Por Marcelo Duclos
No son pocos los indicios que Sergio Massa muestra, como para sospechar de sus intenciones de vulnerar el sistema democrático desde adentro. Los denominadores comunes con la elección que proclamó a Hugo Chávez.
Los días previos a la elección general en Argentina fueron intensos. El ministro de Economía y candidato del oficialismo, que a la vez ostenta de facto la suma del poder público en Argentina, hizo de todo para terminar siendo el candidato más votado. Sergio Massa despilfarró una fortuna del erario público quebrado, pero también utilizó la estructura gubernamental como para meter miedo. En veda, en el transporte público las pantallas mostraban un supuesto precio sin susidio, que se lo achacaban a los eventuales planes de gobierno de Javier Milei o Patricia Bullrich. Una atrocidad que ni siquiera el kirchnerismo se animó a hacer jamás.
Mientras que la gente se pregunta si Massa dejará atrás a La Cámpora y a Cristina Fernández, dejando de lado que el mismo Máximo Kirchner encabezó la boleta legislativa, vale abrir una inquietud diferente: ¿podría ser Massa peor que el kirchnerismo? Por lo que evidenció en las últimas semanas, bien sospecharse que sí.
Néstor Kirchner, Cristina y Alberto Fernández siempre se mostraron como moderados en campaña. En 2003, se prometía “un país en serio”. En 2007 se vendió la institucionalidad, luego de la supuesta recuperación económica (que no fue otra cosa que el viento de cola de los precios internacionales luego de la devaluación). En 2011 fue la campaña de la estadista de luto, subida a la movilización que generó el fallecimiento de Kirchner. Siempre se llegó al poder y se fue por todo. Se dividió (comprando) a una buena parte de la oposición, se presionó a la justicia y se utilizaron fortunas para ejercer control sobre los medios de comunicación (cuando no se intentó acallarlos directamente mediante una inconstitucional “ley de medios”).
Hasta Alberto en 2019 hizo gala de su rol como profesor de Derecho, como para venderle al electorado la promesa de un mandatario moderado. Mintió como Néstor y Cristina. Su gobierno fue la cuarta edición kirchnerista, que además de dejar un desastre económico absoluto, se volvió a aliar a las dictaduras más impresentables del planeta.
Bueno, Massa está en campaña y ni siquiera tiene intenciones de mostrarse con piel de cordero. En una entrevista televisiva, hoy aseguró que los evasores en su gobierno irán a prisión, cuando prácticamente toda la economía tiene un porcentual de informalidad, ya que si no es absolutamente imposible trabajar en la Argentina agobiada de impuestos y regulaciones. También aseguró que modificará la ley penal cambiaria, justamente en el marco de su absurda lucha contra el dólar paralelo. En el marco de la campaña del miedo, hoy un canal oficialista mostró como la agencia recaudadora de impuestos abría las cajas de seguridad de un banco de un supuesto operador. Como si fuera poco, resaltaron el parentesco del titular del banco con un diputado electo del espacio de Javier Milei, como si el banquero fuera responsable por el contenido de las cajas de seguridad (privadas) de sus clientes
Resumiendo, el Massa de campaña ha mostrado la hilacha y dejó en evidencia que puede ser mucho más autoritario que Néstor, Cristina y Alberto Fernández. Esto no es opinión ni análisis político. Es un hecho. Mientras los argentinos todavía tienen problemas para cargar combustible, ante el fracaso total de la política de control de precios del ministro/candidato, Massa amenaza con prohibirles la exportación a los productores locales. Las alertas que suelan ya no solo recuerdan a los Kirchner, sino que ya hay secuencias demasiado parecidas a la Venezuela del chavismo. Desde las consecuencias de los “precios” regulados y el populismo, hasta las amenazas de los que ostentan el poder desde los estudios de televisión.
Hoy, cuando la dictadura chavista pretendió anular las primarias opositoras, para arremeter también contra los venezolanos que votarían en contra del gobierno en elecciones limpias, Argentina debe mirarse en el espejo del norte. Ese reflejo que brinda una ciudadanía sufrida y un poder corrupto y autoritario. Cabe destacar que ni una palabra ha dicho Massa sobre la insólita resolución que tuvo lugar hoy. Claro, ¿qué va a decir si el régimen chavista es aliado estratégico del kirchnerismo? Usualmente, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello dedican varios minutos de sus espacios televisivos bizarros, para arremeter contra el candidato libertario Javier Milei.
Como bien se comentó en Argentina recientemente, si no nos gusta Milei, en cuatro años lo podemos cambiar. Ahora, ¿tenemos la misma garantía de poder remover a Massa fácilmente? Ya sabemos que al ministro/candidato le gustan las mismas cosas que al chavismo: repartir dinero, hacer populismo y comprarse hasta una oposición falsa, que sirva a los intereses del oficialismo. Demasiados denominadores comunes y demasiados llamados de atención.
Pero las similitudes no se limitan al perfil del candidato peronista. En aquella fatídica jornada venezolana de 1998, lo que colaboró con la llegada del autoritarismo fue un buen número de votos en blanco, sumados al tradicional ausentismo. Justamente, las dos variables que podrían ponerle la banda presidencial a Massa y otorgarle el sillón de Rivadavia, quien sabe por cuanto tiempo. Su esposa es tan ambiciosa como él. Los que la conocen, dicen que incluso mucho más.
Fuente Panampost