Para que haya figuras también tiene que haber aprendices, tanto en el toro como en cualquier oficio. Aunque la base teórica es importante, para aprender no hay mejor vía que la práctica. Este sábado, tras el paso de las figuras de a pie y a caballo en un Corpus de Toledo lleno de triunfos, era el turno de las futuras promesas de la tierra en el cuarto festejo clasificatorio del III Trofeo Domingo Ortega. Hicieron el paseíllo los novilleros Juan Zamora, Álvaro Castillo, Raúl Caamaño y Javier Fernández.
Sobre las 12:00 horas, cerca de 400 personas se dieron cita en el coso de Mendigorría, agolpándose en los pocos reductos de sombra que ofrecían los tendidos para ver una novillada de Sorando, correcta en sus hechuras a excepción del escaso cuarto y de variado juego en general, destacando el noble segundo y un encastado tercero, que fue premiado con la vuelta al ruedo.
Lo más destacado de la mañana llegó de manos del novillero torrijeño Raúl Caamaño, que sorteó el ejemplar de más posibilidades del encierro. Cuando la estética y el concepto se imponen al valor, suelen surgir actuaciones como la de Caamaño, que toreó con mucho gusto y torería por ambos pitones, dejando varios naturales de mucha estima y un final por bajo que ya les gustaría a muchas figuras poder ejecutar con tanta limpieza. La espada, en el hoyo de las agujas, le valió para pasear las dos orejas y el rabo del colorado tercero, premiado con la vuelta al ruedo.
Por su parte, Juan Zamora tuvo que suplir las escasas condiciones del primero de la mañana, que acusó una larga lidia y se vino abajo enseguida. Faena de tesón y colocación por parte de Zamora, que consiguió calar en el público gracias a un arrimón final con varios desplantes efectivos como recurso novilleril. La estocada, ligeramente desprendida, no fue impedimento para pasear dos orejas.
Álvaro Castillo, a pesar de la precocidad, hizo una faena inteligente y mimando la noble embestida del segundo, llevándolo cosido a la franela y a media altura para evitar que el animal perdiera las manos y desluciera así las tandas, ya que casi todo el trasteo se planteó por el pitón derecho. Un buen espadazo fue el empujón necesario para cortar dos orejas.
Cerró plaza Javier Fernández con el ejemplar de menos presencia de la novillada, al que toreó de manera variada en el recibimiento y en el tercio de quites con el capote. Sacó el máximo partido con la muleta a un animal que no otorgaba gratis sus embestidas, logrando muletazos sueltos de buen trazo y pases de pecho con largura que conectaron con los tendidos. La espada, que quedó algo caída, no le impidió al publico pedir los máximos trofeos para el novillero de Herencia.
La ficha
Plaza de toros de Toledo. Cuarto clase práctica del III Trofeo Domingo Ortega, que organiza la Diputación. Menos de un cuarto de entrada. Novillos de Sorando, correctos de presentación y de juego variado, destacando el segundo por su nobleza y el tercero por su calidad, que fue premiado con la vuelta al ruedo.
– Juan Zamora, de la Escuela Taurina de Albacete: dos orejas.
– Álvaro Castillo, de la Escuela Taurina de Guadalajara: dos orejas.
– Raúl Caamaño, de la Escuela Taurina de Toledo: dos orejas y rabo.
– Javier Fernández, de la Escuela Taurina de Toledo: dos orejas y rabo.
Fuente ABC