Entrevista con Uzi Rabi, director del Centro Moshé Dayán de Estudios de Oriente Medio
Elías Levy Benarroch
Los tentáculos de Irán están detrás del ataque de Hamás a Israel el pasado 7 de octubre, una guerra que a Teherán le conviene que continúe para evitar el acercamiento entre Israel y los países árabes suníes que temen una “chiización” (partidario de la chía) de sus sociedades.
Así lo asegura el Profesor Uzi Rabi, director del Centro Moshé Dayán de Estudios de Oriente Medio y África, en una entrevista durante su reciente visita a Madrid, en la que ha mantenido encuentros con políticos, académicos y medios.
El autor de “El surgimiento de Estados en la sociedad tribal” y de “Tribus y Estados en un Medio Oriente en evolución”, entre otros libros, advierte también que Israel no puede claudicar ante Hamás en la actual guerra de Gaza y debe derrotarlo como “mensaje” a la sociedad israelí y a otros actores por todo Oriente Medio.
PREGUNTA – ¿Cuál es papel de Irán en esta guerra? No me parece haber escuchado una acusación contundente contra ese país.
RESPUESTA – Irán definitivamente está moviendo los hilos, pero desde hace años lo hace dejando la menor cantidad posible de huellas. No deja señales de que sea él quien realmente maneja el asunto. Hablamos de una red completa de lo que en inglés se denomina “proxys”, que son una suerte de “delegados” de Irán que, sin embargo, no son un ‘vasallo’ de forma absoluta.
Irán presta asistencia a los hutíes en Yemen, a Hezbollah en el Líbano… Los hace fuertes en el lugar en el que están y luego desarrolla relaciones de trabajo con ellos. Cuando necesita algo puede utilizarlos. Por lo general, Irán apoya a grupos chiítas en los países árabes y la única excepción es Gaza, donde apoya a dos grupos suníes: Hamás y Yihad Islámica.
P – ¿Por qué esa excepción?
R – Lo hace porque estos dos grupos están comprometidos con la guerra contra Israel y tienen frontera con Israel. Pero si nos alejamos del árbol, verás que se trata de un pulpo que tiene muchos tentáculos. La cabeza está en Teherán y llega a casi todos los puntos de Oriente Medio donde percibe un país débil con alguna facción chiíta.
Lo increíble es que Irán no envía a su Ejército. Es una red construida con una gran inteligencia y sobre la base de que tienes un proxy en cada lugar, al que fortaleces con una gran cantidad de armas, especialmente aquellas no tripuladas como drones etc, una industria que Irán ha desarrollado mucho. Esto le exime de enviar a sus fuerzas militares y le permite crear una crisis o desestabilizar (una sociedad, país) en cualquier momento mediante la activación de estos proxys, como está ocurriendo ahora.
P – Ya habíamos visto este tipo de actuaciones en el pasado… Siria, Yemen, Líbano
R – Conocemos este fenómeno desde hace décadas. La red la construyó de forma metódica la Guardia Revolucionaria de Irán, y su gran arquitecto fue Qassem Suleimani, a quien EEUU mató hace cuatro años. Lo que ha ocurrido en Gaza es que es la primera vez que Irán ha tenido la oportunidad de activar toda su red simultáneamente y ahora estamos viendo cómo funciona a su favor. En mi opinión, Irán no desea abrir una guerra total, pero sí crear unas circunstancias que le permitan mostrar que está en todos lados y, de esta forma, ir construyendo lentamente su hegemonía en Oriente Medio. Después de Gaza, el que aún no supiera que existía esta red, ahora, ya lo sabe.
P – ¿Cuál es el objetivo de la red? ¿Conquistar el mundo?
R – La red se mueves a distintos niveles, con alcances diferentes, e Irán tiene interés en que esta guerra de Hamás con Israel continúe. Cuanto más se prolongue, más claro quedará a todos que lo que en árabe llaman “el eje de la resistencia” tiene una presencia y una capacidad, y que hay que tenerlo en cuenta. Eso es lo que Irán quiere demostrar a todos los actores en Oriente Medio e incluso a los internacionales.
Pero no se trata de una conquista física como conocemos de otros períodos de la Historia. Irán busca influencia, predominancia.
P – Una presencia que en América Latina conocemos de principios de los noventa, cuando los atentados de Buenos Aires.
