LA HABANA, Cuba.- Enormes huecos que se han vuelto parte del paisaje de una calle en el municipio Cerro, en La Habana, permanecen abiertos, mientras siguen representando un peligro para los transeúntes.
Más de 10 años han pasado desde que rompieron la calle para realizar labores en la tubería conductora de agua. Sin embargo, una década después, las aberturas siguen ahí.
Un gran socavón se encuentra en la calle Atocha, entre Zaragoza y Calzada de Palatino, en el municipio Cerro.
A pocos metros se ubica la empresa de Aguas de la Habana, desde donde salen las tuberías para suministrar agua a los hoteles del Vedado.
De acuerdo con testimonios de los vecinos ofrcidos a CubaNet, en toda la zona abundan las ratas, que amenazan la salud de los habaneros residentes en el barrio.
Asimismo, la zona afectada por donde atraviesa la gruesa tubería está en peligro de hundimiento, como también lo están quienes transitan por ahí. Una vecina, entrevistada por CubaNet dijo, en condición de anonimato, que se había caído innumerables veces en las cavidades.
“La calle completa rota. Dejaron eso ahí y no han hecho nada. Cualquiera se cae y hay ratas enormes”, expresó la señora.
Otro residente en la zona acotó que llegó al barrio hace 10 años y ya el hueco estaba ahí. No se trata, según dicen, de un único hueco en esa barriada, pues han debido abrir otros para llevar agua a los hoteles del Vedado. A veces, algunas zonas las rellenan y tapan pero al poco tiempo vuelven a convertirse en huecos.
Aunque se ha denunciado a la delegada el peligro de las condiciones de la calle Atocha, ahí continúa el bache, inundado, convertido en una “piscina”.
Los socavones provocados por las empresas estatales al iniciar obras de reparación han causado perjuicios a los ciudadanos.
El pasado año trascendió la historia de un anciano de 81 años aquejado de cataratas (enfermedad que provoca visión borrosa), que cayó en el hueco dejado por trabajadores de Aguas de La Habana tras la reparación de una acometida.
El anciano, que siempre va acompañado de una carretilla en la que vende sus cositas para intentar sobrevivir, sufrió golpes considerables en todo su cuerpo. Sobre todo en la rodilla, brazo, antebrazo y hombro derechos.
La reincidente rotura de la acometida, fue atendida por la empresa Aguas de La Habana. Tras la reparación, los encargados de “terminar la obra” abandonaron el lugar dejando un hueco cuyas dimensiones rondan los dos metros de largo por dos de ancho y casi, y más de un metro de profundidad.
Un mes después de realizada la reparación, los empleados de la empresa no han regresado para sellar un agujero que constituye un peligro para los transeúntes. Tampoco han sido removidos los escombros que dejaron y que ocupan parte de la vía pública.
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Fuente Cubanet.org