LA HABANA, Cuba.- En Cuba, cuando uno se enferma, conseguir la medicina requerida para curarse genera un gran dolor de cabeza. Localizar el medicamento necesario constituye un sufrimiento ya que, en la mayoría de los casos, es casi imposible conseguirlo en la farmacia.
En estos momentos, las farmacias reciben los fármacos controlados mensualmente, y los normales cada tres meses, pero no siempre entran.
Desde el día antes de que vendan las medicinas, hay personas marcando en la cola para adquirir las que necesitan, si es que llegó. Aun así, no siempre alcanzan el medicamento que buscan. De ahí que en las colas sean frecuentes discusiones y altercados.
Cuando existe alguna urgencia, la escasez obliga a comprar en bolsa negra los medicamentos. Pero encontrar quién los vende, es otro problema.
Los precios por la izquierda son de espanto. Aquel que no posea un buen salario o no reciba ayuda del exterior no puede adquirirlos. Por tanto, son muchas las personas enfermas que hace tiempo no consumen la medicina que requieren por no tener recursos económicos para comprarlas.
Los fármacos más solicitados son los antibióticos, analgésicos, antidepresivos y aquellos indicados a personas con una patología precisa. Son también los más caros: Domperidona 1.200 pesos; Alprazolan, 500; Enalapril, 300; Captopril, 300; Salbutamol, 200; Paracetamol, 300; Hidroclorotiazida, 250. Los antibióticos oscilan entre 500 y 1.000 pesos o más.
Todas las medicinas se expenden en la farmacia asignada en la zona de residencia del paciente a través de receta médica y muchas se controlan por el llamado “Tarjetón”, la tarjeta de adquisición de medicamentos controlados.
Yo tomo dos medicamentos, la Terazosina, 5 mg, y la Flutamida para la próstata. Desde febrero de 2023 no puedo obtener el primero de estos medicamentos. Dicen que “está en falta”, que no se produce en la industria farmacéutica cubana. El segundo llega a través del hospital y, por suerte, casi siempre hay.
Los medios de información oficialistas insisten en referirse al gran desarrollo alcanzado por la industria farmacéutica cubana pero sus productos casi nunca se ven. Si acaso, se usan en los hospitales, pues en su mayoría se exportan. Por ejemplo, el Prevenox, 5 mg, antioxidante con beneficio para los huesos, elaborado en Cubanacán, Playa, casi no lo conoce la población. Yo lo he conseguido, por la izquierda, a 200 pesos.
Un sitio donde pregonan en alta voz las medicinas es en el mercado de cuentapropistas “La Cuevita”, en San Miguel del Padrón. La gente comenta, jocosamente, que allí se consigue hasta las cajas para los muertos.
Muchos localizan y adquieren las medicinas que necesitan a través de la página Revolico, a un precio estratosférico. Un mensajero la trae a la puerta de su casa, con el pago extra consiguiente.
En la farmacia que me asignaron para comprar mis medicamentos, situada en la esquina de Tulipán y Central, en el Municipio Plaza de la Revolución, el local fue dividido en dos por una pared, y en la parte más amplia se creó una Mipyme.
A ese ritmo pronto desaparecerán las farmacias en el país.
La principal solicitud de la mayoría de las personas con familiares en el exterior es que les envíen o traigan medicinas básicas, pues ante malestares comunes, como el catarro, no encuentran el medicamento necesario.
Últimamente ha aumentado la importación por cantidad de fármacos para negocios particulares.
Muchos cubanos apelan a la medicina verde, hasta es recomendada por los médicos. Pero los yerberos, que antes abundaban, están casi en extinción. Los que aún quedan se dedican principalmente a vender yerbas para trabajos de santería.
Pero también salen caros los remedios naturales. Un mazo pequeño de manzanilla, por ejemplo, cuesta 120 pesos o más.
Ante esta situación, se ha hecho común una frase que es una verdad indiscutible: Enfermarse en Cuba es un lujo.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org