punta Colorada (Río Negro), donde YPF planea construir la terminal de almacenamiento y exportación de crudo más importante de Sudamérica. En esa zona, la terminal dispondrá de 20 tanques de almacenamiento y la instalación de dos monoboyas para la carga de buques de gran porte.
“Esta obra va a permitir aumentar la capacidad de transporte a 300.000 barriles de crudo día para su exportación por el Atlántico y contempla una inversión de u$s 2500 millones aproximadamente”, explican en la petrolera estatal.
Más producción
Desde que se empezó la explotación en Vaca Muerta, hubo una importante curva de aprendizaje que permitió una mejora en los costos. Un ejemplo del know how adquirido es el del sistema de perforación. En un primer momento, los primeros pozos de la cuenca fueron verticales. Al pasar a hacer perforaciones horizontales se logró un incremento importante en la productividad.
Pero también se alcanzaron mejoras en los tiempos muertos y otros pequeños cambios que ayudaron a mejorar el precio de perforación. El lifting cost -o sea, la división de todo el costo operativo sobre el del barril- se acercó bastante al del Permian de los Estados Unidos. Se arrancó en u$s 10 y ya se bajó a u$s 8,50, apenas por encima del norteamericano.
“Son todos elementos que ayudaron al desarrollo, pero todavía se está lejos del potencial“, sentencia Lazarte.
El incremento de la producción, agrega el especialista, requiere de perforaciones masivas y constantes. Es que los pozos de Vaca Muerta tienen muy buena productividad en los primeros 3 a 5 años y a partir de allí la declinación es muy fuerte.
“El costo de perforación por pozo se redujo entre un 20 y un 25% en los últimos 4 años. Hoy está en unos u$s 11 millones por pozo. Estamos hablando de grandes desembolsos de dinero que necesitan estabilidad en el tipo de cambio y acceso libre al mercado de divisas para que se concreten. Es una condición necesaria”, dice el especialista.
Hoy los buenos niveles de productividad que alcanzó la cuenca permitieron reducir los costos unitarios. Sin embargo, la operación se concentra en la zona núcleo de Vaca Muerta, que permite extraer grandes cantidades crudo a bajo precio. Para tener continuidad en los volúmenes de extracción hacen falta más inversiones.
“Después de todos estos años apenas superamos los 100.000 barriles diarios exportados. Hoy está en explotación el sweet point, donde prácticamente no hay riesgos exploratorios. Se sabe que la cuenca puede incrementar sustancialmente la producción, pero para eso hay que cambiar de escala y se necesita certidumbre”, agrega.
Si se lo compara con las formaciones no convencionales de los Estados Unidos, el desarrollo de Vaca Muerta fue claramente menor, pese a que la cuenca neuquina es mejor desde el punto de vista técnico. La explicación, sostienen en la industria se encuentra en las dificultades de la macro argentina.
A las restricciones cambiarias, que les impiden a las compañías girar dividendos al exterior, se suman los problemas para importar y la inflación, que alcanzó niveles récord durante este año. Además, las empresas tienen que pedir autorización antes de exportar. Son todas regulaciones que hacen que el inversor se detenga a pensar muchas veces antes de decidirse a hacer un desembolso.
“Aun así, en los últimos 5 años la producción desde Vaca Muerta se multiplicó por seis y seguimos creciendo. Esto habla de que realmente poseemos un activo de primer nivel y tenemos el conocimiento para desarrollarlo, si se ordenan algunas variables el salto puede ser histórico para el país”, dice Gustavo Mariani, CEO de Pampa Energía.
En el mismo sentido, Ezequiel Mirazón, socio líder de Energy, Utilities & Mining de PwC Argentina, destaca el crecimiento que tuvo la cuenca en el último lustro. Las empresas hicieron un trabajo extraordinario, si se tienen en cuenta las condiciones. Vaca Muerta creció a pesar del viento en contra gracias al aporte, sobre todo, de grupos nacionales. Sin embargo, está convencido de que hay una posibilidad de crecimiento mucho mayor.
Seguridad jurídica
Para que esto suceda, señala, tiene que haber cambios en distintas áreas. Y, en primer lugar, pide seguridad jurídica y política. Desde que hace poco más de una década empezaron las inversiones hubo innumerables cambios en las condiciones fiscales, jurídicas y políticas del país.
“Eso dificulta las inversiones. Pero hay otros aspectos a mejorar, como la infraestructura. Por último se tiene que trabajar sobre la financiación. En las condiciones actuales, con un riesgo país por las nubes, diferencias políticas con el Fondo Monetario Internacional y bajo nivel de reservas en el Banco Central el costo es muy alto. Es casi prohibitivo y complica la posibilidad de conseguir dinero para estos proyectos”, dice.
Si se consigue ordenar estos tres grandes problemas, agrega Mirazón, es posible pensar en un despegue de la actividad a niveles nunca antes vistos. Para lograrlo, señala, se puede mirar lo que se hizo en otros sectores como el de la minería.
“Si Vaca Muerta pudiera tener una ley que le dé estabilidad como la que existe para la minería y un gobierno que genere credibilidad, empezarían a llegar más inversiones. La estabilidad económica sería un factor fundamental por la baja en el costo de financiación“, explica.
El cambio de gobierno abre una nueva posibilidad. Habrá un nuevo presidente, muchas provincias cambiarán de gobernador y el Congreso tendrá una nueva composición. Eso debería ayudar a que se empiecen a debatir nuevas leyes que sirvan para escalar la producción.
Fuente El Cronista