LA HABANA, Cuba.- Este jueves, los medios de divulgación del régimen castrocomunista divulgaron una “Nota Oficial del Primer Secretario del Partido y Presidente de la República”. Se trata de un texto de cinco parrafitos escuetos. El mismo que apareció en otros órganos oficiales, como el Granma, Juventud Rebelde y también los diarios provinciales. Se ve que todos se ajustan de lleno a las instrucciones del tenebroso Departamento Ideológico del Comité Central.
En el documento se revelan aspectos de las investigaciones centradas en la persona de quien hasta hace unos días fuera Viceprimer Ministro y titular del ramo de la Economía; nos referimos al señor Alejandro Gil Fernández. En ese contexto, el interesado renunció a otros encumbrados cargos que venía ostentando, tales como los de miembro del Comité Central en el único partido y diputado a la llamada “Asamblea Nacional”.
También se mencionan frases como “graves errores… en el desempeño de sus funciones” e investigaciones a ser realizadas por “los órganos competentes del Ministerio del Interior”; asimismo se afirma que “el implicado ha reconocido graves imputaciones”. Como diría el gran novelista mexicano Luis Spota: se trata de expresiones que, en boca de un presidente (o en su pluma), “son Palabras Mayores”…
Pese a la trascendencia tremenda de esos hechos y al decurso de más de 24 horas desde la emisión de la referida Nota Oficial, los plumíferos y cotorrones del régimen han guardado al respecto un silencio sepulcral. Al parecer, los mayimbes de La Habana se contentarán con la especie de hojita de parra que consignaron en el referido texto.
Ellos optaron por curarse en salud o, como suele decirse con más frecuencia en nuestro país: pusieron el parche antes de que saliera el grano. Esta actitud displicente aparece reflejada en la frase inicial del último párrafo: “Como es de esperar, el enemigo desatará una nueva campaña propagandística contra Cuba…”, etcétera. O sea, que, en todo caso, quedarán satisfechos con pelear de riposta.
La prensa independiente sí se ha puesto a hurgar en el turbio escándalo que ahora empieza a destaparse, en el “culebrón” que apenas comienza. En las páginas de 14yMedio, Reinaldo Escobar tilda la nota del 7 de marzo como “oscura e imprecisa”. Con respecto a la “rigurosa investigación” realizada, el colega se pregunta “quién la aprobó” y “quién (la) llevó a cabo”. Advierte que “hoy se vuelven a abrir las mismas interrogantes que rodearon la llamada Causa número 1 de 1989” y concluye su texto con una pregunta capciosa: “¿Quién va a firmar la próxima ‘nota oficial’?”. Más siniestro aún es el título de su nota: “La caída de Alejandro Gil no será en solitario”.
En estas mismas páginas de CubaNet, un colaborador anónimo que escribe desde la misma Isla publica un reportaje harto ameno e instructivo. Desde el mismo bajante del trabajo se subraya el vínculo entre el mayimbe defenestrado y la compatriota Mirtza Ocaña Lara. Esta, al ser arrestada tratando de introducir subrepticiamente en Estados Unidos la respetable suma de cien mil dólares al terminar una de las más de 45 visitas que realizó a Cuba en un año, “señaló insistentemente que trabajaba para Alejandro Gil”.
El desconocido reportero se pregunta “si realmente el régimen cubano se acaba de enterar del asunto del tráfico de dólares (…) o si solo ahora cuando fue atrapada la intermediaria por el Departamento de Justicia Federal, y descubierto lo que parece un escandaloso complot que involucra a pejes gordos, es que se han visto obligados a fingir asombro, en una jugada de lavado de manos, similar a la que hiciera Fidel Castro en 1989 cuando los informes provenientes de Estados Unidos demostraban el vínculo de los militares cubanos con el narcotráfico en la región”.
En el aludido trabajo periodístico se afirma que, apenas en septiembre pasado, la viajera cargada de dólares registró en Florida la compañía “Ocana&Paradise, LLC, probablemente financiada por su jefe en Cuba”. Decididamente, estos comunistas no atinan ni al bautizar las empresas que les sirven de tapadera para sus negocios turbios.
Es verdad que la letra “ñ” no existe en ningún otro idioma que no sea el castellano. Por eso parece comprensible que, al escribir el apellido de la señora o señorita Ocaña, hayan reemplazado esa letra exótica por una simple “n”. ¡Pero es que, en las técnicas adivinatorias de las religiones afrocubanas, se conoce como “ocana” el tiro más indeseable, cuando todos los trozos de cáscaras de coco caen boca abajo! ¡Ellos mismitos se buscan la salación!
En mi condición de jurista, quisiera terminar este trabajo con algunas consideraciones de esa índole sobre la Nota Oficial. En esta última (la cual ya vimos que no expresa quién ordenó ni quién realizó la “rigurosa investigación” mencionada), se plantea que, “a propuesta de la Fiscalía General de la República, el Buró Político del Comité Central del Partido y el Consejo de Estado aprobaron que los órganos competentes del Ministerio del Interior iniciaran las actuaciones correspondientes para el esclarecimiento total de estas conductas”.
La orden está dada
Aquí, en primer lugar, no se entiende qué se quiere decir cuando se habla de “iniciar(…) las actuaciones correspondientes”. ¿No se dice de entrada que hubo una “rigurosa investigación”! ¿No se plantea que, “como resultado” de ella, “se determinaron graves errores” de Gil! ¡Entonces ya se habían iniciado las actuaciones dirigidas a esclarecer las conductas antijurídicas del Ex Vice Primer Ministro y sus cómplices! ¿O no!
En segundo lugar, conviene señalar que, según el artículo 156 de la flamante “Constitución raulista”, “la Fiscalía General de la República es el órgano del Estado que tiene como misión fundamental ejercer el control de la investigación penal”. Eso, entre otras funciones que le atribuye ese precepto supralegal.
¡Pero es que, a su vez, el apartado primero del artículo 122 de la vigente Ley del Proceso Penal establece que, en las investigaciones, el Fiscal, además de tener “las facultades que esta Ley confiere a la Policía y al instructor penal”, ¡puede ejercer las que específicamente a él le otorgan los 21 incisos que figuran en dicho apartado!
Asimismo, el numeral 121 establece que el fiscal, “como velador de la legalidad, garantiza” que “se realice una investigación multilateral y objetiva”, “se cumplan efectivamente las garantías que establecen la Constitución de la República y las leyes”, y “se cumplan estrictamente la ley y demás disposiciones normativas en las actuaciones que se realicen durante la investigación penal”.
O sea, que de acuerdo con el ordenamiento que proclama solemnemente el derecho positivo cubano, es el fiscal quien la tiene la última palabra en la actuación del Ministerio del Interior y sus órganos. Sin embargo, en la Nota Oficial, ¡esta situación se invierte: la Fiscalía General —supuestamente— propone (y los otros mandamases aprueban) que sea el “Ministerio del Interior” (sin precisar cuál de sus dependencias) quien lleve la voz cantante!
Decididamente, todo indica que la plana mayor del régimen está de acuerdo en que Gil Fernández actúe como chivo expiatorio del nuevo escándalo castrocomunista que apenas comienza. O para decirlo de otro modo: en que ese señor haga honor a su apellido.
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Fuente Cubanet.org