R – Desde hace ya bastante tiempo en América Latina hay toda una industria de «agentes iraníes», se podría decir, entre ellos sirios y libaneses que llevan años allí y mucha otra gente que ha llegado desde Oriente Medio. Aunque es diferente en cada país, allí hay comunidades (árabes).
Si nos fijamos en el caso de Venezuela, u otros de su tipo, sabemos que de allí procede una parte considerable del narcotráfico, contrabando de armas y otras cosas parecidas. Una parte considerable de los ingresos de Hezbollah y de su presupuesto provienen, de forma permanente, de los sindicatos del crimen y el terrorismo en Sudamérica.
P – ¿Hezbollah, entonces, sería el brazo ejecutor internacional de Irán?
R – Irán intenta todo el tiempo crear una situación en la cual la fachada sea algún grupo de su entorno, y que no se pueda demostrar que Irán está detrás, pero está siempre detrás de las bambalinas. Si Irán cree que Israel o Estados Unidos le han causado algún daño, y quiere devolver el golpe, puede utilizar esto contra judíos, blancos judíos en Sudamérica, Europa y otros lugares.
P – ¿Sí es entonces una actividad con aspiración global?
R – Sí creo que hay algo universal, pero no se trata de apoderarse de todo el mundo en el sentido físico de la palabra, sino de tener influencia. Una influencia con aristas diplomáticas a nivel global, a nivel religioso. En cada país árabe de Oriente Medio intenta fortalecer la Chía, ya sea demográficamente o con adoctrinamiento, educación, con sus ritos. Hay países árabes que tienen gran temor por lo que en árabe se denomina “el peligro chiíta”.
El ingreso de Irán no es con fuerza militar, sino mediante influencia, economía, empresas ficticias, proxys, haciendo colegios, con adoctrinamiento educativo, y lo que ocurre es una suerte de “chiización” del mundo árabe que, en su mayoría, es sunita.
Hay varios países árabes que conocen a Irán de tiempos pasados y saben que lo que hace no es nada inocente, que hay detrás una intención y, por eso, ven en Irán a un enemigo. En ese contexto, y en el de los Acuerdos de Abraham, no sorprende ver a países árabes que han llegado a la conclusión de que Israel no es precisamente su enemigo y que, si se puede cooperar con él, por qué no hacerlo.
P – ¿Quiere decir esto que los anuncios, poco antes de la guerra, sobre un posible establecimiento de relaciones entre Israel y Arabia Saudí pudo ser el causante del 7-O?
R – Por supuesto, no hay ninguna duda. Tampoco digo que sea la única razón. Creo que Hamás preparó las cosas que hizo durante seis o siete años. Diría que, desde que Yahía Sinwar llegó a la dirección de Hamás en Gaza en 2017, Hamás ha estado engañando a Israel en muchos aspectos. Israel se equivocó en su comprensión de Hamás y de lo que significa realmente, se conectó con él a través de cosas prácticas y materiales, y asumió que si Hamás cogía dinero y estaba contento por el que trabajadores de Gaza entrasen en Israel, se podría llegar con él a un modus vivendi. Y no es así.
P – ¿Qué hacer entonces?
R – Es un movimiento muy extremista que, mucho tiempo antes, advirtió de las cosas que llegó a hacer (el 7 de octubre), e Israel recibió una lección muy dura: cómo pensar no de forma occidental, sino de forma medioriental. No digo que no haya en Oriente Medio países que quieran la cooperación con Israel, pero en el caso de Hamás, Hezbollah e Irán, hay que entender que son entidades que dicen claramente que su intención es destruir a Israel. En lugar de buscar compromisos, Israel debe entender que no existe esa posibilidad: Es ellos o tú.
P – ¿Quiere decir que esta guerra es al todo o nada?
R – Israel está obligada a resolver este conflicto de forma que quede claro que Hamás no puede quedarse en Gaza: ni un líder político, ni un líder militar. Puede ser que existan restos de Hamás por aquí y por allá, como los hay del ISIS, pero Hamás no debe seguir gobernando Gaza ni tener ejército allí. Sin alcanzar esa resolución Israel no puede regresar a casa.
Es un mensaje a la sociedad israelí, a Oriente Medio, y lo digo de forma clara: los líderes de no pocos Estados árabes ansían que Israel erradique a Hamás del mapa de la región.
Fuente Aurora