Diez meses después de la última visita de Javier Lozano a ABC la situación de la Liga Nacional de Fútbol Sala (LNFS) que preside ha cambiado de forma radical. Ferozmente arrinconada por la Federación de Luis Rubiales, la abrupta salida del polémico mandatario y su secretario general, Andreu Camps, ha dado un vuelco a su futuro, que ya no pinta tan oscuro. De hecho los nuevos responsables federativos han comenzado ya a tender puentes con la asociación de clubes, y en el gesto y los ojos del toledano, su cabeza visible, trasluce el cambio de escenario.
¡Cómo ha cambiado la película desde nuestra última charla!
«De momento lo que ha cambiado es que, como yo siempre digo, las organizaciones las hacen las personas. Depende de quién tengas al frente, la organización se imanta de cómo es. Si eres dialogante, democrático, cercano… pues la organización es igual. Si eres todo lo contrario la organización se tiraniza. Ahora lo que está claro es que ha habido un cambio vertebral o muy profundo. La Federación con Rubiales era súper personalista, vertical, muy impositiva y nada dialogante. Era sumisión o confrontación, no había más opciones. Ahora con Pedro Rocha, al que conozco hace muchísimos años, ha vuelto a sus orígenes. Una federación tiene que ser una empresa de servicios, cercana, protectora, dialogante… es diferente a una liga, que al final es una unidad de negocio. Las federaciones deben ser instituciones más administrativas y la administración debe dar servicio. Y para dar servicio se necesita cercanía, escucha, vocación de ayudar… Son dos conceptos radicalmente opuestos. Ahora por lo menos lo primero que ha hecho, entre muchas medidas que hemos visto, ha sido quitar los juicios, que había tropecientos, y tender puentes. Me consta que van a tender puentes con LaLiga, con la LigaF… y por supuesto a nosotros nos han trasladado esa idea también. Que quieren ser una federación aglutinadora, no sectorial. Y desde ese punto de vista ya ha cambiado el talante y la filosofía y es más factible llegar a acuerdos».
¿Cómo ha vivido usted todo este proceso que ha acabado poniendo fin a la era Rubiales en la Federación?
«Después de cuatro años de una lucha desigual y de sufrir constantes injusticias, de machaque, primero a mí y luego cuando puse la querella a Rubiales y a Camps a los clubes, con todo tipo de chantajes, amenazas, sanciones… hasta tal punto que en broma con algunos clubes nosotros decíamos ‘la RFEFtapo’ porque yo iba a algún sitio y había llamadas y amenazas. Eso es de la época de los guetos judíos pero en el siglo XXI, en una institución sin ánimo de lucro, en un deporte como el fútbol que debe dar ejemplo a la sociedad como hemos visto, es que era algo inaudito. Así que lo he vivido como una liberación, más allá de lo que ocurra a partir de ahora. Por mí, por la LNFS que yo represento, por mis clubes, pero sobre todo por el fútbol español porque esto era un sinvivir, en guerra continua con todos los estamentos. Yo que viajo por todo el mundo la gente me preguntaba que qué pasaba, si íbamos con pistolas al despacho. Era una imagen tercermundista. Y por eso ha sido una liberación más allá de lo que ocurra, es que ha cambiado el escenario. Y sobre todo un acto de justicia poética».
¿Lo ha sentido como una victoria o una recompensa a la resistencia? Porque por lo que cuenta no han debido ser años fáciles…
«Somos la aldea de Astérix y hemos resistido cuatro años contra el imperio romano, con mucha fe y sobre todo con una lealtad mayoritaria de los clubes, a los que desde aquí lanzo mi agradecimiento. Y les han hecho de todo, les han prometido de todo, les han amenazado con todo, ha sido una presión tremenda pero han aguantado. Y sin ellos yo no habría podido, por mucho que hubiera resistido personalmente. Y eso lo que demuestra es que hay que respetar a esta asociación, porque es la voluntad de los clubes, o por lo menos de la gran mayoría. Incluso de los que se fueron porque pensaron que les iba a ir mejor, porque en 30 años siempre han estado con nosotros, unánimemente, sin diferencias o al menos no las plasmaron en reuniones o votaciones. La conclusión es que esta asociación merece un respeto, personal y profesionalmente».
