La Moncloa va a optar por una estrategia de saturación para lograr anestesiar el desgaste que puede suponer su asociación con los partidos independentistas. El presidente del Gobierno confirmó este martes personalmente que va a mantener encuentros, en plural, en los próximos tiempos tanto con Oriol Junqueras como con Carles Puigdemont. Los colaboradores del presidente entienden que esa estrategia, en lugar de resistirse a lo evidente, es la más adecuada para que las tensiones al respecto terminen minimizándose. «Si lo hacemos, lo hacemos. Con todas las consecuencias».
Desde el entorno del presidente del Gobierno explican que «es clave entender que estamos en el camino de una normalización» en Cataluña y que esas reuniones podrían poner el broche al proceso. «Si aprobamos una amnistía lo lógico es que se pueda reunir con Puigdemont y Junqueras», ha trasladado el propio presidente en conversación informal con la prensa durante la copa de Navidad convocada en La Moncloa.
Esos encuentros con el presidente como protagonista culminarían un proceso de rehabilitación de los dos actores clave del golpe contra las instituciones perpetrado por los independentistas con epicentro en el año 2017. Aunque el Gobierno viene dando ya pasos en el proceso de naturalización de relaciones con ambos. La posibilidad de que un encuentro con Puigdemont tuviese lugar ya se abordó durante los contactos de cara a la investidura. Entonces se acordó que debía haber una primera imagen pública, precedida de varios encuentros secretos, en la que el PSOE asumiese la figura de Puigdemont como interlocutor válido. Para los socialistas era complejo que esa imagen vinculase a algún miembro del Ejecutivo, por lo que se decidió que el protagonista fuese Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE. Número tres del partido y la figura con más rango en las filas socialistas que no tiene cargo en el Gobierno.
En el caso de Oriol Junqueras, también en un contexto de equilibrios internos dentro de ERC, Sánchez mantuvo hace dos meses una conversación telefónica en el marco de las negociaciones de la investidura. Como también tuvo que hacer con Pere Aragonès en su condición de presidente de la Generalitat. Con el líder de ERC, por el momento inhabilitado para ocupar un cargo público pero ya indultado en el año 2021, el Gobierno ya ha roto la barrera del encuentro público. En este caso no hubo problemas en que fuera el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, el que se reunió con él y suscribió los acuerdos entre PSOE y ERC.
Desde el Gobierno insisten en ese mensaje de «normalización», pero no aclaran el momento concreto en que esos contactos se puedan producir. Fuentes gubernamentales creen que lo más lógico es esperar a que la amnistía pueda estar aprobada para que los líderes independentistas no tengan causas pendientes con la Justicia cuando se reúnan con Sánchez. Pero también apuntan a que ese extremo no está completamente resuelto, porque desde Junts se está apretando para que esa reunión se produzca cuanto antes. Por eso Sánchez no quiso en un primer momento comprometerse con ninguna fecha.
El jueves pasado, el secretario general de Junts, Jordi Turull, anunció que Puigdemont mantendría una reunión «como debe ser» con Pedro Sánchez, y que ambas formaciones trabajaban en encontrar la fecha y el lugar para que maaterializar esa cita. En ese momento, aunque desde el PSOE no negaron el encuentro, se quisieron controlar los tiempos y Sánchez enfrió esa posibilidad al asegurar que en su agenda solo estaba prevista la reunión con Pere Aragonès que se celebrará este jueves en Barcelona.
Pero este martes el presidente confirmó que ese encuentro se producirá. Y no solo eso, sino que hizo ostentación de ello: «Os vais a hartar de entrevistas», dijo de forma desenfadada y socarronería. Ha llegado a transmitir a los periodistas que serán varias reuniones durante esta legislatura y que con ello se pretende un golpe definitivo a lo que él llama proceso de normalización. Por otro lado, también trasladó que que no comparten el planteamiento de los independentistas de que los jueces comparezcan en las comisiones del Congreso donde los independentistas.
El presidente del Gobierno considera que su estrategia con Cataluña tenía unos riesgos y unos potenciales daños que en el peor de los casos ya están asumidos. En La Moncloa creen que con la amnistía sucederá algo similar a lo que ha pasado con los indultos. Sánchez recordaba este martes que, tras su aplicación, el PSOE ha subido casi un millón de votos en las elecciones. Aunque ese creciminento tuvo que ver esencialmente por transferencias desde su izquierda y desde el independentismo, haciendo disminuir el apoyo global de ese bloque, lo cierto es que en las filas socialistas se interpreta como un aval claro a Sánchez.
La posición de La Moncloa sobre estas reuniones sucesivas con Puigdemont y Junqueras ha servido para crispar todavía más los ánimos con el Partido Popular. Fuentes del PP transmitían esta tarde que todo reponde a un plan de La Moncloa para blanquear la imagen de Pedro Sánchez: «Ahora ya sabemos a qué se debe el interés de Pedro Sánchez en hablar de una reunión con Alberto Núñez Feijóo, para poder decir en un festejo navideño que verá con Puigdemont, Aragonès y Junqueras del mismo modo que se verá con el líder del Partido Popular. Que un presidente del Gobierno se reúna con un prófugo de la Justicia es muestra del deterioro institucional de nuestro país».
Fuente ABC