S. V. es una de las 19 mujeres que denunciaron públicamente el pasado 2 de julio en el Senado de la Nación a través del informe “Cultura del Acoso: Punto y aparte” al periodista Pedro Brieger por acoso sexual. Su caso es particular pues es la única víctima que no tuvo ningún tipo de relación laboral o académica con el denunciado.
-¿Cómo nace, y por qué, este grupo de mujeres que decidió denunciar públicamente al periodista Pedro Brieger?
-Todo comenzó cuando Pedro Brieger ganó un Martín Fierro, y Agustina Kämpfer publicó que no debería otorgarse semejante premio a un acosador, y a partir de ahí comenzaron a contactarse con ella varias mujeres que habían sufrido acoso por parte de él, y ahí comenzó a formarse el grupo, se fueron sumando más víctimas.
-¿Cómo se integra usted al grupo?
-En cierta ocasión, en el año 2018, me invitan a un programa de Telefé para hablar sobre el caso de Thelma Fardin y Juan Dartés. En un corte del programa, fuera del aire, nos pusimos a conversar con Gisela Busaniche; en la charla ella me preguntó si en alguna ocasión yo había pasado por algo parecido y le dije que que sí, con el periodista Brieger, y me comenta que ella también había pasado por lo mismo con la misma persona.
-¿Gisela Busaniche es quien la contacta con el grupo?
-Gisela me contactó con Agustina, con quien me reuní en ese mismo año con la intención de hacer algo al respecto, ¡pasaron algunos años! Hace unos días me contactó Agustina invitándome a un grupo de victimas de PB, mujeres maravillosas, unidas por la misma causa. Y nos reunimos casi todos los días, nos contamos lo que nos pasó a cada una y empezamos alzar nuestras voces.
-En su caso particular, usted es la única que no tenía con Brieger ningún tipo de relación laboral o educativa. ¿En que contexto sufrió usted el acoso?
-Fue en el año 1996. Éramos vecinos, vivíamos en el mismo edificio, en el barrio de Belgrano. Lo que recuerdo es que cada vez que nos cruzábamos él me miraba libidinosamente, algo realmente me ponía muy incómoda, hasta que un día subí por el ascensor hasta la terraza para colgar la ropa. Yo vivía en la planta baja, y como él justo había entrado al edificio subimos juntos. Enseguida me empezó a decir, textualmente, que cada vez que me veía salir con mi bicicleta le calentaba mi culo subiéndose al asiento. Realmente, me quedé paralizada, porque jamás hubiese esperado un comentario semejante. Acto seguido, se abrió la bragueta del pantalón y sacó su pene. La verdad que no supe qué hacer. Volví a mi casa muy asustada. Dejé el canasto de ropa y subí a la casa de unos vecinos a contarles lo que me había pasado. Ellos le tocaron la puerta, pero él nunca respondió. Mis vecinos me sugirieron que lo denunciara. Cuando salí camino a la comisaría, me crucé con un policía al que le pregunté donde estaba la comisaría porque realmente no tenía idea. El policía me preguntó que me pasaba porque me vio muy angustiada. Le conté lo que me había pasado y me dijo: Si quiere hacer la denuncia, hágala, pero va a perder el tiempo. Es su palabra contra la de él. Si no tiene testigos, ni se moleste, me dijo.
-¿Como afectó ese hecho en su vida?
-En primer lugar, me culpé a mi misma por no haber reaccionado en ese momento, pero a partir de ahí me perjudicó en mi vida personal. Sentí asco por mucho tiempo, y de hecho, me perjudicó en mi relación con algunos hombres. Por ejemplo, si mi pareja me decía algo que era un halago, yo reaccionaba mal, todo lo tomaba como algo violento, y la verdad que nunca lo pude contar.
Pero además, cada vez que yo entraba al edificio miraba para todos lados para no cruzármelo. Eso es un detalle no menor, porque yo pensaba que después de lo que había pasado, si me lo volvía a cruzar, ¿Qué sería capaz de hacer? Era tal el delirio persecutorio que tenía que tomé la decisión de mudarme, con todo el trastorno que eso implica, además del económico, porque hasta tuve que pedir plata prestada para poder hacerlo. Tuve que hacer años de terapia, incluso me costaba mucho ir a trabajar… tal es así que en mi trabajo, como vieron que me costaba mucho tratar con otras personas me dieron licencia.
-¿Como ven ustedes, las mujeres del grupo, el impacto social que causó esta denuncia colectiva y qué esperan a futuro?
-Respecto al impacto que tuvimos estamos muy satisfechas. Lo que esperamos a futuro es que se tome conciencia de esto, especialmente los legisladores, y se modifique la Ley de acoso callejero, que es la única legislación que existe. Lo que se pide puntualmente es que haya tanto en ámbitos laborales como educativos un departamento de apoyo a las víctimas de acoso, y en particular exigimos que Pedro Brieger haga un pedido de disculpas públicamente.
Lo que si quiero que quede en claro, es que no se trata de ninguna persecución política ni religiosa ni nada de eso. El acoso es acoso en cualquier ámbito, ya se si el acosador es prestigioso o lo hace en la calle, en el trabajo o en donde sea.
En este caso puntual, salvo mi caso ya que no tenía ningún tipo de relación laboral o académica con él, es que siempre hubo una posición dominante de él sobre las víctimas, y eso, como víctima, te reduce a tener miedo a perder el trabajo o reprobar un examen. Tal es así que muchas dejaron de trabajar con él y otras, incluso, abandonaron la carrera. Y esto no termina acá, al contrario, recién empieza, porque todos los días aparecen casos nuevos.
-¿Los casos que se siguen sumando, son sobre este periodista en particular o sobre otros?
-Primeramente sobre este caso en particular; somos muchas más que 19. El tema es que no todas estamos en condiciones de hablar. Una habla de esto cuando puede, cuando se anima, no cuando una quisiera, y no todas se hacen visibles porque no es fácil, pero hay muchos comentarios que dicen que no solo es él.
Este artículo se publicó primero en Mendoza Today.
Fuente Mendoza Today