SAN CARLOS DE BARILOCHE- Con productos como citronella, lemongrass, eucaliptus, lúpulo, lavanda, rosa mosqueta, menta y romero, el sector aromático argentino viene sumando exportaciones de aceites esenciales y tiene gran potencial. En ese contexto, la flora patagónica genera cada vez más interés en el exterior.
En 2022, la Argentina se posicionó como el séptimo exportador de aceites esenciales en todo el mundo, con exportaciones que alcanzaron los 209 millones de dólares, de acuerdo con los datos del Observatorio de Complejidad Económica (OEC).
Lo cierto es que, en general, el mercado de los aceites esenciales viene experimentando un crecimiento positivo. Una de las razones es que, a partir de la pandemia, más consumidores en todo el mundo tomaron conciencia sobre la importancia de los productos naturales y orgánicos.
Asimismo, tal como advierten desde la empresa de investigación de mercado Mordor Intelligence, los aceites esenciales son requeridos por casi todas las industrias debido a los numerosos beneficios para la salud que ofrecen: desde la industria de alimentos y bebidas hasta medicamentos y alimentos para animales, además de su presencia en el ámbito del cuidado personal.
“En el mercado de la perfumería, por ejemplo, hay un gran interés por contar con nuevos ingredientes naturales, con notas olfativas singulares, provenientes de cadenas trazables y sustentables de aprovisionamiento, como nunca hubo hasta ahora. Podemos decir que durante la segunda mitad del siglo pasado predominaron en la perfumería los ingredientes sintéticos y a principios de este siglo se despertó un mayor interés en los naturales, que hoy constituyen indudablemente una tendencia de consumo consolidada”, explica a LA NACION Sergio Sepiurka, socio fundador de Hierbas Patagónicas, una empresa con sede en la ciudad chubutense de Esquel que en septiembre celebrará 25 años desde su primera exportación de aceites esenciales.
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La flora patagónica nativa da origen a materias primas elaboradas que son apreciadas por sus notas originales para uso en perfumería fina y de nicho, y por sus principios activos para uso en aromaterapia y cosmética. Además, varias de las coníferas exóticas (como el Pino Ponderosa y el Abeto de Douglas, que crecen en la Patagonia pero son originarios de norteamérica) se han adaptado a esta geografía con particularidades bien marcadas.
Dentro del mercado de la aromaterapia, los aceites patagónicos de esas dos coníferas se diferencian de la gran oferta de pinos proveniente del resto del mundo por la calidad olfativa superior y sus reconocidos principios activos. Eso hace que sean muy requeridas en Estados Unidos y en Europa. Incluso se las conoce por su región de origen como Pine de Patagonie en Francia y Patagonia Pine en el resto del mundo.
“Todos nuestros aceites provienen de la destilación de las hojas de las especies nativas y de las agujas de pino y abeto, como resultado del trabajo de poda que realizamos con todas las plantas que procesamos. Contribuimos al cuidado del ambiente al procesar, en el caso de las coníferas, el material residual de las podas. Eso habitualmente representa un combustible que queda tirado en las forestaciones con el consiguiente riesgo de incendio. A su vez permite, en el caso de la recolección del material de poda de las nativas, una más vigorosa recuperación de las plantas. Del mismo modo, trabajamos bajo certificaciones que aseguran internacionalmente la trazabilidad de nuestros productos”, suma Sepiurka.
Sepiurka considera que los protagonistas del sector deben dar “una fuerte pelea por competir en precio y cantidad con productos de calidad inferior pero muy instalados”, al tiempo que subraya: “No vendemos commodities, sino ingredientes premium. Estamos intensificando estudios y publicaciones en los ámbitos jerarquizados de difusión y práctica de la aromaterapia científica. Hubo un importante salto de demanda durante la pandemia que ahora volvió a sus niveles históricos. Supimos aprovechar la oportunidad y ahora tenemos el desafío de seguir creciendo, generando más empleo y exportaciones”.
Proyecto y comparación
Fundada en 1997, Hierbas Patagónicas surgió tras un proyecto de cooperación internacional llevado a cabo en conjunto con Francia y la Unión Europea. “Se relevaron en todo el país nuevos posibles ingredientes para uso en la industria de sabores y fragancias. Mi socio, el ingeniero agrónomo Héctor Menoyo, trabajó en ese proyecto en la región Patagonia y posteriormente me invitó a desarrollar comercialmente el uso de los aceites esenciales que mostraban algún potencial”, recuerda Sepiurka.
