Por Maia Jastreblansky
El Presidente no lo saludó ni en el tedeum ni en el acto en Córdoba; el jefe de Gabinete estuvo con Francos en la Casa Rosada; hipótesis de los cortocircuitos en la cúpula del Gobierno.
En las tres horas que separaron al tedeum del viaje a Córdoba, Nicolás Posse esperó en la Casa Rosada. No estuvo solo: se quedó conversando con el ministro del Interior, Guillermo Francos; con su segundo, José “Cochi” Rolandi y con el secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo. El jefe de Gabinete y Francos tienen un vínculo por su pasado en común en Corporación América. Las vueltas de la vida hacen que hoy, cuando Posse aparenta estar en la cuerda floja, el ministro del Interior aparezca en las conversaciones de palacio como un candidato firme para reemplazarlo.
Pese a su bajísimo perfil, en las últimas 72 horas Posse estuvo en el centro de todas las miradas. Los rumores que lo dan afuera del Gobierno son cada vez más fuertes, aunque Javier Milei -que es su amigo desde hace 20 años y el que lo convenció de dar el salto a lo público- todavía no le comunicó nada.
En la víspera al 25 de Mayo se había especulado mucho en Casa Rosada sobre si Posse participaría o no de los festejos patrios. Hubo reuniones organizativas donde la jefatura de Gabinete no intervino. Finalmente, el funcionario dio el presente tanto en el Tedéum como en el acto de la capital cordobesa.
Ninguna de las dos escenas ayudaron a ahuyentar los fantasmas. Todo lo contrario. Por la mañana, Posse quedó relegado a una segunda fila en la tradicional caminata que el Presidente, bastón en mano, encabezó por calle Rivadavia para llegar al templo metropolitano. Milei estuvo escoltado por la vicepresidenta Victoria Villarruel; Francos; el titular de Diputados, Martín Menem; la canciller Diana Mondino y el presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala. Como agravante, el locutor de la transmisión oficial olvidó nombrar al jefe de Gabinete junto al resto de los ministros. Ya dentro del templo, el Presidente no saludó a su jefe de Gabinete.
Para volar a la provincia mediterránea, Posse se trasladó a Aeroparque en un auto con Francos y Rolandi. Luego, se subió al avión oficial que trasladó al gabinete a Córdoba. Testigos del vuelo contaron que el clima en el trayecto fue “muy distendido”. Milei y su hermana Karina, por protocolo de seguridad, viajaron en otra aeronave.
Por la tarde, la secuencia se repitió. Milei subió al escenario frente al Cabildo de Córdoba y saludó a sus colaboradores con un apretón de manos. De nuevo, Posse estuvo excluido. Y aunque no fue el único, en este contexto se leyó como un fuerte gesto de frialdad presidencial.
Distancia hace semanas
En la Casa Rosada comentan que, en rigor, hace tiempo que Milei le puso distancia a su ministro coordinador, con quien trabajó durante años en Corporación América, compartiendo sinsabores y hasta el mismo psicólogo. “Sí, hace varias semanas que Javier no le habla, por eso no va a las reuniones de gabinete”, dijo a La Nación una fuente oficial.
Cerca de Posse creen que, de haber una decisión tomada, Milei ya se la hubiera comunicado. “Nicolás está en el Gobierno porque se lo pidió Javier. A él la política no le interesa. Tienen una relación muy antigua… si Javier no quiere que esté más, va y se lo dice”, reflexionó un colaborador que conoce al jefe de Gabinete.
Entonces ¿qué llevó al Presidente y a su principal cuadro técnico a esta situación? “No creo que hay sido un evento puntual, es una sumatoria de cosas”, reflexionó un colaborador de Casa Rosada cercano a los hermanos Milei.
El ministro coordinador cree que hay factores endógenos y exógenos al Gobierno que le están jugando una mala pasada. Que hay “fuerzas que no son del cielo” que están operando en su contra. Pero que todavía no está dicha la última palabra.
En el Gobierno hay quienes dicen que Posse desgastó su relación con Karina Milei y con Santiago Caputo, el asesor presidencial todoterreno. Y que rompió así una regla de oro en La Libertad Avanza, porque ellos dos son figuras intocables.
En el caso de la secretaria General de la Presidencia, ella estaría irritada por demoras con designaciones y expedientes. Sin embargo, la hermana del Presidente nunca cortó diálogo con Posse y no estaría de acuerdo con agravar la crisis en el gabinete, por el daño en la imagen del Gobierno.
Respecto al estratega político, florecen rumores en torno a cortocircuitos por casilleros y cajas clave del organigrama. Caputo, que arrancó como un consejero presidencial, tiene cada vez más funciones, y, por ende, más influencia. “Está hasta las manos”, cuenta alguien que lo conoce muy bien.
Desde hace varias semanas que en la Casa Rosada se consolidó un grupo de toma de decisiones diarias muy afianzado, que suele reunirse en las oficinas del Ministerio del Interior. Lo integran Karina y su mano derecha, Eduardo “Lule” Menem; Francos y su segundo, Lisandro Catalán y Caputo. Determinan desde temas de gestión, hasta asuntos políticos y cuestiones electorales con la mira en 2025. A ellos se suman, cuando se trata de las tratativas por la ley Bases, Rolandi y María Ibarzábal, una funcionaria que llegó de la mano de Caputo y que está en ascenso dentro del Gobierno.
Más allá del desgaste, en el Gobierno muchos sospechan que pasó algo más entre Milei y Posse que provocó decepción en el Presidente. Como hipótesis, recuerdan el cortocircuito por el aumento de sueldos en el Poder Ejecutivo y ponen el foco en la influencia que Posse tiene en las empresas públicas y su interés mayúsculo por la inteligencia nacional.
Para justificar esta versión, apuntan a otra comparación: hay figuras que cayeron en desgracia en LLA por entrar en conflicto con Karina Milei a los que el Presidente, sin embargo, les siguió haciendo gestos de contención. Ramiro Marra y Villarruel son ejemplos de ello.
Un libertario que conoce muy bien al jefe de Estado sentenció: “Javier se pone así si algo no le gustó o le mentís”. En el Gobierno todos esperan que, más temprano que tarde, la situación se aclare y la agonía se termine.
Fuente La Nación