La versión más letal de Javier Milei en modo Terminator -como se definió a sí mismo- es la del político, arte que aborrece pero cedió y habilita a ejercerla para doblegar al resto de la dirigencia como si él no supiera de los pactos y transacciones que tuvieron lugar a cambio de la Ley Bases y el paquete fiscal. Nada que no haya ocurrido en los distintos gobiernos frente a la urgencia por sumar resultados.
Estos últimos días festejó la baja de la inflación a 4.2, el swap de China y el desembolso del FMI mientras el Banco Central se vio obligado a intervenir y desprenderse de reservas. Milei tuvo también que ser políticamente correcto en el G7 en el abrazo que dio, otra vez encantado, al Papa Francisco, en sintonía con los más grandes líderes, entre ellos su admirada Giorgia Meloni que como anfitriona y primera ministra de Italia logró la presencia papal por primera vez en esta cumbre.
Le sirvió además para amortiguar el efecto de las palabras del Santo Padre, dardos contra él y la derecha europea, y también para opacar la foto de la víspera entre Francisco y el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, ese al que buscó desprestigiar llamando “enano comunista”. Hoy el bonaerense es el más indomable que se le para enfrente.
Milei no cedió su batalla cultural, apenas se moderó. Y voló triunfal a Italia a pesar de la mutilación que en el Senado sufrieron la Ley Bases y el paquete fiscal. Celebró el épico desempate que tuvo como protagonista a la vicepresidenta Victoria Villarruel, oportunidad que ella aprovechará para su propia carrera política. No fue un logro del día sino el resultado de la crisis que desencadenó su figura sobre todo el ecosistema.
En las horas de mayor incertidumbre sobresalieron la Vicepresidenta, el titular del interbloque de Unión por la Patria, José Mayans, con muñeca política y dosis de humor y un Martín Lousteau determinado a incomodar incluso a los dirigentes del partido que preside, la UCR, convencido de que es momento de arriesgar y frenar todo aquello en lo que no cree. Ya algunos reclaman que dé un paso al costado como en el PJ exigen expulsiones de sus propias filas.
La maratónica sesión de 21 horas dejó otra secuela: fueron más los discursos para justificar el voto a favor del Gobierno
El segundo semestre no será tan amigable
La mayoría ya decidió que después de la sanción de las leyes quitarán colaboración para evitar la desaparición de cada una de sus fuerzas políticas. “Cuando tenga los instrumentos, tendrá que gestionar. Ya no podrá decir que no puede porque no lo dejan, tiene el DNU y tendrá las leyes, lo que no tiene es un plan”, le dijo a este diario un diputado del PRO que votó a favor cada uno de los artículos mileistas.
En ese contexto el kirchnerismo se enrosca en sus propias internas, principalmente con Máximo Kirchner celando a Axel Kicillof. El PJ sigue acéfalo y sin candidatos para presidirlo; son cada vez más visibles las diferencias de criterio entre la CGT más combativa y la postura dialoguista del grupo que acompaña a Héctor Daer y se suman las necesidades presupuestarias de algunos gobernadores que se volvieron permeables y flexibles mientras Sergio Massa apenas habla con los senadores rebeldes detrás de escena. A Cristina Kirchner cada vez le cuesta más ordenar a todo el espectro.
Gobernadores de centro
Es cierto que no son peronistas los senadores por Santa Cruz José María Carambia y Natalia Gadano. Pero nadie fue a buscarlos cuando después de votar en contra de la Ley Bases se retiraron del recinto. A Gadano, de buen diálogo con Villarruel, se la vio muy nerviosa, afectada por las amenazas que recibió en redes sociales contra sus hijos. Su ausencia y la de Carambia habilitaron la celebración mileista.
Cerca de los dos dicen que estaban seguros de que no serían tan determinantes y de que el radical Maximiliano Abad votaría en contra junto con Martín Lousteau lo que no ocurrió y dejó al porteño en soledad y como figura central y rebelde.
Es cierto que Mayans, la mendocina Anabel Fernández Sagasti y Juliana Di Tullio contuvieron durante casi toda la sesión a sus 33 senadores -excepto al votar el artículo del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI)- pero hace rato perdieron dos votos que de haberlos cuidado les hubieran dado la mayoría. Es el caso del correntino Carlos ‘Camau’ Espínola y del entrerriano Edgardo Kueider. Sólo con ellos hubieran sumado 35.