En agosto pasado, la empresa situada en Esquel habilitó una planta de destilación fija con capacidad para procesar entre 2 y 3 toneladas de aceites esenciales por año, compuesta por dos cubas de destilación de 2000 litros cada una. Entre los clientes de Hierbas Patagónicas están L’Oreal y Natura. En 2021, las exportaciones de Hierbas Patagónicas alcanzaron su mejor nivel, medio millón de dólares. En ese mismo año, la compañía recibió el Premio Exportar en la Categoría Embajador Exportador de la Región Patagonia.
Desde hace años, la Argentina es una reconocida potencia en la producción de aceites esenciales de cítricos. El país es líder mundial en la producción de aceite esencial de limón, un sector con exportaciones del orden de 450 millones de dólares. La producción de aceites esenciales provenientes de herbáceas no llega todavía, en total, al millón de dólares anuales.
El gerente de Hierbas Patagónicas agrega que la Argentina también es un importante productor de oleorresinas provenientes de la corteza del pino elliotis en Mesopotamia y de los derivados que se obtienen de ella (como trementina y colofonia): representaron en 2023 exportaciones cercanas a los 50 millones de dólares y un volumen de alrededor de 30.000 toneladas de producto.
“Son producciones muy importantes que también forman parte del complejo exportador aromático con productos de precio más reducido que tienen múltiples aplicaciones como insumos industriales para la producción de tintas, pinturas, etc. Y este año se habilitará en Roque Sáenz Peña (Chaco) una nueva planta de destilación de aceite esencial de Palo Santo (hasta ahora solamente producido en Paraguay) que cumple con todas las exigencias internacionales, ya que se trata de una especie forestal contemplada en el listado de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES)”, suma Sepiurka .
En la Patagonia, hay otras especies que tienen un enorme potencial, como la lavanda y la rosa mosqueta. Orlando Bodrone es uno de los fundadores de Rosa Patagónica, una empresa que arrancó en 2002 con una primera planta de secado y procesado en la localidad de Lago Puelo. Pocos años más tarde sumaron otro emplazamiento en Cholila, provincia de Chubut.
Allí elaboran y exportan aceites prensados orgánicos de rosa mosqueta, además de cascarilla (pulpa seca) de rosa mosqueta, polvo de cascarilla y semillas. “La cascarilla de rosa mosqueta es utilizada habitualmente en la preparación de infusiones que se caracterizan por sus propiedades antioxidantes y gran concentración de vitamina C”, advierte Bodrone.
En las plantas de Rosa Patagónica, el fruto fresco de la rosa mosqueta se deshidrata a bajas temperaturas para conservar las propiedades del producto. Luego del proceso de quebrado se separa la cascarilla de las semillas. Después de varias etapas de clasificación y molienda de la cascarilla, se obtienen los cortes según las necesidades del mercado al que va dirigido.
En definitiva, el potencial del mercado de los aceites es enorme y la clave parece estar en lo natural. “Una gran impulsora de esta vuelta a los aceites naturales fue la recientemente fallecida Monique Rémy, legendaria productora de aceite de rosa y jazmín en Francia. Ella nos visitó en Esquel en 2007, anticipando con su olfato el potencial de varios de los aceites que aún esperan un lugar en las mejores creaciones de la perfumería fina”, dice Sepiurka.
Actualmente, se utilizan los aceites esenciales de hierbas autóctonas e introducidas como paramela, palo piche, senecio y botón de oro. Y suman interés internacional aceites nuevos como el de ciprés, laura y canelo.
“La cooperación público-privada es fundamental a la hora de incrementar las exportaciones. Argentina tuvo hace unos años 15.000 empresas exportadoras, de las cuales apenas la mitad sigue exportando. Por un lado, hay que arreglar la macro, mejorando las condiciones generales para exportar (tipo de cambio, mínimos derechos de exportación, levantamiento del cepo, régimen simplificado, entre otros) y, por otro, hay que salir al mundo trabajando en equipo”, cierra Sepiurka.
Fuente La Nacion