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Un día hablaba con una persona que manda mucho en una entidad financiera catalana que mudó su sede. Acababa de pactar el PSOE con Junts que facilitarían de alguna manera el regreso de las empresas que se habían ido de Cataluña por miedo a las consecuencias políticas del ‘procès’. Su tesis es que si la Generalitat quiere que algún día las empresas vuelvan, la estrategia tiene que ser justo la contraria: dejar de hablar de las sedes, conseguir que esto no sea un tema de conversación. Es un poco como aquello del “No pienses en un elefante”. Si te lo propones, ya estás pensando en él. Pero la cosa fue más allá. Le dije que ok, que asumamos, que eso es así, pero que teniendo en cuenta que, al menos a medio-largo plazo, el objetivo sería regresar en algún momento, cuál sería el plan, cómo se empezaría a esbozar. Y la cuestión es que me negó la mayor. Me dijo que no diese por hecho que el plan último es volver, que no estaban en eso. Desde entonces, la cosa ha subido un par de grados. Se ha llegado a hablar de sanciones. La respuesta ha mutado proporcionalmente: “Si nos presionan, nos llevamos los servicios centrales a Madrid”. Pues eso.
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Fuente El Confidencial