Viendo las cifras de stock, cabezas faenadas, peso de faena, índices de destete surgen algunos indicios. A partir de 2015, cuando se quitan todas las restricciones para exportar se produce un cambio de la conducta de los ganaderos, percibiéndose como fruto de ello mejoras en los pesos medios de faena y los índices de destete. Esta situación no volvió hacia atrás a partir de las restricciones a las exportaciones implementadas desde 2020, debido a la firmeza del mercado exportador y las divisas extras que venía generando el sector.
Esto permite avizorar que los cambios se profundizarán y mantendrán a partir de las nuevas reglas económicas. En 2014 estaba alrededor de los 2,7 millones y la producción pasó el piso de las 3 millones de toneladas, llegando a los casi 3,3 millones de toneladas en 2022. Se dio un incremento de 66.000 toneladas por año.
Con un aumento de 25 kilos en el peso de faena, podríamos producir un incremento de 340.000 toneladas por año, con el mismo stock y mismo destete. Si el índice de destete aumentase cinco puntos, el cual viene lentamente subiendo, podríamos aumentar otras 288.000 toneladas por año. Si se llegase a los niveles de Australia, con situación de producción parecida a la nuestra, podríamos producir 550.000 toneladas más.
Parecería conservador pensar que el aumento de los últimos años se duplique, pasando a un incremento de 132.000 toneladas por año, llegando así al 2030 a producir más de 4.200.000 toneladas. Hay dos hechos decisorios de los ganaderos: acompañaron fuertemente los cambios económicos del 2015 en forma positiva y, ante la seca de los últimos tres años, no respondieron como en el 2007-2009, donde entre la seca y las políticas públicas se llevó 10 millones de cabezas. En esta oportunidad, el último año por seca se perdieron 1,4 millones.
No podemos dejar de señalar que el déficit más grande de la producción ganadera es la cantidad de pasto. En detalle, se estimó a través de los satélites una oferta de 39 millones de raciones, que solo alcanzaría para tener los destetes del 65% que tenemos. Por esto, es necesario, imprescindible, poner el foco en generar más pasto más comida para poder tener más terneros, más peso de faena y luego más vacas.
Todo esto hace pensar que llegar a las 4,7 millones de toneladas de producción con mercados totalmente libres, sin restricciones y una política que promueva las inversiones pastoriles y de infraestructura, no sería imposible.
En síntesis, en los últimos 20 años, la producción mundial creció un 27% y la demanda de exportaciones un 110%: el mercado es altamente demandante y la Argentina está en condiciones de crecer de aquí al 2030. Si lo hace al ritmo de los últimos años, si se profundiza los cambios positivos demostrados y hay un mayor acompañamiento de la política macro, se podría llegar a las 4,7 millones de toneladas.
El cambio de la ganadería está en marcha y vino para quedarse. La producción de carne vacuna y de todas las carnes son uno de los motores del desarrollo federal argentino, con una balanza comercial positiva y pudiendo generar US$5000 millones adicionales y 100.000 nuevos puestos de trabajo en todo el país. Sería importante, en paralelo, trabajar en la apertura de nuevos mercados como Japón, Corea, Indonesia, México, así como bajas de aranceles en varios de los que ya tenemos abiertos y estamos exportando.
El autor integra la consultora Conocimiento Ganadero
Fuente La Nacion