Por Adalberto Agozino
Argelia reacciona intempestivamente contra el gobierno de Pedro Sánchez por la ratificación de su posición de apoyo a la propuesta de un plan de autonomía para el Sáhara.
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Desde su independencia de Francia, en 1962, Argelia ha ambicionado expandir su influencia en el Magreb para convertirse en la potencia rectora de la región.
Pero, sus desmedidas ambiciones geopolíticas se han visto siempre frustradas por Marruecos. Basta con recordar su derrota en la Guerra de las Arenas, en octubre de 1963, que continúa siendo una herida abierta en el orgullo nacional de los argelinos.
También la influencia económica y política de España en la región ha sido un obstáculo para esas desmedidas ambiciones sobre el Norte de África.
Un golpe demoledor para sus aspiraciones en el Magreb, fue la aceptación, por parte de España, en 2022, del Proyecto para un Plan de Autonomía de la Región del Sáhara bajo soberanía marroquí como la “base más seria, creíble y realista” para la solución de este prolongado y artificial conflicto, abandonando la anterior posición en favor de la realización de un referéndum.
El apoyo de España a los derechos de Marruecos sobre el Sáhara es particularmente relevante por ser este país la antigua potencia colonial sobre ese territorio y actualmente el primer donante bilateral europeo de ayuda a los campamentos de Tinduf, alberga todos los años a los niños saharauis del Programa Vacaciones en Paz y mantiene un fluido nivel de interacción con las autoridades del Frente Polisario que administra esos campamentos (a muchos de los cuales se les ha reconocido la ciudadanía española), con las autoridades de la MINURSO u otras autoridades de Naciones Unidas en el lugar, así como con diversas ONG allí presentes.
Argel reaccionó airadamente, e impotente para influir sobre el creciente reconocimiento internacional a la soberanía marroquí sobre el Sáhara (los Estados Unidos reconocieron esa soberanía en diciembre de 2020) debió suspender el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación con España y retirar a su embajador en Madrid.
El país norteafricano volvió a tener representación en España hasta el pasado mes de diciembre, diecinueve meses después del inicio de la cris diplomática bilateral, con la designación de Abdelfetah Daghmoum, como embajador.
Después del reconocimiento español de que la propuesta marroquí era la “base más seria creíble y realista para la resolución de esta disputa”, se fortalecieron notablemente los lazos entre España y Marruecos en diversos campos: inversiones productivas, integración en materia energética, cooperación en materia de política migratoria y lucha antiterrorista.
Mientras que los vínculos entre Madrid y Argel sufrieron un congelamiento (suspensión de vuelos e importaciones) que terminó por afectar más al país africano que a España.
Un año y medio más tarde, el gobierno argelino aprovechó ciertas posiciones diplomáticas similares con España en relación con el conflicto en la Franja de Gaza para iniciar un descongelamiento en las relaciones bilaterales. Nombró un nuevo embajador, reactivó los vuelos entre ambos países y autorizó algunas importaciones agrícolas proveniente de la Península.
El ministro de Asuntos Exteriores argelino Ahmed Attaf invitó a su homólogo español, José Manuel Álbarez, a una visita oficial que debía concretarse el pasado lunes 12 de febrero, donde se esperaba reactivar el Tratado de Amistad.
Sin embargo, a último momento (12 horas antes) Argel suspendió el viaje del ministro español aduciendo “problemas de agenda”.
Al parecer, la intempestiva reacción argelina se debió a la difusión de una respuesta del gobierno de Pedro Sánchez al diputado Jon Iñarritu García, legislador del partido separatista vasco Euskal Herria Bildu, sobre la posición de Madrid respecto del Sáhara. En la misma se ratifica la aceptación de la propuesta marroquí.
Señala la respuesta: “La posición de España sobre el Sáhara Occidental es plenamente consistente con la legalidad internacional, como señaló el presidente del Gobierno en la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre de 2023, posición recogida en el punto 1 de la Declaración Conjunta del 7 de abril de 2022, así como el punto 8 de la Declaración Conjunta del 2 de febrero de 2023. España favorece una solución política mutuamente aceptable en el marco de la Carta de Naciones Unidas y en las resoluciones del Consejo de Seguridad.”
La intempestiva reacción del gobierno argelino no hace más que mostrar la incapacidad de Argelia para modificar en su provecho la situación en el Sáhara.
Argel debe asumir que en diplomacia los berrinches infantiles son solo una clara evidencia de la impotencia de un Estado en una crisis.
Durante casi cincuenta años, tanto Argelia como sus socios del Frente Polisario no han podido lograr sus objetivos geopolíticos en el Sáhara, han asesinado a españoles y marroquíes, han atacado barcos y destruido instalaciones comerciales, mantienen a miles de saharauis en la miseria y las penurias más atroces como pobladores apátridas de infames campamentos en el sur de Argelia, han instaurado un clima bélico y una carrera armamentista en el Magreb, contribuyen al atraso económico y la desunión de los pueblos africanos, pero no han logrado ningún éxito concreto ni han presentado ninguna propuesta concreta para la solución de este diferendo.
Es hora de que Argelia y los militares que la gobiernan realicen un acto de realismo político y busque un entendimiento sincero y honrado, tanto con España como con Marruecos, para beneficio de todos en el área Mediterránea y Norafricana, y especialmente de los saharauis que llevan medio siglo lejos de su patria como víctimas de las pujas geopolíticas en la región.