A Antonio hace años le tiraron un yogur en plena caminata por La Castellana y la mancha le pilló por sorpresa. Tanta, que los mismos que se lo habían arrojado fingiendo un impacto accidental se acercaron raudos a limpiarla. Con un paquete de clínex en la mano y un bombardeo frenético de disculpas, alcanzaron su objetivo: el bolsillo interior de su chaqueta, de la que tomaron prestada su cartera antes de marcharse casi a la carrera. Hoy, Antonio, no se fía de nadie, y así se lo hace saber al interlocutor que lo aborda sentado en un banco de Vicálvaro. Un enclave del distrito, el del parque de la maceta, que se ha visto salpicado por el último intento de este tipo de estafas, casi siempre centradas en personas de avanzada edad.
Allí, dos mujeres de origen rumano fueron sorprendidas por varios vecinos «ofreciéndose a los señores mayores para robarles», un patrón que entra dentro de los llamados timos del abrazo cariñoso. Fuentes policiales explican a ABC que esta modalidad delictiva suele estar a cargo de bandas itinerantes, procedentes en su mayoría de Rumanía, que recorren la geografía española a fin de completar su particular agosto. «Lo normal es que se muevan en pareja», añaden las mismas fuentes, con la experiencia de conocer al dedillo el reparto de roles: mientras la mujer se acerca para engatusar a su víctima con abrazos y palabras de afecto, un segundo compinche espera en las inmediaciones a bordo de un vehículo. Cuando ella se hace con el botín (normalmente, pulseras, colgantes y otras joyas a la vista), los dos huyen.
Los engaños, sin embargo, no beben de una sola estrategia. En marzo, algunos residentes del municipio de Navalcarnero alertaron de la presencia de un grupo que, en línea con lo relatado, se valía de cualquier pretexto para acercarse a los más mayores. A uno de los afectados le pararon con la excusa de donar ropa y calzado a los más necesitados; a otra, preguntándole por una calle… Y todo para que otro secuaz se meta en la conversación y desate la tormenta perfecta. Meses antes, a una vecina de Aluche (distrito de Latina), de 90 años, la asaltaron por este método en su portal de la plaza de Puerto Chico. La anciana volvía con las bolsas de la compra, cuando una joven se acercó a ella con intención de sustraer sus pertenencias. El abrazo en todos estos episodios fue el denominador común.
Fuera de este ‘modus operandi’, cobra fuerza el robo en domicilios. Desde la pandemia, la falsa teleasistencia se ha convertido en una de las tipologías más repetidas, llegando a ponerse a la altura de aquellos que llaman a la puerta fingiendo ser revisores del gas, la luz o el agua. El truco es sencillo: vigilar a una persona mayor que tenga asignado un servicio, presentarse en su domicilio y tratar de acceder disfrazándose de trabajadores de la empresa que presta dicha ayuda. Ya en el interior, los maleantes realizan una intervención ficticia y, o bien piden una cantidad de dinero, o mientras uno de los ‘empleados’ distrae a la víctima, el otro se escabulle por la casa para coger los objetos de valor.
A principios de año, fueron varios los intentos registrados en el barrio de la Concepción (distrito de Ciudad Lineal). «¿Sabes en qué consiste el timo del botón rojo? Los estafadores llaman por teléfono haciéndose pasar por trabajadores del servicio de teleasistencia del 112. En la llamada, intentan conseguir datos personales y bancarios e incluso formalizar un cobro mensual. Avisa a tus mayores porque son el objetivo principal de esta estafa», advertía recientemente la Policía Nacional a través de sus redes, en alusión al conocido dispositivo que poseen numerosos jubilados para avisar a los servicios de emergencia.
Por mucho que se diversifique el libreto de los amigos de lo ajeno, lo cierto es que las estafas de toda la vida no han dejado de tener vigencia. Solo así se explica que en este mes de abril, los residentes de Leganés advirtieran de la presencia de dos hombres en la calle de San Nicasio tratando de realizar el timo del tocomocho a un octogenario. Una treta que los vecinos ya han visto en anteriores ocasiones por la zona de Zarzaquemada. «El que engaña a la persona hace de gallego y cojo, y luego interviene otro más joven», explicaban entonces, para advertir de la actuación de dos individuos que empleaban la argucia del décimo de Lotería premiado. También en el barrio de Orcasitas (distrito de Usera) se ha visto a una mujer hacer lo propio con un billete de la ONCE, justo antes de que un cómplice se acerque y ‘verifique’ el premio.
Además del tocomocho, el timo de la estampita es otro de los clásicos que emergen de cuando en cuando. Aquí, el estafador simula ser una persona discapacitada que porta una bolsa cargada de estampitas, enseñándole a su víctima algunas que resultan ser billetes. Y todo con el fin de vender la bolsa, de tal manera que el comprador crea que está engañando al ‘tonto’ cuando en realidad acaba de pagar por una bolsa llena de recortes de papel.
Abordaje inesperado
Si se cree estar siendo objeto de una posible estafa, es fundamental llamar de inmediato al 091 o avisar a una patrulla que circule por el enclave para poder identificar a los presuntos delincuentes.
El tocomocho o la estampita
La Policía Nacional recomienda desconfiar de aquellos que se acerquen en la vía pública manifestando haber sido agraciados con un premio de lotería o exhibiendo una gran cantidad de dinero.
Falsa teleasistencia
Desde la Consejería de Familia y Asuntos Sociales recuerdan que todos los pagos están domiciliados, por lo que nunca se debe abonar dinero en efectivo. La teleasistencia es un servicio de acompañamiento que siempre se notifica con antelación.
Revisiones de gas o luz
Ante cualquier indicio de sospecha (los ladrones pueden llegar a llamar por teléfono para fijar una cita y dar así mayor credibilidad a sus actos), es conveniente ponerse en contacto con la compañía para verificar si la revisión programada es real.
Los entornos de los hospitales también son lugares propicios para tender diversas trampas, normalmente con la excusa de recoger firmar en favor de los auxiliares, enfermeros o médicos internos residentes (MIR) y aprovechar para pedir dinero o sustraer el mismo al descuido. En febrero, a un hombre de avanzada edad le quitaron la cartera en las inmediaciones de La Princesa. No fue el único en sufrir la acción de estos grupos organizados.
A ellos se suman las artimañas para robar dentro de los coches, las más flexibles en cuanto a la edad de los damnificados. «Te dicen que tienes la rueda pinchada o que se te ha caído algo y mientras bajas a comprobarlo, te abren por el otro lado y te quitan el bolso», comenta la hija de una conductora afectada. Esta misma semana se han reportado casos a la Guardia Civil en un aparcamiento de un centro comercial en Tres Cantos, los lugares más propicios junto a las carreteras secundarias y las gasolineras.
Fuente ABC