Han sido años de una situación extraña para usted, o al menos compleja, porque muchas personas relacionadas con la Federación han mantenido las buenas relaciones pese a la postura de la institución.
«Por ejemplo José Miguel Monje. Recién nombrado coincidimos en un partido del Barça. Yo estaba con Aureli Más, responsable del fútbol sala azulgrana, y de pronto llegó con Javier Lorente, Paco Sedano y Luis Amado y lo primero que hizo fue venir a donde yo estaba y darme un abrazo. Le dije ‘que te van a tirar de las orejas’ y me respondió que me conocía hacía mil años y que podría llegar profesionalmente hasta donde le dejaran, pero personalmente no tenía por qué esconderse. Me pareció un gran detalle, de hombre valiente, es verdad que luego estaba limitado en los temas ejecutivos por lo que le imponían de arriba, pero por lo menos personalmente fue coherente. Ha habido otros que no, que llevan 30 años dándome abrazos y que durante esta travesía me evitaban para que no les llamara la atención la ‘RFEFtapo’».
¿Alguna amistad se ha quedado por el camino?
«Esto es la vida y en la vida sabes que hay distintos perfiles. Yo me quedo con lo bueno que es que los de verdad han aguantado y les han presionado, les han intentado comprar, les han hecho de todo… Han salido fortalecidos. Del resto yo sé que hay gente que incluso no por mala intención sino por debilidad, por interés, por creerse promesas que luego, por cierto, no se han cumplido… Al final el deporte no deja de ser un reflejo de la sociedad y en la sociedad pasa igual. Cuando llegas a un puesto te aparecen miles de amigos, todos te quieren… Como afortunadamente he estado muchos años arriba pues lo he podido comprobar, pero sabiendo que hay gente que en cuanto vengan mal dadas se va, no por algo personal, sino simplemente porque es débil y no aguanta la presión, o por seguir manteniendo sus prebendas. Pero no tengo rencor a esas personas, para nada. Es la naturaleza humana y la respeto. Lo que sí pongo en valor es a los que de verdad han aguantado y se han mantenido coherentes consigo mismos, y eso me demuestra que el ser humano en esencia merece la pena, más allá de que haya algunos que merezcan algo menos la pena».
Ahora se han abierto nuevos horizontes para la LNFS, pero ¿quedará todo en una reconciliación institucional o cree que se puede llegar a algo más?
«En la famosa comida con Monje hablamos de cosas genéricas. Lo más importante es que ya nos podíamos sentar, nos podíamos fotografiar, podíamos hablar aunque fuera desde posiciones distantes y eso es una virtud de las organizaciones civilizadas y nosotros hasta ahora no la teníamos porque la RFEF no era una organización civilizada porque como ya he dicho, es el reflejo de los que mandaban. Más allá de distintas posturas, que todas tienen su parte de razón, hablamos genéricamente. Sobre todo de que habría que volver a juntarse y entrar en la letra pequeña, y luego ya veremos… Al final yo represento a un grupo de clubes y todo lo que se me ofrezca o yo proponga es colegiado y autorizado por ellos. Yo encantado si algún día nos sentamos porque evidentemente es lo más sensato, y más allá de que unos amen y otros odien a Javier Lozano, no dejo de ser el representante de una asociación».
¿En este nuevo escenario, tiene alguna esperanza de que su asociación vuelva a gestionar el fútbol sala de élite?
«Tengo dudas. En esta etapa ha habido gente que mataron el deporte para colocarse ellos… y han creado un ‘status quo’, una tela de araña que yo no sé si se va a querer volver a lo de antes, o van a querer algo nuevo o intermedio. Querrán defender por lo que han peleado y no sé hasta dónde llegará… porque la conversación fue muy amable pero solo de buenas intenciones. Lo justo e ideal es que el fútbol sala sea considerado un deporte profesional, que es por lo que venimos trabajando, pero…».