Los escrachó en redes Cristina Kirchner que nunca los escuchó en los últimos cuatro años cuando le pedían incluir iniciativas de su autoría en el temario del Senado. Tampoco los cuidaron Alberto Fernández y Massa aunque sus excompañeros de bancada plantean que esas son sólo excusas. De hecho en Corrientes dicen que a ‘Camau’ Espínola le conviene mantenerse lejos del kirchnerismo y convocar a una alianza de centro en su provincia.
Milei, jefe político de sólo siete senadores, festeja aunque tal vez junto a su hermana Karina Milei hubieran preferido que Victoria Villarruel no hubiera quedado como una heroína dándole un final épico a semanas de negociaciones e intercambios de favores en pos de dos leyes para las que además, se hicieron demasiadas concesiones.
Para debilitar aún más al peronismo hubo sorpresas de último momento como la que dio la jujeña Carolina Moisés, integrante de la mesa del Consejo Nacional del PJ. Moisés terminó votando a favor del RIGI, artículo que previsiblemente acompañaron la tucumana Sandra Mendoza y el catamarqueño Guillermo Andrada.
Sólo la unidad de todos los patagónicos, sin distinción partidaria, torció el destino de Ganancias, rechazo que ahora discuten si constitucionalmente se puede volver retrotraer en la segunda vuelta en Diputados, cámara de origen. El Gobierno dice que sí y Guillermo Francos, desandando las horas de negociaciones en el Senado, ofreció a los dialoguistas que “hagan lo que quieran con la Ley Bases, no hay compromisos por cumplir pero dejen Ganancias y Bienes Personales”. Hay radicales dispuestos a frenarlo,
¿Qué opinará Villarruel que defiende el diálogo y la palabra empeñada? Una semana atrás, decidió emerger y no sucumbir en un rol ni decorativo ni administrativo. Tras involucrarse en la estrategia empezó a recorrer el Conurbano mal que le pese a Karina Milei que sigue construyendo el partido de La Libertad Avanza en distintas provincias. Un dato: en muchos distritos hubo denuncias por la aparición de muertos entre los avales para la constitución del sello propio y gente que dijo no haber puesto su firma.
A Karina Milei, a quien Mayans señaló como la “Terminator” en versión femenina la sufre Ramiro Marra en la Legislatura porteña. Otra interna lapidaria. Por segunda vez la concejal María Pilar Ramírez se arrogó la presidencia de LLA y partió el bloque.
Marra dijo sentir “vergüenza”, la acusó de buscar “carguitos” y también con tono épico prometió inmolarse por el Presidente comparándose con el sacrificio del Sargento Cabral para salvar al general José de San Martín en la batalla de San Lorenzo. Karina Milei le agradeció a Ramírez públicamente y la alentó a seguir en esa línea.
Desde el margen ve la película un Mauricio Macri decidido a conducir al PRO hacia otro destino. A diario tiene encuentros con gobernadores y legisladores y el diputado Cristian Ritondo le arma rondas con integrantes del bloque que conduce. Macri les advierte que no habrá fusión con LLA y organiza un congreso partidario para el 4 de julio (aunque aún no confirmó).
Por el contrario, como ‘dueño’ de la marca, promueve recuperar la identidad partidaria y una renovación generacional, misión que le encargó al pinamarense Martín Yeza mientras deja trascender que ya no será Patricia Bullrich quien conduzca, como se preveía, la asamblea partidaria.
¿”Cómo”?, lo increpó un diputado porteño que como tantos otros se quejó de tener que acatar “mansamente” los planteos de sus pares en el bloque “que hoy son más libertarios que del PRO”. Macri lo convenció de que es difícil pero no imposible, propuso rearmarse y preparar una opción de Gobierno para después de Milei. Les pidió calma y paciencia. Ese camino empieza después de la sanción de las dos leyes clave, cuando -si ocurre- el Presidente no tendría ninguna excusa bajo la cual protegerse.
Fuente El Cronista