LA HABANA, Cuba. – De nuevo hacia abajo, pero aún no tanto como para colocarse donde hace menos de un año nadie pensaba que llegaría. Todavía el dólar se mantiene sobre los 200 pesos, una cifra bien alta para quienes ya lo veían “por las nubes” cuando pocos días después de implementada la “Tarea Ordenamiento”, en diciembre de 2020, el cambio en la calle remontó, en menos de 24 horas, de 25 pesos cubanos a los 50 y 60, con lo cual ya se avizoraba el desastre que estamos viviendo.
Pero el efecto psicológico de lo sucedido es innegable, y los mismos que en noviembre y diciembre pasados nos quejábamos cuando el dólar rondaba sobre los 180-190 pesos, ahora nos sentimos aliviados y hasta felices porque el billete verde “está más barato”, cuando en realidad ha bajado para quizás estabilizarse en una cifra que ayer todos, menos el revendedor, llamaban “abusiva”.
De modo que en nuestro escenario de crisis económica agudizada todo es relativo, y más cuando se va durante años de abuso en abuso y entonces lo que sea “menos cruel”, incluso un retroceso, suele tomarse como una bendición (y hasta los hay por ahí rezando por un regreso del CUC, como símbolo de “nuestros años felices”).
Y esa “sensación” casi colectiva de que el dólar es hoy “más asequible”, cuando en realidad está mucho más caro que meses atrás, es lo que está sucediendo ahora mismo, después de una política de cero efectivo, bancarización forzada y fiscalización extrema de los “nuevos actores económicos” que no resolverá los problemas de fondo pero, al menos, les está sirviendo para inducir en “las masas” esa distorsionada percepción de la realidad que los favorece como gobierno desesperado por encontrar un milagro. Y si no llegan los milagros, entonces hay que acudir a los trucos, a la prestidigitación, solo como paliativo.
No han resuelto los problemas que más apremian al ciudadano de a pie, relacionados con el bajísimo poder adquisitivo, con la situación de miseria extrema por la que atraviesa a pesar de salarios y empleos pero le brindan este gran espectáculo de circo que es la caída del dólar, para lo cual han desplegado un ejército de ciberclarias en las redes sociales bajo el encargo de enfatizar la falsa idea de que los altos precios son consecuencia del canje del dólar en el mercado informal.
Con la culpa puesta en el “maldito dólar” se extiende esta por carambola a quienes lo poseen, es decir, a las “mipymes malas” y a los demás “comerciantes de nuevo tipo” como si la dolarización que hoy se abre paso con más fuerza que antes no fuese resultado de una economía que los gobernantes llevaron a la bancarrota no en los años 90 o con la pandemia reciente sino desde 1959, el mismo año en que el sentido común se fue de Cuba.
Una dolarización paulatina de todo el comercio estatal y no estatal que solo ha sido la respuesta de los “particulares” (esperada y bien planificada por los comunistas) frente a un escenario adverso donde el que redacta y reescribe constantemente las reglas del juego solo busca con ellas repletar bien esos mismos bolsillos que más tarde va a desfalcar.
Y es precisamente ese sistema de “falsas flexibilizaciones” para la posterior expropiación y saqueo el que ha convertido la economía cubana en un escenario inestable donde solo los cómplices y tontos, cubanos y extranjeros, que va generando el propio sistema se prestan a jugar una y otra vez el papel de víctimas. Y es ese mismo sistema, donde se cambian las reglas a conveniencia, el que ahora desea proyectar hacia lo colectivo la sensación de que algo comienza a funcionar, al menos con respecto al dólar, ese “inocente” al que muy a propósito han culpado de nuestras angustias y quebrantos.
Todo pudiera suceder en un país tan demencial como el nuestro, pero dudo que el dólar se coloque por debajo de los 200 pesos cuando todavía hay demasiados contenedores de mercancías por arribar a Cuba, abrirse y venderse, y sus altos precios al por menor aún responderán a los altos precios que costó importarlas al por mayor, y mucho menos dudo de que, una vez que los “chicos listos” de la calle descubran que todo ha sido “un susto” (ya superado el trauma de la bancarización), el dólar una vez más remontará el vuelo en busca de ese desafío de los 300 por unidad de USD.
A fin de cuentas, la realidad para los del régimen es que la cuenta no les da, y con el Club de París una vez más dando vueltas sobre sus cabezas y exigiendo el money tantas veces postergado (es decir, enmarañado), no van quedando vías de escape, con lo cual, bancarizado o no, el peso continuará su camino a la extinción y, ya sea el dólar o el rublo, alguna moneda tendrá que ocupar su lugar.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org