Por Christian Sanz
No voy a defender a Janina Ortíz. No me corresponde ni me interesa. Más aún: espero que, si es culpable, recaiga todo el peso de la ley en su contra.
Sí me preocupa lo otro, la ausencia de republicanismo en Mendoza, eso de lo cual no hablan los referentes políticos que hoy mismo se rasgaron las vestiduras, minutos antes de suspender a la malograda mujer de Daniel Orozco.
Con inusual valentía, lo definió Lucas Ilardo este miércoles: “En este momento en la Legislatura se vive un apriete fuerte de Cornejo a los legisladores para violar la Constitución y mostrar la cabeza en público de sus ex socios De Marchi y Orozco. Un antecedente aberrante”.
Amén de lo antedicho, que es grave per se, hay otra cuestión, acaso más inquietante: el silencio de la política menduca respecto de la corrupción “de los propios”. Sobre la cual hay pruebas a rolete e imputaciones varias.
En buen romance: hay tipos más complicados judicialmente que Ortíz, pero de eso no se dice nada de nada. Ni se piden suspensiones. Ni mucho menos.
El caso de Guaymallén es emblemático al respecto: robo de materiales, ñoquis, funcionarios millonarios, licitaciones direccionadas, violaciones, favores sexuales para ingresar a la comuna, etc. Casi no hay delito del Código Penal que no se cometa en la comuna que domina el “Don Juan” Marcos Calvente.
Las pruebas las viene publicando Diario Mendoza Today sin que nadie pueda refutar una solita de ellas. Documentos, no testimonios. Expedientes completos que harían sonrojar al mismísimo Gordo Valor.
No es el único caso: los demás departamentos tienen sus propias mugres. Y tampoco hay ropaje alguno rasgado por parte de los reputados diputados que hoy se disfrazaron de republicanos.
Y otra vez: ¿Los medios? Bien, gracias. Hablando de pelotudeces. Solo enfocados en seguir golpeando a la ya golpeada Ortíz. Es lo que manda la pauta oficial, siempre millonaria.
Basta observar que la golpiza arrancó luego de que Orozco decidió romper con Cornejo e irse a las filas de la hoy fantasmal Unión Mendocina. Se ve que antes de que ello sucediera, la mujer era más buena que una maestra jardinera. Es todo tan obvio que da pavor.
Uno lo viene señalando, y no se cansa de decirlo: los medios de Mendoza asquean. Salvo honrosas excepciones, que se cuentan con los dedos de una mano.
Los demás hacen honor a aquella frase que alguien alguna vez escribió en una desgarbada pared en forma de grafiti: “Nos mean encima y los medios dicen que llueve”.
Fuente Mendoza Today