Sus bondades han hecho que la Inteligencia Artificial esté ya presente en casi todos los campos.
Lo académico tampoco es ajeno a esta nueva tecnología, que puede aportar mucho, pero también abre las puertas a engaños y trampas por parte de estudiantes que llevan, por el momento, la delantera al sistema universitario en esta materia y podrían estar tentados a utilizarla de forma poco ética para aprobar. Por ello, los campus están ya alerta y trabajan para dotarse de escudos ante este posible «fraude», como lo hacen también para acabar con el plagio desde hace ya unos años.Ha sido la Universidad de Burgos la que se lo ha planteado hasta ahora de una forma más severa y tajante siguiendo la estela de la normativa estatal de Convivencia Universitaria recientemente aprobada.
Así, el que es su nuevo reglamento disciplinario , que obtuvo luz verde el pasado mes de junio de su Consejo de Gobierno y actualiza la normativa anterior de 1954, recoge sanciones que pueden llegar a la expulsión para el ‘copia-pega’ sin citar al autor del texto o el hecho de utilizar una aplicación para que escriba un trabajo. En función de la gravedad, el infractor podría verse obligado a dejar sus aulas por un periodo de entre dos meses y tres años, según el texto.
De hecho, se considera especialmente serio que se cometa a la hora de elaborar los trabajos fin de grado, fin de máster o para obtener el doctorado . Hasta ahora si esto ocurría, el alumno perdía la convocatoria y tampoco le dejaban presentarse a la siguiente, tal y como sucede también en otros centros.«Preocupación»El documento, que además pone coto a otras prácticas como las novatadas, para las que también prevé la expulsión, censura además el plagio «total o parcial» y define específicamente qué es el fraude académico .
Así, será entendido como tal «cualquier comportamiento premeditado, realizado a través de cualquier medio, tendente a falsear los resultados de un examen o trabajo, propio o ajeno, realizado como requisito para superar una asignatura o acreditar el rendimiento académico». En el caso de reproducir las obras de otros profesionales, casi todos los centros de enseñanza disponen desde hace tiempo de herramientas, como Turnitin, para detectarlo, pero las dificultades, la «preocupación» y el reto está ahora en sacar a la luz los casos que no son un plagio como tal, sino que se ha usado una herramienta tecnológica para hacer textos sin prácticamente la participación y, por tanto, el esfuerzo del alumno.
La vicerrectora de Estudiantes, Verónica Calderón, explica que los docentes cuentan ya con que pueden encontrarse con un fraude académico, pero quieren estar preparados para reconocerlo. Lo que tienen claro desde la institución es que la moderna Inteligencia Artificial puede tener cabida en la educación, siempre y cuando se utilice de «forma ética» . Es más útil en unas titulaciones que en otras, incide, pero lo adecuado sería que el estudiante refleje claramente o traslade que ha utilizado aplicaciones de este tipo en algún ejercicio o proyecto. Aún son «casos minoritarios» en los que se encuentran trampas , explica, pero la llegada de estos nuevos instrumentos impone un «plus» a los profesores a la hora de evaluar para ir más allá de los tradicionales trabajos.
Calderón considera también que la Inteligencia Artificial puede llegar a ser un buen aliado si los docentes se forman adecuadamente en ella. El objetivo debería ser, dice, la «compatibilidad».Más allá de los trabajos Desde la Universidad de Salamanca explican que en su campus virtual está «instalada» la herramienta Turnitin contra las copias y actualmente «avanza en el desarrollo de la detección de plagio de trabajos elaborados con IA» .
Ese mismo recurso ya dispone de una funcionalidad para hacer frente a las trampas de alumnos mediante Inteligencia Artificial, pero aún «no está demasiado» implementado y no puede garantizar resultados al cien por cien, explica desde la Universidad de Valladolid su vicerrectora de Innovación Docente y Transformación Digital, Susana Álvarez. Además, la tecnología va un paso por delante y ya hay instrumentos que «humanizan los textos».
Desde la institución vallisoletana aseguran que sí hay «preocupación» entre el profesorado sobre cómo abordar este asunto. No tanto porque hayan detectado muchos casos, sino porque quieren estar prevenidos . No han llegado al extremo de las sanciones de Burgos y optan, de momento, por la «disuasión» . Y es que los alumnos ya saben que si incurren en plagio o abusan de las aplicaciones que generan textos sin que ellos sean los autores pueden ser ‘cazados’.
Por eso quieren implicar al profesorado para que se empape de estas nuevas aplicaciones tecnológicas y las conozca de primera mano. Incluso para poder incorporarlas a la docencia por su «gran potencial», teniendo en cuenta que serán competencias que «también se le van a exigir al alumnado en el mercado laboral y en su futuro». Por eso, no habrá prohibición de la Inteligencia Artificial y sí se buscará una «reflexión» sobre las evaluaciones para que no se basen únicamente en trabajos.
«La sociedad cambia y eso también tiene que cambiar», indica, y su apuesta es que la enseñanza sea «más práctica» y competencial y regresar incluso a las «pruebas orales» en las que copiar y hacer trampas es mucho más complicado.«No demonizar»Esa misma posición comparten desde la Universidad Pontificia de Salamanca, donde abogan por «no demonizar» las herramientas más innovadoras porque pueden ser útiles.
El vicerrector de Ordenación Académica, Profesorado y Calidad, Francisco José Álvarez, indica que en «muy pocas» de las asignaturas impartidas se requiere «solo un trabajo» y que se prioriza, también en las titulaciones ofertadas en formato online, el contacto y trato continuo con los alumnos de manera que «si tú conoces al estudiante, sabes si un trabajo o un texto es suyo o no». Por eso, aunque se trabaja con un detector, por «sentido común» pueden descubrirse casos e insisten en métodos de calificación en los que los alumnos «se expresen» y «defiendan sus posturas» de viva voz.
Fuente ABC