Ambiente de primer día de curso el vivido este miércoles en La Moncloa. La primera reunión del Consejo de Ministros del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez tuvo lugar de manera excepcional el tercer día de la semana, y no el martes, como será habitual, al día siguiente de que los 22 ministros prometiesen su cargo en Zarzuela ante el Rey y se produjera el tradicional relevo de carteras. Esto último notablemente alterado por los furibundos ataques que lanzaron, rompiendo la tradición e incluso cierto protocolo no escrito, las exministras Ione Belarra e Irene Montero contra el propio presidente del Gobierno, al que acusaron de haberlas «echado» del Ejecutivo.
Una marejada que pareció quedar atrás en una reunión donde reinó, según fuentes presenciales, el buen ambiente y la cordialidad, ahora con cinco representantes del socio minoritario de coalición, Sumar, incluida la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y ninguno de ellos de Podemos. A primera hora todos los ministros hicieron el paseíllo con sus carteras hasta el edificio principal del complejo presidencial. Sólo la reelegida titular de Defensa, Margarita Robles -una de las pocas que siguen junto a Sánchez desde 2018- apareció sin la cartera marrón. Pero todo lo demás fue idéntico: paseillo, posado en la escalinata y llegada a la sala donde se celebra la reunión semanal del Gabinete. Y en esa misma escalinata todos se hicieron la primera foto de familia.
Después, en la sala de prensa se vislumbró otra de las novedades. Ya no era, como desde 2021, Isabel Rodríguez la encargada de trasladar lo acordado en la reunión y de someterse a las preguntas de los informadores, sino la flamante portavoz, Pilar Alegría, cuyo papel como titular de Educación se refuerza también con una nueva competencia, la de Deportes, desgajada esta vez de Cultura. Con un vestido verde, y apenas unos minutos de retraso sobre la convocatoria, Alegría hizo su aparición en una sala más llena que de costumbre. Comenzó pidiendo «paciencia» a la prensa y abogando por el «respeto mutuo» entre el Gobierno y los informadores.
Y en una comparecencia sin anuncios de calado, sí quiso enfatizar que la primera medida del nuevo Gobierno había sido la orden ministerial de Hacienda para la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado de 2024, los que permitirían a Sánchez comenzar con su nuevo mandato con visos de prosperar, y que parten del potencial apoyo de los socios del PSOE, que sumaron 179 votos en la investidura.
Pese a la expectación creada, el transcurso de la comparecencia no difirió en exceso de las costumbres de su antecesora, y ahora ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez. Apenas hubo un turno de preguntas más, hasta siete, muy lejos todavía de las que se estilaban en tiempos en esa misma sala, con gobiernos tanto del Partido Popular (PP) como del PSOE. Aunque la misma Alegría las iba concediendo, lo hizo siguiendo un estricto guión, hasta el punto de nombrar a una periodista de Radio Nacional que no se encontraba en la sala, y a la que no encontró con la mirada. Era lo que tenía escrito, y ante la eventualidad simplemente saltó hasta la siguiente en la lista. La espontaneidad con la que se producen las comparecencias ante la prensa en otras latitudes, singularmente en los países anglosajones, sigue estando muy lejos de lo que ocurre en nuestro país.
Tampoco faltaron, como en al etapa anterior, los ataques desde la mesa del Consejo de Ministros, en principio un marco institucional y no de partido, a la oposición y a su líder, Alberto Núñez Feijóo. Parecida conducta por la que la Junta Electoral Central (JEC) expendientó en varias ocasiones a Isabel Rodríguez.
Ante varias de las preguntas, una Alegría visiblemente más encorsetada que cuando hasta hace bien poco comparecía en la sala de prensa de Ferraz en calidad de portavoz de la Ejecutiva Federal del PSOE -cargo que ahora dejará ante sus nuevas responsabilidades- se refirió a unas palabras de Feijóo hablando figuradamente de un «tic patológico» en la conducta política del jefe del Ejecutivo, para concluir que «la mayoría de los españoles no entienden esas palabras, incluso los votantes del PP». Y añadió que «lo que los ciudadanos esperan de sus representantes es mesura, serenidad e, incluso, que no caigan en el insulto». Y remató: «Los españoles se merecen un Gobierno que trabaje, y es lo que vamos a hacer, pero también una oposición constructiva» y se preguntó si lo que ofrece el PP es «insulto y provocación».
Con las mismas buenas palabras con las que empezó la comparecencia, y volviendo a pedir disculpas por los errores que pueda cometer en sus primeros compases como portavoz, despidió su debut como la voz del Gobierno.
Fuente ABC