Lo que parece obvio es que el entendimiento puede ser beneficioso para un deporte que ha retrocedido en algunas cuestiones
«Claro que la Federación en estos años ha mejorado algo, a base de incorporar gente, a base de práctica, pero es que peor no se podía hacer. Desde las cuestiones más básicas. Pero es que es muy difícil, conozco muy bien la casa y nosotros no somos el producto principal que es el fútbol, lógicamente. Y en el día a día, en este tipo de nichos pequeños, tienes que estar comprometido 24/7, no es llegar y cumplir. Hemos dado un paso atrás vital, porque al final son instituciones administrativas, no de gestión. Falta una visión, un compromiso… Y un deporte minoritario, aunque sea un nicho muy importante, con la rutina no crece. Siempre tienes que estar innovando. Yo ahora que estoy un poco más alejado, porque antes vivía demasiado dentro y muchos de mis errores fueron porque yo era presidente y gestor y estaba todo el día en el despacho y me faltaba salir fuera, me relaciono con otros grupos alejados pero involucrados en el deporte, medios, empresas… y tengo una información fantástica desde fuera. Y todos me dicen que el futsal ha desaparecido. Luego es verdad que los fieles están, pero con eso no vamos a ningún lado. El fútbol sala va a sobrevivir siempre pero con un perfil local. Jaén se va a llenar porque es el espectáculo de la ciudad, Valdepeñas tres cuartos de lo mismo, pero localmente. Como en la época cuando yo jugaba, que también se llenaban los pabellones. Pero un deporte crece cuando rompe esos límites, esas fajas. Todo lo endogámico tiene a empequeñecerse, aunque el que esté dentro diga ‘si esto va fantástico, mira que ambientazo’».
«Nos han destrozado»
«La prueba está en el tender televisivo. Hicieron unas declaraciones rimbombantes, propaganda gruesa… diciendo que iban a sacar casi seis millones por él. Y pensé, no saben lo que dicen, no conocen el mercado ni lo que van a vender. Pues lo que han conseguido al final ni lo han hecho público porque es vergonzoso. Que te digan la cifra por el partido en abierto en Teledeporte, pero no te lo van a decir porque se nos cae la cara de vergüenza. Es algo que sacábamos nosotros hace trescientos mil años. Eso es una muestra de que hemos perdido valor, y no los guerracivilistas, todos, nuestro deporte, más allá de que alguno haya sacado provecho con un puestecillo y le vaya bien. Al final esto era una jugada que se escapaba al fútbol sala, que solo era un juguetito dentro de una estrategia de conquista de la RFEF e instancias mayores donde hay mucho dinero. Sí que es verdad que para que ocurra eso siempre tiene que haber unos paisanos que por unas monedas se vendan, ocurre en todos lados. Pero nos han destrozado».
¿Si la LNFS recuperase la gestión de alguna forma usted se ve con fuerzas para liderarla después de todo lo vivido estos años?
«En un ejercicio de integridad y resiliencia, por mucho imperio romano que venga, hay algo mucho más fuerte, la convicción democrática. A mí me ponen los clubes y solo me pueden quitar los clubes, o que yo un día diga que me voy a la playa a vivir bien con mis perros. Yo de momento voy a estar en el proceso negociador, y si sigue la LNFS yo voy a acabar mi mandato a no ser que los clubes digan lo contrario, que no tendría problema. Pero imposiciones en una mesa, que los minoritarios, los que han sido cómplices para destrozar esto ahora vengan con cartas y con imposiciones… ¿pero dónde estamos? Claro, todos ellos han sido puestos a dedo, aquí el único puesto democráticamente soy yo. Y ahora esos van a decidir que yo no puedo estar, simplemente porque no me he arrugado ante ellos o porque tenemos historias de hace mucho tiempo y quieren pasar facturas, y eso no es justo. Esto lo he hablado con mis clubes y lo entienden perfectamente».
¿Es posible una reconciliación plena con los clubes que decidieron abandonar la asociación?
