La sociedad argentina es pacata, hipócrita, careta. Todos parecen estar rasgándose las vestiduras, todo el tiempo, pero es sólo un acting. Una postura para denotar un compromiso que no es tal.
La muerte de Osvaldo Rofrano es un ejemplo cabal de ello. Miles y miles pronunciándose públicamente indignados por lo sucedido. Y luego, en los hechos, nada de nada. Debe recordarse que, cuando hubo que marchar para pedir justicia, había unas pocas almas.
¿Cómo se vuelve de ello? ¿Qué decir ante el total desinterés respecto de un caso que debería haber servido como pivote para investigar los vínculos del narcotráfico con la política, y otras cuestiones concomitantes?
Respecto de la muerte de Rofrano, la Justicia se encamina a sostener que se trató de un suicidio. Y es probable que haya sido así. Pero, ¿qué onda con todo lo que señaló antes de morir?
Tribuna de Periodistas viene chequeando —y publicando— en completa soledad la trama que el empresario había revelado antes de aparecer muerto en la piscina de su casa.
Refiere a peligrosos narcos, vinculados a reputados políticos de Tucumán, más específicamente Juan Manzur, ex gobernador de aquella provincia. Que buscaban hacer pie en Mendoza para replicar lo mismo que ya hacen en ese terruño: traficar narcóticos.
En Tucumán lo hacen a través de una firma llamada Cascia. En esta provincia querían avanzar en el mismo sentido a través de la empresa de Rofrano, Gases Aconcagua. Ello pudo ser confirmado por este diario. Y así fue publicado.
¿Y la Justicia, qué? ¿Por qué no se anima a investigar? Como reveló Diario Mendoza Today, jamás quisieron tomarle denuncia alguna a Rofrano. Tampoco la justicia tucumana. Y estaba por hacer una presentación en la Ciudad de Buenos Aires. Pero apareció muerto cuatro días antes de poder hacerlo.
No está de más recordar todos los pedidos de ayuda que hizo el empresario. Desde el presidente Javier Milei hasta el gobernador Alfredo Cornejo. Pasando por los peronistas locales. Nadie le dio bolilla. Ni uno solo.
Tampoco los “grandes” medios de Mendoza, cuyas puertas se cansó de golpear. Sólo este diario le prestó el oído. Y escuchó lo que tenía para decir.
Sea como fuere, nada importa ahora mismo. Porque todos se olvidaron de Rofrano. Y son los mismos que después se quejan por cómo está la Argentina, totalmente devastada por la corrupción.
La culpa es de los políticos de turno, ello es bien cierto, pero también es de la sociedad pacata, que jamás dice nada frente a tanto saqueo. Todos se quedan en sus casas esperando que las cosas cambien solas, sin que nadie intervenga. Cual dogma de fe. Pero ello no ocurrirá.
Es lo mismo que ocurre con los pícaros administradores de edificios: si no se los controla, son proclives a quedarse con dineros ajenos. ¿Por qué con un gobierno sería diferente, sea nacional, provincial o municipal?
La decadencia persistirá en el país. Y, en sentido directamente proporcional, seguirán las insistentes quejas de los mendocinos. Pero sólo en mesas de café o reuniones familiares. Los políticos y bandidos de turno, bien agradecidos.
Fuente Periodico Tribuna