LA HABANA, Cuba.- Las actuaciones de agitación y propaganda que en días recientes ha escenificado el régimen castrocomunista se han centrado en la realidad que se vive desde hace meses en Gaza. Se extrapola al conjunto de Palestina lo que en realidad es la consecuencia de la agresión brutal que el pasado 7 de octubre perpetró contra Israel el grupo terrorista Hamás, que ha impuesto su dominio de aspiraciones totalitarias sobre la población de la mencionada franja.
En esta desdichada Isla, otrora llamada “Perla de las Antillas”, se ha convertido en espectáculo común ver a los ventrudos jefes tocados con la especie de bufanda denominada keffiyeh (aunque confieso que prefiero la versión más hispanizada: kufiya). Esto se observa desde el encumbrado primer secretario y presidente Díaz-Canel hasta cualquier lidercillo estudiantil.
Resulta irónico que en este país, hundido ya en la miseria y en marcha hacia la indigencia, veamos con cierta frecuencia esa prenda exótica. En puridad, sería más exacto hablar de una burla sangrienta dirigida contra el pueblo de la Isla: me refiero a que a los nacionales les resulta prohibitivo o imposible conseguir una prenda típica o un simple pañuelo, pero las dichosas kufiyas se ven a diestra y siniestra; y esto pese a ser bastante caras, ya que se trata de confecciones hechas a mano por el monopolio Hirbawi. Pero, bueno, ya se sabe que su precio lo pagan no quienes las usan, sino el manirroto Liborio Pérez, representación del pueblo cubano.
En puridad, esta nueva moda zurda no es, ni remotamente, exclusiva de nuestra isla caribeña. También en la Venezuela chavista o en la Nicaragua sometida a la dictadura de Daniel Ortega se suceden las muestras de “solidaridad con Palestina”. En Bolivia, el presidente Luis Arce llegó hasta… ¡proponer el ingreso del referido proto-Estado árabe del Cercano Oriente en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América!
Pero es que no sólo en los países sometidos al “socialismo del siglo XXI”, sino incluso en aquellos en que sus gobernantes tratan de avanzar en esa dirección, se imponen las simpatías y el apoyo hacia Palestina (los cuales, en puridad, tienen un destinatario más específico: Hamás). Es lo que con Gustavo Petro acaba de suceder en la fraterna Colombia, lo cual ha dado lugar a la denuncia del colega José Gregorio Martínez, publicada en PanamPost, contra el actual presidente que llegó a la vida pública como guerrillero terrorista: “Petro convierte la marcha del 1 de mayo en acto político contra Israel”.
Conviene precisar que toda esta identificación con la causa palestina (¡con Hamás, en realidad!) no debe provocar nuestra extrañeza. Existen evidentes discrepancias entre los fundamentalistas musulmanes de Hamás y los izquierdistas latinoamericanos. En el caso de los chavistas, se declaran “cristianos” y no sacan de su boca a “Diosito”; mientras que los castristas continúan declarándose “marxistas-leninistas” y, por ende, “materialistas científicos” (o para decirlo con mayor brevedad: ateos).
Pero esas obvias divergencias ideológicas pierden toda importancia cuando unos y otros se declaran adversarios a muerte de Estados Unidos y del país democrático del Cercano Oriente que es, pese a las discrepancias entre uno y otro, el mayor aliado de la superpotencia en esa convulsa región del mundo: Israel. Es así como el antiyanquismo a ultranza se convierte en la piedra de toque de las bochornosas complicidades entre los autoritarios de todo el mundo.
Pero más allá de las inconfesables alianzas urdidas entre los poderosos, hay que pensar en cómo reaccionan a esos conciliábulos los simples ciudadanos de a pie. Estos se guían no por los intereses geopolíticos de los barrigones que, sin haberse sometido jamás al voto libre e informado de sus súbditos, se presentan ante ellos y ante el resto del mundo como sus jefes y representantes legítimos.
Es esa faceta de la cuestión la que me interesa particularmente en el caso de nuestro país; es aquella la que me ha motivado a acometer la redacción del presente trabajo periodístico. ¿Puede afirmarse que los cubanos de a pie hayan respondido de manera favorable o se sientan identificados ahora mismo con la desenfrenada agitación y la propaganda que el régimen castrocomunista realiza a favor de Hamás?
Para responder de manera objetiva a esa interrogante, creo que hay que optar por la afirmativa. Sí, es verdad que el habanero “Palacio de la Revolución” y su Departamento Ideológico, por una vez, han alcanzado cierto éxito en una de sus campañas propagandísticas. Es justamente por eso que, echando al olvido los temas nacionales, los demagogos bolcheviques se presentan con kufiyas y enarbolan lemas pro-palestinos.
Es que al pueblo cubano, que sufre en su propio pellejo las consecuencias catastróficas de las medidas contraproducentes que el gobierno omnipotente ha implementado a sangre y fuego durante 64 años, no resulta posible ya hacerle cuentos sobre las dramáticas realidades de su Isla. Tampoco los castrocomunistas han tenido éxito con su vergonzoso apoyo hacia la Rusia imperial, su dictador Putin y la bárbara agresión desatada contra Ucrania.
Ese no es exactamente el caso con el conflicto Israel-Hamás. En este asunto sí han alcanzado algún éxito en la desinformación al cubano de a pie. Por ejemplo, la salvaje agresión perpetrada el 7 de octubre por el grupo terrorista contra el Estado hebreo, las más de mil víctimas civiles que ocasionó, los asesinatos y las violaciones, y los cientos de rehenes mantenidos hasta hoy en Gaza, los han cubierto con un manto de silencio.
Sólo algún que otro analista (como Anisley Torres en el NTV del jueves) mencionan el origen del actual conflicto, pero restándole importancia y tratando de hacer ver que la reacción israelí es totalmente desproporcionada. Por supuesto que silencian que, ante la prepotencia de Hamás, la única esperanza de apartarla del control de Gaza y evitar la realización futura de nuevas agresiones análogas, la representan las acciones enérgicas contra sus bases y sus combatientes, que se esconden entre la población civil.
Es esa —creo— una razón adicional para que los periodistas independientes tratemos de esclarecer la verdad ante el pueblo cautivo de Cuba, brindándole los elementos suficientes para que comprenda lo que realmente está sucediendo en el Cercano Oriente y se niegue a respaldar a los aliados del régimen castrocomunista, y para que lo haga con la misma firmeza con la cual se niega, salvo inevitables excepciones puntuales, a respaldar sus políticas internas.
Fuente Cubanet.org