Fue el pasado 26 de noviembre cuando Rubén Castro volvía a pisar el césped del Benito Villamarín. El terreno en el que tantas veces había sido feliz, en el que otras tantas veces había hecho felices a los béticos. El Betis, de la mano del presidente Ángel Haro, quiso homenajear al delantero grancanario precisamente en los prolegómenos del partido frente a la UD Las Palmas, el equipo de su vida, el que lo vio nacer y le hizo ser futbolista de Primera división, entregándole la camiseta con su número de debut, el 797. Acompañado de su pareja y sus dos hijos, la alegría volvía a inundar al ‘Tiburón’, pero nadie sabía que esa sería la última vez de Rubén Castro sobre el terreno de juego de Heliópolis. Ayer, el histórico y recordado número ’24’ del Real Betis, a los 42 años de edad y después de su última etapa en el Málaga en la temporada 22-23, anunciaba de forma pública que cuelga las botas y se retira del fútbol de manera profesional. Justo el día en el que otro canario del Betis, en este caso tinerfeño, Ayoze, recibía la feliz noticia de representar al conjunto verdiblanco en la próxima Eurocopa de Alemania con España. Esa quizás pudo ser la espinita que se le quedó clavada a Rubén Castro en su carrera futbolística. Después de tantos goles y de hacerlo tan bien en un club grande de Primera división como es el Betis, fue injusto que no fuera convocado ni una sola vez para la selección absoluta española.
Muy pocos podían esperar de aquel 29 de agosto de 2010, en un Betis – Granada de la primera jornada del campeonato liguero 2010-11, que sería una fecha para el recuerdo. Fue la primera vez que Rubén Castro se enfundaba la camiseta que luce el escudo de las trece barras. A partir de ese momento, la aportación del delantero grancanario fue vital en el siglo XXI del club verdiblanco. Se marcha siendo el máximo goleador histórico de Segunda división, con 195 goles; el tercer futbolista con más tantos marcados entre las dos primeras divisiones del balompié español, y, como no, el máximo goleador histórico del Real Betis, después de 147 goles marcados en los 290 partidos en los que vistió la elástica verdiblanca. La suma de Rubén Castro en el Betis fue tan vital en los ocho años en los que lució la camiseta bética como que, con sus goles, contribuyó a los ascensos a Primera división en 2011 y 2015, permanencias en Primera y también a la clasificación para jugar la Europa League en la temporada 13-14. Un futbolista que ha permanecido 22 temporadas consecutivas marcando goles en LaLiga entre Primera y Segunda división.
Pepe Mel y Jorge Molina
En el paso de Rubén Castro por el Betis no pueden olvidarse las figuras de Pepe Mel y Jorge Molina. El técnico madrileño fue el que fichó a los dos futbolistas, y también a Salva Sevilla, en el verano de 2010. Rubén siempre ha considerado a Mel como su padre futbolístico. El entrenador ya lo tuvo a sus órdenes en el Rayo Vallecano y no dudó en que el goleador grancanario tenía que estar con él en su proyecto de devolver al equipo verdiblanco a Primera división. Y respecto al delantero alicantino, fue su pareja de baile preferida en el ataque. Los dos delanteros formaron una pareja letal. Por ejemplo, en su primera temporada juntos, la 10-11, entre los dos firmaron 45 goles. Ya en Primera, en el curso 12-13, ambos marcaron 31 tantos. Y en la campaña 14-15, para devolver de nuevo al Betis a Primera división, los dos anotaron 51 goles. Una auténtica barbaridad.
De hecho, el grancanario tuvo un cariñoso mensaje para Mel y Jorge Molina en su texto de despedida: «Voy a nombrar a dos muy particulares. No significa que no me acuerde de muchos otros, pero singularmente la figura de Pepe Mel se encuentra grabada fuego en mi trayectoria. Nadie me entendió mejor que él. como con nadie me entendí en el césped como con Jorge Molina. Esos años en el Villamarín nunca tendrán fin en mi memoria», decía Rubén Castro.
Fuente ABC