MADRID, España.- Un análisis del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) revela que los esclavos en Cuba durante los siglos XVIII y XIX tenían una dieta superior en valor nutritivo y más abundante que la de los cubanos de hoy.
El estudio, basado en investigaciones del historiador Manuel Moreno Fraginals, indica que los esclavos consumían diariamente media libra de carne de res, tasajo o bacalao, 500 gramos de harina de maíz, boniato, yuca, calabaza y fufú de plátano.
Esta dieta proporcionaba aproximadamente 70 gramos de proteína animal, 13 gramos de grasa y 382 calorías, complementadas con proteínas vegetales.
Comparativamente, la situación alimentaria actual en Cuba es desalentadora. A pesar del trabajo arduo en los campos, los cubanos contemporáneos no pueden acceder a una dieta tan rica en nutrientes. La agricultura, que fue próspera, ha decaído en productividad y eficiencia, convirtiendo a Cuba en uno de los países con una de las dietas más pobres de Latinoamérica.
El consumo per cápita de carne en Cuba ha disminuido drásticamente desde los años 50, cuando era uno de los más altos de la región. En 1958, el consumo per cápita era de 6,7 libras mensuales, el tercero más alto de Latinoamérica. Hoy, se estima que no llega ni a una libra mensual. Actualmente muchos cubanos apenas pueden acceder a carne vacuna, y algunos ni siquiera han probado este alimento en años.
La carencia de proteínas en la dieta actual de los cubanos agrava la desnutrición. Los nutricionistas recomiendan un consumo diario de 0.8 gramos de proteína por kilogramo de peso corporal, lo que difícilmente se alcanza con la dieta actual.
Este es “uno de los peores crímenes contra el pueblo cubano perpetrados por el régimen comunista”, denuncia el Observatorio.
La nefasta situación alimenticia en la Isla día a día deja escenas lamentables, que incluye incluso ver cómo personas, presas del hambre, se desmayan en la vía pública. Los casos abundan en un país donde el salario mínimo de 2.100 pesos cubanos no alcanza más que para las exiguas porciones (incompletas) de la canasta básica. Los más pequeños de casa, los ancianos y personas con discapacidad de la ciudad y de comunidades campestres son las más afectadas por el hambre y la miseria.
En casos extremos, ancianos y personas en condiciones de vulnerabilidad han llegado a morir de inanición. El pasado año un hombre con trastornos mentales “murió de hambre” en La Maya, según dijeron algunos vecinos a CubaNet.
No en pocos lugares a diario deambulan ancianos por las calles con signos de debilitamiento, lo mismo enfermos mentales o alcohólicos, que personas mayores pidiendo comida a los transeúntes. Últimamente, algunos se dirigen a los pocos centros gastronómicos privados existentes para pedir las sobras de comida.
Sigue nuestro canal de WhatsApp. Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de Telegram.
Fuente Cubanet.org