Sorpresa en el Congreso, la CGT no sabe por qué para y los subsidios secretos a prepagas
Por Ricardo Roa
La CGT no le hizo ninguna huelga al kirchnerismo y puede hacerle dos a Milei en cinco meses. El impuesto no impuesto a Pablo Otero, el Señor Tabaco.
Lo políticamente importante sería que al final Milei negocia como cualquier político. En febrero había sido al revés. Amenazó comerse los chicos crudos, no pudo y abandonó la cancha en medio del partido. Le habían aprobado la mitad de los mil artículos de la ley ómnibus. Pero en la discusión de cada artículo le quisieron bajar más, se sintió como si siguiera en campaña y pateó el tablero.
“Para sacar una ley mala, prefiero que no salga”, pavoneó. Ahora negoció. Sacó un triunfo que le salió bastante más caro. Si no se hubiera ofendido en febrero, habría tenido una ley mejor. Pruebas: le habían aprobado seis facultades delegadas. Quedaron cuatro. Peor con las empresas a privatizar: pasaron de 27 a sólo 3, ocho si se cuentan las cinco que podrá vender parcialmente. Como fuere, ahí tiene cocinadas en Diputados la ley Bases y la Reforma Impositiva, con pase a Senadores y un final incierto.
Que al final haya salido media ley no es sorpresa. Ni para el gobierno ni para la gente que todavía se interesa por las leyes. Es decir, que sigue interesándose por el país, por sí misma. La sorpresa tiene que ver con un impuesto, o mejor dicho con un impuesto no impuesto, el del tabaco que el zar Pablo Otero gambeteaba con extendida complicidad como para, haciendo otra Gran Cristóbal López, quedarse con buena parte del mercado de los cigarrillos manijeándolo con políticos y jueces amigos y amigabilidades en la Afip.
Tres breves títulos tres en esta historia. 1) Milei incluye el impuesto en la ley. 2) Parte de la oposición lo fuerza a sacarlo. 3) Otra parte de la oposición vota recuperarlo. Otero puede victimizarse y decir que todo es una maquinación de la prensa. Pero el simple hecho de contar cómo maneja sus negocios lo desmiente. Dentro de la sorpresa, otra sorpresa: el artículo volvió por el sí de 21 peronistas, que votaron en contra de su bloque. Si se suman abstenciones y votos negativos, el artículo seguiría afuera. ¿No es lo que hubiera querido el gobierno? ¿Y otros? ¿Cuántos oteristas hay?
Cómo será lo de ¿y ahora qué hago para zafar, agotado el subterfugio Lousteau de los dedos a media asta? que Manes otra vez se abstuvo pero atendiendo a una diputada que se sentía mal. Manes es neurólogo, pero lo rodearon varios diputados no médicos que aprovecharon la volada y se abstuvieron.
Y aparece la CGT ubaldinizándose con notable rapidez, como despertando del letargo cómplice con los sueldos siempre para abajo de Fernández y los planes platita de Massa, siempre para arriba, inflacionando entonces y más hacia delante, hacia ahora.
La Ley Bases no le toca ninguna de sus quintas. No toca Obras Sociales, que es la gran caja que los sindicatos manejan. No toca convenios, muchos regidos por normas anticuadas que nada aportan a la productividad, algo que en casi todo el mundo tienen muy en cuenta. Y no toca el régimen de la personería gremial, una particularidad muy argentina por lo cual el gobierno da carnet de identidad a los sindicatos como negociadores únicos en las paritarias.
¿Puede festejar Milei que no haya conseguido incorporar la educación a los servicios esenciales, de modo que seguirán cerrándose escuelas cuando los docentes hagan huelga? Sí, le queda para festejar que con la ley se les complicará la vida a las mafias que hacen plata con la industria cangrejo de los juicios laborales y sus multas, o que las pymes puedan tomar personal con algo más de tranquilidad. Viniendo de tanta rémora, podría argumentarse que no es poco.
Caputo y Pichetto fueron los activos negociadores de estos temas con los sindicalistas, con los que negociar nunca es fácil. Siguieron después pero el paro aguó la reunión pactada para el jueves. Hay una cultura que lleva a la CGT a resolver paros que no resuelven nada. No le hicieron ninguna huelga al kirchnerismo y pueden hacerle dos a Milei en cinco meses. ¿Y el motivo? Quedará para la inacabable historia de la hipocresía.
Pasemos al apartado prepagas con otras preguntas más inquietantes: ¿cuántos subsidios tuvieron durante el gobierno de Fernández? No los contamos, porque no sabemos si los que sabemos son todos. Arrancaron en 2020 con la pandemia y los ATP para pagar sueldos. Debían beneficiar sólo a sanatorios y hospitales. Pero embolsó esos subsidios la prepaga Swiss Medical, de Belocopitt, aunque casi no daba servicios. La cifra oficial canta que recibió 13 millones de dólares. ¿Casualidad?: a comienzos del 2021 Belocopitt salió de compras y se quedó con el Instituto Cardiovascular de Buenos Aires.
De enero 2021 a noviembre 2021 se distribuyeron los Repro 2, Programa de Recuperación y Sostenimiento Productivo, para empresas en situaciones críticas. Sabemos que en situación crítica hay empresas en situación permanente. ¿Alguien se acordaba?
De marzo de 2022 a noviembre: subsidio para establecimientos de salud (privados) asociado al Repro 2. De este, y por lo que ahora trasciende, empresas de Belocopitt habrían recibido algo así como mil millones, esta vez, de pesos. Estos programas estuvieron, en temporada electoral, bajo tutela de Massa, más que próximo a Belocopitt. Fueron subsidios a cambio de que ustedes no me aumenten o aumenten poco las cuotas, que estoy en campaña.
Con igual lógica, en 2023 llegaron los FESCAS. Y a fin de año el subsidio explotó. Massa inventó algo más: el Indice de Costo de la Salud, que fijó para las prepagas 6,6% de suba en enero de 2024 y 15% en febrero. Pero ganó Milei, dijo aumenten y alguien dijo: “aprovechemos que este se cae antes de abril”. El 6,6% pasó a 40,5 de Galeno, 40,8 de Omint, 44 de Medicus (Belocopitt) y 40 de Swiss Medical. Ahora estamos pagando ese aprovéchese quien pueda.
No por nada estamos como estamos. A veces la política parece reducirse a producir frases provocativas mientras todo sigue demasiado igual. Veníamos de un pedo de buzo y aterrizamos en un culo limpio que no necesita ninguna Corte Suprema salvadora. Esta frase última de Milei es llamativa y llamadora, y fácil para dejar tranquila a su conciencia. Pero asociarse con Lorenzetti pensando en que nadie se da cuenta de que lo busca el presidente es sencilla, claramente, su mayoría en la Corte, puede tratarse también de otra sobreestimación propia, con algo o bastante subestimación ajena. No se puede decir que somos pocos, pero sí que nos conocemos.
Fuente Clarin