«Primero tenemos que discernir. De esos, como en todo, está el núcleo, el que de verdad tenía un interés, y a raíz de ahí fue intentando captar. Hay todo tipo de perfiles, los culpables, los que se subieron por debilidad o porque vieron una oportunidad suya… De hecho con algunos de ellos he ido hablando y manteniendo una buena relación, entendiendo a cada uno. Pero aquí no se trata de personas, sino de instituciones y de beneficio general. Se requiere un ejercicio de madurez, de elevarse y de decir ‘queremos salvar este deporte’, porque necesita que lo salvemos, sobre todo ellos… Depende de la mentalidad y los intereses de cada uno e incluso de su perfil moral. Yo lo he hablado con nuestros clubes y ellos no son belicosos, son fieles pero no belicosos. Son más integradores. Entre ellos tienen buenas relaciones, se ven, y ya te digo yo que en la intimidad dicen cosas que no coinciden con lo que dicen públicamente».
Ahora que vienen unas elecciones en la RFEF, ¿ha pensado en presentarse? En algunos foros ya ha salido su nombre y podría ser otra manera de impulsar de nuevo el fútbol sala…
«Es verdad que mucha gente me lo está diciendo. Yo llevo unos años en esa casa y en este mundo y normalmente todos los nombres que salen, incluso el mío, somos los teloneros. Los que entretenemos hasta que aparezca la figura principal del concierto, que eso saldrá muy cercano a la convocatoria de elecciones. En cuanto a colaborar, siempre lo haré con aquel que tenga una propuesta que no sea de beneficio personal como hemos visto en el presidente que se ha ido -y aún quedan cosas por salir, que van a demostrar cuáles eran sus verdaderas intenciones-. Todo lo que sea ayudar al fútbol, y por supuesto dentro del fútbol al fútbol sala, tendrá mi brazo tendido. Porque conozco a todos los territoriales, al mundo del fútbol, a los clubes… llevo aquí muchos años y tengo muchas patadas, y sobre todo he ayudado a mucha gente sin pedir nada a cambio y eso la gente lo percibe».
Conoce a todos o buena parte de los presidentes de las territoriales… ¿Ve a alguno especialmente volcado con el fútbol sala?
«Respecto a cuando yo entré en la RFEF en 1992 a ahora han cambiado las personas y la mentalidad. El fútbol sala era un cuerpo extraño y ahora es un cuerpo más. Les cae bien, lgunos como por ejemplo Pedro Rocha jugaron, él en el Pescadería Kiko de Badajoz, obtienen buenos réditos en licencias… Eso ha cambiado mucho y todas las territoriales aprecian al fútbol sala, pero no es el negocio principal, no nos engañemos. Por eso creo que cuando mejor ha funcionado este deporte dentro de la Federación fue con Villar, que se peleó con sus territoriales y quiso un órgano dentro de la Federación pero con autonomía de gestión, con un convenio y con el convenio de la confianza y la naturalidad, porque un convenio es limitador y la confianza ilimitada. Conseguimos entonces que la situación de un deporte que tenía que pagar por salir en televisión y tenía una deuda de cuatro millones revirtiera su situación en ocho años y se pusiese a un nivel que creo que nunca había estado. Yo creo que la fórmula está hecha. La RFEF es como un ministerio, un órgano administrativo, con mil departamentos que atienden varios temas. Conozco bien esa casa y en la Ciudad del Fútbol funcioné porque exigí un CIF propio para poder gestionar».
En cualquier caso, ¿volver al nivel que el futsal alcanzó hace unos años será fácil o necesitará de nuevo de un proceso largo?
«Hay dos cuestiones. Todo lo que se ha reconstruido es muy costoso, más que empezar un edificio nuevo. El fútbol sala parece que cada ciertos años tiene una crisis existencial. Estoy en este deporte desde el 1982-83 y ha habido dos o tres movimientos sísmicos, y eso nos resta tiempo, energía… para llevarlo donde debía estar. Va a costar, hay que ser pacientes, pero es verdad que yo ahora noto voluntad. Pero la palabra que yo utilizaría para poder recuperarnos y volver a alcanzar una velocidad de crucero es generosidad. Sin ella no se va a restañar nada, se guardarán las formas y tal… pero es necesaria generosidad personal e institucional. Y ahora hay un rayo de esperanza».
Fuente ABC