Al igual que ocurriera con los serbios de Kosovo, los armenios de Nagorno Karabaj han sido abandonados por la comunidad internacional.
Fueron condenados a un burdo y brutal ejercicio de limpieza étnica ejecutado en apenas unos días.
Más de 100.000 armenios de este enclave han salido hacia Armenia y,quizá, no regresarán nunca a las tierras que heredaron de sus antepasados. Qué vergüenza.
Por Ricardo Angoso
En apenas unos días, los que van desde el ataque azerí del 19 de septiembre hasta hoy, Nagorno Karabaj ha desaparecido de los mapas y casi toda su población ha huido en masa de este territorio hacia Armenia. La guerra ha terminado para los armenios, pero ha comenzado su verdadera tragedia. Otra vez, como tantas veces en su historia, los armenios se ven forzados al éxodo, dejando atrás sus casas, sus tierras, sus propiedades, las tumbas de sus ancestros y sus campos sin labrar. La República de Artsaj, que es como los armenios llaman a Nagorno Karabaj, ya ha anunciado su autodisolución para el 1 de enero de 2024, pero seguramente mucho antes ya habrá desaparecido cualquier rastro de su administración manu militari a merced de la determinación de los azeríes por borrar todo rastro de la presencia milenaria de los armenios en la región.
Abandonados por todos, incluidos sus supuestos aliados rusos y franceses, y olvidados por Occidente, que ha preferido mirar para otro lado antes de verse envuelto en un embrollo incomodo, los armenios de Nagorno Karabaj han sido sacrificados en el altar de la geopolítica en aras de evitar seguros conflictos con Rusia y Turquía. Rusia, que supuestamente tenía que garantizar la paz en la región y evitar el ataque de los azeríes contra los armenios, no movió un dedo en estos tres años de calma chicha, en que abundaron la provocación y los ataques de Azerbaiyán contra Nagorno Karabaj.
En estos años, sobre todo desde la guerra de 2020, en que quedó sellada definitivamente la aciaga suerte de los armenios de este enclave, Rusia no ha cumplido con sus obligaciones internacionales y su contingente de paz no fue ni siquiera capaz de obligar a levantar el bloqueo al que sometían los azeríes a los armenios. Sin alimentos, suministros básicos, medicinas, gas y el agua y la luz a cuentagotas, los armenios de Nagorno Karabaj han soportado lo indecible en estos años debido al bloqueo del corredor de Lachin, la única vía que les comunicaba con el exterior a través de Armenia. Cerrada esa vía por los azeríes, no había ninguna esperanza para Nagorno Karabaj, estaba condenado a una muerte segura.
Los rusos nunca impidieron el bloqueo de este corredor de Lachin y tampoco hicieron nada el 19 de septiembre cuando comenzaron los ataques de los azeríes contra los armenios de Nagorno Karabaj. Rusia, que ha jugado a dos barajas en esta guerra, le ha hecho pagar caro a Armenia sus coqueteos con la OTAN y la Unión Europea (UE). Según Thomas de Waal, experto británico en la cuestión de Karabaj, Rusia tomó la decisión de sacrificar a Karabaj para castigar al primer ministro armenio, Nikol Pashinian, y porque le convenía formar una nueva alianza con Turquía y Azerbaiyán. La cuestión principal es la confianza bastante ingenua de los dirigentes armenios, tanto de Nagorno como de Armenia, hacia Rusia. Las autoridades del enclave y también de Ereván seguían creyendo que Moscú no les vendería, pero es exactamente lo que ocurrió y ahora lo están pagando caro.
RENDICION DE NAGORNO KARABAJ
Exhaustos, escasamente armados y ya sin contar con el apoyo de Armenia, que en un gesto absolutamente irresponsable llegó a reconocer la soberanía territorial de Azerbaiyán sobre Nagorno Karabaj el pasado mes de agosto, las autoridades de este enclave poco o nada podían hacer más que rendirse ante un enemigo superior en armas, medios humanos y técnicos y que contaba con el inestimable apoyo de Turquía. El ataque militar azerí fue rotundo, contundente y usando la superioridad de medios frente a un enemigo inferior y sin fuerzas para defenderse, una vez que Armenia también los había abandonado a su suerte y retirado sus militares del enclave, causando más de 200 víctimas, mayoritariamente civiles fallecidos en los indiscriminados bombardeos, y cuatro centenares de heridos.
Occidente, mientras tanto, enfrascado en la guerra de Ucrania, tampoco hizo nada por los armenios ni por Nagorno Karabaj. No olvidemos que este territorio autoproclamado república nunca fue reconocido por la comunidad internacional y que la doctrina con respecto al mismo era reconocer solamente las fronteras nacidas de la disolución de la URSS, en 1991, a pesar de que las mismas muchas veces, como ocurría claramente en este caso, habían sido trazadas injustamente y sin atender a criterios étnicos.
Ya han salido por carretera hacia Armenia más de 100.000 habitantes de los algo más de 120.000 que tenía Nagorno Karabaj. La limpieza étnica se ha consumado en días. Ya no habrá armenios en uno de los territorios icónicos y más emblemáticos para este pueblo errante y siempre perseguido por sus vecinos. A la catástrofe del genocidio armenio, entre 1915 y 1923, en que fueron asesinados casi dos millones de armenios, ahora se le viene a unir la destrucción de Nagorno Karabaj. Tal como ha ocurrido en el pasado con otros territorios arrebatados por los azeríes, a la limpieza étnica le sucederá con toda seguridad la destrucción de las iglesias, monasterios, cementerios y símbolos armenios de Nagorno Karabaj, tal como ya ocurrió tras la guerra de 2020 y está documentado con abundante material gráfico. El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, ha prometido eliminar todo rastro armenio de los territorios y las zonas ocupadas tras la invasión de Artsaj. Aquello de lo que no se conserva ni siquiera un fósil, pensaran los azeríes, es que realmente no ha existido. La tierra arrasada por sus tanques les dará la razón, pero la historia de la ignominia les condenará para siempre.
Los armenios de Nagorno Karabaj han sido condenados al exterminio, expulsados de sus casas, desalojados de sus tierras ancestrales, pero la verdadera miseria, la de los verdugos, está del otro lado, entre aquellos que han sembrado la muerte y el dolor a miles de civiles inocentes. Mientras los armenios abandonan por miles todo lo que habían construido a lo largo de sus vidas, de Nagorno Karabaj solamente nos quedará el recuerdo de un sueño que ahora se deshace como un azucarillo en un café caliente. Termino este réquiem por Nagorno Karabaj con el corazón roto por esta última gran tragedia armenia y tremendamente decepcionado por una Europa que nuevamente no acudió a su cita con los que más sufren.
Fuente Aurora