Tras un año marcado por las elecciones, inflación mensual de dos dígitos, trabas a las importaciones por el mercado cambiario y la sequía en el campo, las nuevas estimaciones de cara a 2024, según el último informe de la consultora Ecolatina, esperan un robustecimiento del saldo comercial en US$15.000 millones, luego de que en noviembre se alcanzó un déficit de US$615 millones, que contrasta con el superávit de US$5800 millones del mismo período en 2022. Así, el récord en lo que va del año es de US$8000 millones en el rojo comercial del acumulado.
Los datos se desprenden, a su vez, de las últimas actualizaciones del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), en las cuales se observa que en noviembre hubo una caída en el nivel de importaciones, que representó un 4,8% interanual, con US$5487 millones, y de las exportaciones, en un 31,6%, equivalente a US$4872 millones.
El fortalecimiento en el balance comercial estaría sostenido en “el repunte del agro, la reversión del déficit energético y la abrupta caída en la actividad e importaciones que implica el plan de ajuste fiscal y devaluación instrumentado por el Gobierno hasta el momento”, según sostiene dicho informe. De hecho, el “sinceramiento cambiario” establecido a través de las medidas de principios de mes tiene una clara intención: “El esquema cambiario-monetario que estableció el Gobierno apunta a recrear incentivos a las exportaciones y a desalentar importaciones, buscando una mejora de la balanza comercial que sea motor de la recuperación de las reservas internacionales, mientras escalona en el tiempo el acceso a las divisas por parte de importadores a la espera del mayor ingreso por la cosecha a partir del segundo trimestre”, comentó Santiago Manoukian, jefe de research de la consultora.
La corrección del tipo de cambio oficial estaría operando, según el economista, en este sentido, permitiendo que los exportadores liquiden el 20% de las divisas al CCL, dejando el “dólar importador” por encima del exportador. “La magnitud de la devaluación respondió, en gran medida, a la necesidad de ganar margen de competitividad frente a la perspectiva de que en los próximos meses tendrá lugar una importante apreciación cambiaria, producto de la aceleración inflacionaria”, sostuvo el economista.
Esto resulta un punto clave en la búsqueda de estabilización económica según el análisis de Manoukian: “En un informe reciente decíamos que, de fondo, el Gobierno debía recrear un esquema cambiario consistente y sostenido en el tiempo que elimine restricciones, reduzca la brecha cambiaria, corrija el atraso cambiario (que venía de niveles inconsistentes con un superávit de cuenta corriente) e incentive la liquidación de exportaciones”.
Las medidas fueron impulsadas por un contexto delicado: un tipo de cambio real inconsistentemente apreciado cerca del 30% respecto a 2019, reservas internacionales netas en mínimos históricos y un crecimiento exponencial de la deuda comercial con importadores.
El escenario que se proyecta se sostiene también en los cambios establecidos por el Banco Central (BCRA), con los cuales se modificaron las condiciones de acceso a la moneda extranjera a través del Mercado Único Libre de Cambios (MULC), por lo que no se necesitará la aprobación de licencias del Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA) para dichas operaciones en el caso de ingresos de bienes, pero sí habrá plazos y diferenciaciones para acceder al mercado. Todo esto se suma a los bonos que se les entregará a los importadores de bienes y servicios con deuda comercial pendiente de pago (Bopreal).
El impacto ya es observable: las exportaciones presentan una mayor liquidación, mientras que la demanda de importadores sigue limitada. El BCRA acumuló reservas que llegan a US$1930 millones, aunque en el inicio del nuevo Gobierno el saldo negativo estaba en US$11.000 millones. Además, se espera que la compra de dólares continúe y que se recuperen reservas con las próximas liquidaciones de la cosecha de trigo. “Las compras netas que pueda acumular la autoridad monetaria estas semanas serán clave pensando en que, dentro de 30 días, comenzaría la mayor demanda de divisas de los importadores, producto del esquema establecido, que en enero vencen cerca de US$1500 millones de deuda soberana y que la cosecha gruesa aún queda lejos”, asegura Ecolatina.
El robustecimiento que estima la consultora se basa, sobre todo, en esta recomposición del BCRA, pero también en el rebote de las exportaciones del agro tras el fin de lo que muchos catalogan como la peor sequía de la historia, que para octubre había causado que el 90% de la zona agrícola núcleo (el sur de Santa Fe, el norte bonaerense y el sudeste de Córdoba) se convirtiera en el centro de atención, con un empeoramiento de la condición del trigo sembrado y recortes en la siembra de maíz.
De la mano de esto, también estaría resultando positiva la reversión del déficit comercial energético al haber puesto en marcha el gasoducto Presidente Néstor Kirchner, con un mayor aporte de la minería y un encarecimiento de las importaciones, todo lo cual se suma a la recesión económica que, se estima, limitaría la demanda por importaciones.
Fuente La Nacion