Hacer un esfuerzo de memoria para tratar (y subrayo la palabra “tratar” porque creer que uno puede acordarse de todas las escalas del raid delictivo del kirchnerismo en el Estado supone una sobrestimación muy importante de la propia memoria) de poner en perspectiva lo que fue el paso de la banda creada por el matrimonio Kirchner por el gobierno del país, implica un vuelo retrospectivo desgraciado porque, de alguna manera, nos hace tomar conciencia de lo que fueron estos años: del tiempo perdido, de las oportunidades que se escaparon, de los ahorros despilfarrados, de las angustias sufridas, del deterioro creciente, de la reputación internacional sepultada, de la riqueza dilapidada… En fin, un viaje que nos hace tomar conciencia de lo que Victoria Villarreal llama “la tragedia de la Argentina”.
Ese racconto gira alrededor de una formidable maquinaria de corrupción que la banda del Sur puso en marcha ni bien se adueñó del Estado gracias a las pocas luces y a la tirria (una cosa tiene que ver con la otra) de Eduardo Duhalde.
El primer gran caso de corrupción que aparece es el de Skanska. Aquí aclaramos que solo nos vamos a limitar a enumerar aquellos casos que dieron origen a una causa judicial. Resulta obvio a esta altura que, detrás de esos casos que llegaron a las manos de los jueces, debe haber miles de otros que lograron gambetear las instancias de las denuncias y las investigaciones.
Skanska era una compañía de origen sueco que ganó una licitación para caños de un gasoducto -licitación manejada por Julio De Vido- en donde la propia compañía admite haber pagado las coimas que se le reclamaron desde el ministerio.
El terreno de la obra pública ya se perfilaba, entonces, como el principal ariete que la banda comandada entonces por su jefe fundador -Néstor Kirchner- había identificado para robar cantidades millonarias de dinero.
De Vido, que ya venía de practicar la misma gimnasia (pero en una medida enormemente más pequeña) en Santa Cruz, fue el hombre que gerenció gran parte del funcionamiento de aquellos mecanismos.
Naturalmente la acumulación de semejantes sumas de dinero necesitaba encontrar un canal por donde fluir con lo que la banda construyó una estructura legal fantasma para tratar de blanquear el dinero que se generaba en sus operaciones corruptas.
Eso da origen, cuando se descubre, a la apertura de varias causas por lavado. Entre ellas citamos “Los Sauces”, que lleva el nombre de uno de los hoteles que los Kirchner compraron para simular operaciones que justificaran el trasiego de fondos. La otra es obviamente Hotesur que era una organización trucha por la que se pretendía hacer pasar el alquiler de habitaciones de hotel a empresas a las que por otros lados se le adjudicaban licitaciones amañadas.
Austral Construcciones (la empresa que Néstor Kirchner mandó constituir a su amanuense Lázaro Báez tan solo un par de semanas antes de asumir la presidencia) fue, naturalmente, una estrella fulgurante en todas estas operaciones. También fue utilizada Aerolíneas Argentinas (no solo para las trapisondas “menores” que suponían usar los aviones de la empresa como si fueran propios hasta para llevar diarios o muebles) sino para hacer figurar que las tripulaciones dormían en los hoteles de los Kirchner generando “ingresos” que, en realidad, eran solo asientos contables que lavaban dinero negro.
Las más notorias causas de lavado de dinero robado por los Kirchner se agruparon bajo la denominación periodística de “Ruta del dinero K”, con la pornográfica y ¿recordada? imagen de los Báez, Pérez Gadín y “el Rossi” contando dólares con una máquina mientras fumaban habanos y tomaban whiskey en un departamento del edificio de Puerto Madero conocido como “La Rosadita”.
La investigación de esa causa derivó en el conocimiento de sociedades en Panamá, en Seychelles; del transporte del dinero en bolsos (que en algunas imágenes se ve cómo se arrastraban por el piso por lo pesado que eran), de dinero encontrado en cuentas suizas y toda una serie de desparpajos similares que no estaría tan seguro que muchos recuerden.
