Por Darko Janjevic-Andreas Brenner
Roman Anin, prestigioso periodista ruso, analiza para DW la actualidad de ese país, el futuro después de Putin y el curso de la guerra. A su juicio, los ucranianos tienen el derecho a “señalar con el dedo a los rusos”.
“Si te pasas la vida siendo apático, un día van a golpear tu puerta, tomarán a tu marido del cuello y en tres días lo arrojarán (a Ucrania), donde lo van a matar”, dice el periodista de investigación Roman Anin. “Ese es exactamente el precio que la gente paga por ser indiferente ante su propio destino y el de su país”, dice a DW en Hamburgo.
Este ruso nacido en Moldavia es uno de los ganadores de este año del premio Free Media Award de la Fundación Zeit, de Alemania. Ese es apenas uno de los numeroso galardones que este prestigioso reportero de 36 años ha recibido a lo largo de su carrera.
En Rusia, su sitio web Important Stories (IStories.media) llamó la atención en 2020 por haber investigado la compra de ventiladores respiratorios durante la pandemia del coronavirus. Ese mismo año publicó un reportaje sobre uno de los temas más conflictivos en el país: la aparente corrupción en el entorno familiar de Vladimir Putin. Al año siguiente Anin fue obligado a salir de Rusia, como han tenido que hacer muchos otros.
El periodista asegura que siempre hay gente interesada en informarse sobre la corrupción de las autoridades. “Pero en general, a la sociedad rusa le importa poco este problema, está infectada de apatía”, sostiene.
Corrupción rusa y “miseria colosal”
Anin, en cambio, no muestra signos de apatía. Se mudó a Rusia cuando era adolescente, estudió periodismo en Moscú y en 2006 empezó a trabajar como reportero deportivo en Novaya Gazeta, un periódico conocido por sus muchos periodistas asesinados durante el régimen de Putin y bloqueado hace un año incluso en su versión digital. En 2008, Anin fue enviado a cubrir la breve guerra entre Rusia y Georgia, donde se unió a la unidad de investigación del medio.
Este puesto le permitió trabajar en casos importantes, incluido un reporte sobre la corrupción que rodeó la organización de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 en Sochi, pero también participó en investigaciones a funcionarios de alto nivel en el régimen, como el CEO de Rosneft, Igor Sechin. En 2016, Anin escribió un artículo sobre la esposa de Sechin, propietaria de un yate valorado en 94 millones de euros. Sechin demandó al periódico y ganó.
Anin es consciente de que a muchas personas les resulta difícil de entender el nivel de corrupción que impera en la élite rusa. “La sociedad rusa vive simplemente en una miseria colosal”, dice a DW. Las historias sobre los castillos de Putin o los yates de sus amigos no significan nada para la gente que vive en el campo “sin inodoros y en condiciones propias del siglo XVIII”.
Esta desconexión “no es nada sorprendente, incluso la guerra no preocupaba más que a unos pocos hasta que comenzó la movilización y empezaron las detenciones de esposos y hermanos para enviarlos al frente sin entrenamiento, donde sencillamente eran abatidos”, explica.
La paz en Ucrania como punto de partida para Rusia
Para el periodista, el fin de la guerra en Ucrania sería solo el primer paso para despertar a la sociedad rusa. En su opinión, se van a necesitar décadas de trabajo para reformar el país, y eso sólo será posible una vez que muera Putin y se acabe el “colectivo” formado a su alrededor.
“Es imposible acabar con la apatía bajo el régimen de Putin”, estima el profesional. “Toda la verdad sobre la guerra debe hacerse pública, para que la gente tome conciencia de las atrocidades que han estado ocurriendo en estos 30 años, mientras ellos miraban en silencio. Y quizás después de eso Rusia tenga alguna posibilidad de superar la apatía y comenzar una nueva vida”.
Anin fue detenido por las autoridades rusas en 2021, su casa en Moscú fue allanada y muchas de sus pertenencias fueron confiscadas. El pretexto oficial era que Anin era un testigo potencial en un caso. Sus colegas de Novaya Gazeta, en cambio, describen lo ocurrido como una venganza tardía por su historia de Sechin. Tanto Anin como su medio Important Stories fueron clasificados como “agentes extranjeros” y por lo tanto está vedado en Rusia. Actualmente el periodista sigue con su trabajo fuera del país.
“Lo lamento, pero nos lo merecemos”
Anin dice que todavía puede llegar a su audiencia en Rusia, como lo demuestran las millones de reproducciones que tienen sus videos en YouTube. “Nuestro objetivo es decirle a la gente lo que realmente sucede, cómo es realmente el gobierno, qué está sucediendo realmente en Ucrania. Decirles que ésta es una guerra criminal, que las autoridades rusas no toman en cuenta las vidas de sus propios ciudadanos y que simplemente están mandando a cientos de miles de personas al matadero”, sostiene.
“El futuro del pueblo depende del pueblo mismo. Si la gente de Rusia no quiere vivir de una manera distinta, si no quieren saber la verdad, no hay nada que podamos hacer”, agrega. Respecto a la forma en que los ucranianos y la población de otros países ven a los rusos a la luz de la guerra, Anin dice que nunca ha sentido desconfianza de parte de sus colegas ucranianos, pero afirma que si algo así le ocurriera no se sentiría insultado.
“Los ucranianos y el mundo tienen el derecho a apuntar con el dedo a los rusos, incluso a los ‘buenos rusos”, afirma. “Seguiremos enfrentando eso por décadas, tal como les ocurrió a los alemanes después de 1945. Lo lamento, pero nos lo merecemos”.
(dzc/lgc)