LA HABANA, Cuba. — El pasado fin de semana hubo fiesta democrática en países de Nuestra América. En la República Argentina tuvo lugar la primera vuelta de las elecciones presidenciales. En Venezuela, se celebró la primaria opositora para escoger a la persona que, en la justa comicial del año entrante, deberá enfrentarse, como candidato del conjunto de los antichavistas, al dictador Nicolás Maduro, quien toda probabilidad se presentará a la reelección.
Los comicios del país austral trajeron una sorpresa inesperada: las encuestas auguraban que el candidato más votado sería Javier Milei, del movimiento La Libertad Avanza. Ese pronóstico no resultaba inusual; estamos hablando del mismo aspirante que quedó en primer lugar en las llamadas PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias), que tuvieron lugar a mediados del pasado agosto.
Sin embargo, contra lo previsto, el candidato más votado resultó ser el oficialista Sergio Massa. Aunque parezca increíble, la Unión por la Patria, bandera que enarbolaba este señor, logró pasar del tercer lugar que ocupó en las PASO al primero. ¡Y esto pese a tratarse del mismo individuo que, en su condición de Ministro de Economía ha estado encargado del sector de la vida nacional en el que peor se ha desempeñado la actual administración kirchnerista!
Es verdad que el candidato del régimen utilizó ampliamente los resortes del poder para impulsar su propia candidatura. Hubo devoluciones del IVA (Impuesto al Valor Añadido), distribución de bonos estatales, exención del pago de ganancias a cerca de un millón de contribuyentes. Los argentinos, con el mismo gracejo con que idearon en su momento el útil neologismo “corralito”, ahora han bautizado las políticas electoreras del kirchnerismo como “Plan Platita”.
Se trata de una treta demagógica burda, pero que al menos en esta primera vuelta rindió sus frutos. Habrá que ver cómo se comportan los hechos en lo adelante. Milei obtuvo el miércoles, de cara al balotaje, el respaldo de la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich. Esto le abre a don Javier la vía para obtener los votos de la generalidad de los seis millones de electores que optaron por la mencionada señora. En definitiva, se trata de personas que, como lo indica el nombre mismo de su agrupación, desean cambiar la difícil realidad argentina de hoy.
Por su parte, Massa evita insistir en su condición de candidato gobiernista. De hecho, trata de no mostrarse demasiado en compañía de los kirchneristas más virulentos. ¡Con decir que en su acto de celebración no estuvo en la tribuna su candidato a vicepresidente Agustín Rossi!; tampoco invitó a subir a ella a Axel Kicillof, recién reelecto gobernador de la provincia de Buenos Aires, la más importante y poblada del país. Massa también ha llegado a prometer que, si es electo, hará un gobierno “de unidad nacional” (cualquier cosa que sea lo que esto signifique).
Yo continúo confiando en que Milei superará este momentáneo impasse; que las medidas demagógicas de Massa y el gobierno kirchnerista perderán su efecto y que, en definitiva, en el balotaje del venidero 19 de noviembre, triunfe el primero de ambos, que es el candidato que de manera clara y terminante ha rechazado las políticas del llamado “socialismo del Siglo XXI” y se ha pronunciado contra las dictaduras de Cuba y sus aliados.
Para el éxito de Milei confío en el debate público que deberá tener lugar el próximo 12 de noviembre, una semana antes de la votación definitiva. A diferencia de las polémicas análogas precedentes, donde participaron los cinco candidatos de la primera vuelta, esta será a sólo dos bandas. Allí será mucho más difícil escurrir el bulto, hacerse el desentendido, evadir las preguntas concretas del adversario. Espero que, en ese escenario, la verdad se abrirá paso y Massa lleve la peor parte. En realidad, no tiene demasiado sentido que quienes por uno u otro motivo desconfíen de Milei, ¡le expresen su respaldo al continuista Massa!
Lo sucedido en Venezuela fue bien distinto. En la Patria del Libertador, una decena de precandidatos contendieron entre sí para convertirse en quien, en 2024, deberá enfrentarse al candidato chavista (presumiblemente, el mismo Nicolás Maduro) por la Presidencia de la República. En este caso, el resultado sí se ajustó de manera plena a lo vaticinado por los encuestadores.
María Corina Machado, de la tolda Vente Venezuela, más que ganar, barrió en esa votación interna; arrasó. Ella sola obtuvo más de diez veces la suma de los sufragios alcanzados por todos los otros aspirantes. Puede decirse —pues— que los opositores venezolanos han cerrado filas y han escogido a una candidata cuya representatividad es de todo punto inobjetable.
Aunque —¡claro!— no para el dictador Maduro ni sus adláteres. El pasado lunes, el actual inquilino del caraqueño Palacio de Miraflores acusó a su oposición de “vender un mega fraude al mundo”. Por su parte, Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, peroró este jueves ante los diplomáticos extranjeros acreditados en Caracas. Según él, lo sucedido el pasado domingo “no se puede considerar una elección”; “no tiene ningún viso de realidad”. ¿Pero qué otra cosa cabía esperar de los personeros de la dictadura!
Más importante es determinar si a la ingeniera de 56 años se le permitirá inscribirse como candidata en los comicios del año entrante. Es el caso que el Contralor General chavista dictó una resolución inhabilitándola para el ejercicio de cualquier cargo público durante la friolera de 15 años. Desde el punto de vista jurídico, esa decisión arbitraria constituye un verdadero rosario de ilegalidades.
En efecto: María Corina no era funcionaria pública, por lo que la Contraloría no tenía por qué evaluar su actuación; al disponer su inhabilitación, se violaron los términos de prescripción fijados por la Ley; no se le dio la posibilidad de defenderse dentro del expediente que se le siguió; recibió una doble sanción por un mismo hecho, lo cual es ilegal; y, para cerrar con broche de oro, la facultad para inhabilitar que concede a la Contraloría su Ley Orgánica es inconstitucional.
Pese a todo lo anterior, los plumíferos y cotorrones del chavismo siguen afirmando, hasta el momento, que la vencedora en las primarias no podrá inscribir su candidatura. Aquí deberemos esperar la actuación de Estados Unidos y los restantes países democráticos. Hasta el momento, el levantamiento de las sanciones norteamericanas contra el régimen venezolano ha sido parcial y temporal.
Cabe esperar que, si no se descarta la inhabilitación de la candidata unitaria de la oposición o si las elecciones presidenciales no merecen crédito, las sanciones comerciales se restablecerán y, de paso, el gobierno que salga de los comicios espurios no obtenga reconocimiento internacional. Confiemos en que así sea.
En el ínterin, como cubanos tenemos que deplorar que nuestra Patria se encuentre a mil millas de esas realidades. No sólo de las de Argentina, que con todos sus defectos sigue siendo un país democrático. También las de Venezuela, pues en esta Gran Antilla no se puede ni soñar, ¡no ya con una primaria opositora, sino ni siquiera con la existencia legal de otros partidos! Tampoco con votar contra el Presidente del régimen; ¿cómo podría ser eso si en la “elección” de ese señor sólo votan los diputados comunistas! Pero conviene aclarar que eso es sólo por ahora y esa realidad, con el favor de Dios, cambiará, ¡y mucho más temprano que tarde!
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org