Vuelve a llorar Boca Juniors por la oportunidad perdida, a lamentarse por dejar escapar ese séptimo título de la Libertadores que persigue desde 2007. Ya van tres finales perdidas desde entonces y el empate con Independiente como club más laureado de Sudamérica se le sigue resistiendo. La gloria, en cambio, llegó por primera vez al barrio carioca de Laranjeiras. Fluminense celebró su primer título después de imponerse en la prórroga a los argentinos en un abarrotado Maracaná. Brasil (23) también acorta distancias con Argentina (25) en el global de títulos de sus equipos en el principal torneo continental.
En Maracaná comparecieron dos equipos que llegaron a la final apoyados en la mundología que aportan nombres de tanto lustre como Cavani, Sergio Romero, Felipe Melo o Marcelo (decimoquinto jugador en lograr Champions y Libertadores). Todos ellos ya sin un físico privilegiado, pero con el suficiente juicio y colmillo para desenvolverse con extrema naturalidad en escenarios tan exigentes.
Fue uno de esos veteranos quien desequilibró el partido en la primera mitad. Curiosamente, el único argentino que no jugaba en Boca. Germán Cano, delantero de 35 años criado en Lanús y curtido en ligas tan particulares como la colombiana, la paraguaya o la mexicana, adelantó al Fluminense con un disparo cruzado que sorprendió al Chiquito Romero. Ya en el ocaso de su carrera, Cano ha destapado este curso su potencial goleador convirtiéndose en el máximo goleador de la Libertadores, con 13 goles en 12 partidos.
El tanto, logrado a diez minutos del descanso, hacía justicia a los méritos del Fluminense hasta entonces. Suyas habían sido la posesión y también el empeño. En cambio, Boca ofrecía pocos argumentos ofensivos, más allá de un par de contragolpes mal definidos. En el primero, Merentiel pecó de codicia y chutó con poco peligro cuando había opciones más factibles a sus costados. En la segunda, en cambio, Cavani debió haber sido más ambicioso. El uruguayo escogió ceder un balón apurado al propio Merentiel en lugar de probar su disparo.
El gol del Fluminense enmudeció solo por unos momentos a los 23.000 hinchas argentinos que había en la grada. También a los más de 70.000 que viajaron a Río de Janeiro sin entrada y que vieron el partido desde distintas partes de la ciudad. Enseguida estaban gritando y cantando de nuevo, apoyando a un equipo que quiso salir con más brío en la segunda mitad. Fue otro veterano, el ex del Rayo Luis Advíncula, quien empató la final con un zurdazo desde fuera del área (minuto 72). El peruano ya había tenido la mejor ocasión del cuadro bostero al poco de reanudarse el encuentro.
Con el empate llegó un carrusel de cambios. Se fueron Cavani y Marcelo, intrascendentes ambos. También Valentín Barco, el mejor proyecto de futbolista de Boca, al que se vio solo a ráfagas. El juego empeoró. Llegaron las tarjetas, los nervios y las imprecisiones. Merentiel pudo convertirse en el héroe de Boca con un zapatazo lejanísimo que se marchó pegado al poste. Barbosa, el sustituto de Marcelo, también pudo dar la victoria al Flu en el añadido. El partido, sin embargo, estaba abocado a la prórroga.
El gol del triunfo lo marcó Kennedy, expulsado a continuación por festejarlo con la grada. La superioridad numérica le duró poco a Boca, porque casi de inmediato recibió la roja también Fabra, pillado por el VAR dando un tortazo a Nino. Boca insistió hasta el final en busca de los penaltis, pero apenas volvió a inquietar al nuevo campeón. Guga, en cambio, tuvo el tercero del Flu con un remate que se estrelló en el palo.
Fuente ABC