En esa época cobraron popularidad los testimonios del imputado arrepentido Leonardo Fariña que contó con lujo de detalles cómo el dinero era calculado por su peso para ahorrar tiempo con el trámite de contarlo.
Luego llegaron los tiempos del Memorándum con Irán por el que el kirchnerismo (con personajes como Esteche y D’Elía a la cabeza) intentó una maniobra para despegar a los autores materiales e intelectuales de los atentados a la sede de la AMIA y a la Embajada De Israel en Buenos Aires que cobraron la vida más de 100 argentinos y dejó heridos o mutilados a otros cientos. Dicha maniobra le retiraba la jurisdicción criminal a la Justicia argentina y remitía los testimonios de los acusados a Irán, lugar al que supuestamente debía trasladarse el fiscal argentino para tomar esas declaraciones.
Sobre dicho fiscal pesaba una “fatua” es decir, una pena de muerte urbe et orbi dictada por la dictadura teocrática de Teherán lo que, de haberse implementado lo que el Memorándum decía, habría desembocado en el asesinato anticipado de Alberto Nisman, hecho que de todos modos ocurrió luego el día anterior a que el fiscal fuera a declarar al Congreso para explicar su acusación sobre la entonces presidente Cristina Fernández de Kirchner como autora material de los delitos de encubrimiento y de traición a la Patria.
La causa conocida como “Vialidad” -que comprende la asignación a dedo de toda la obra pública de Santa Cruz a Lázaro Báez y a las empresas fantasma que el propio Néstor Kirchner le había mandado a constituir- quizás podría ser tenida como la implementación en la realidad de la matriz de corrupción económica de la banda. Este es, al día de hoy, el único caso que, estando en instancia judicial, alcanzó sentencia de primera instancia con una condena (a mi modo de ver insuficiente) para Cristina Fernández de Kirchner de 6 años de prisión e inhabilitación absoluta para ejercer cargos públicos. Esa sentencia para la ex presidente y otros condenados fue apelada por la fiscalía que pide 12 años de prisión efectiva para Kirchner. La decisión de la Cámara se conocerá en breve.
Más cerca en el tiempo tenemos la causa “cuadernos”. Todos recuerdan (de vuelta, ¿todos recuerdan?) la mecánica relatada por el chofer de Roberto Baratta, Oscar Centeno, quien, prolijamente, en una colección de cuadernos anillados de colegio, escribió como llevaba al funcionario del ministerio de infraestructura a buscar y llevar bolsos cargados de dinero de un lugar a otro, dinero que eran las coimas que empresarios de distintos rubros (desde la construcción hasta el transporte) le pagaban al gobierno para quedarse con las obras, poder operar o ambas cosas al mismo tiempo.
Esta causa trajo como derivadas otras investigaciones en el corrupto sistema de subsidios a los colectivos y a los trenes que tuvo su luctuoso éxtasis en el accidente de la estación Once de febrero de 2012.
En materia internacional, la venta del “socialismo del siglo XXI” como anzuelo ideológico de idiotas, en realidad encubrió una sucesión de negocios corruptos entre Chávez y los Kirchner que comprendieron aspectos financieros (con operaciones de bonos con un interés carísimo que Néstor Kirchner tomó para reemplazar la baratísima financiación del FMI [otra vez con el verso ideológico]. Esos bonos eran vendidos en el mercado secundario de dólares negros venezolanos y la diferencia la embolsaban tanto Chávez como Kirchner. Parte de esos “vueltos” fueron encontrados en la valija de Antonini Wilson, la única que se detectó de miles que pasaron exitosamente) y hasta comida con cuya “exportación” se lucró mientras se vendía un verso solidario. Antonini luego de ser liberado en Aeroparque participó junto con Claudio Uberti que también estaba en ese avión de un acto en la Casa Rosada junto a la presidente Cristina Fernández.
El kirchnerismo dio origen al primer vicepresidente de la república preso por corrupción al comprobarse que intentó quedarse con la fábrica que emitía los billetes moneda nacional, en la causa conocida como “Ciccone Calcográfica”.
El 16 de junio de 2016 el ex Secretario de Obras Públicas del Ministerio de Infraestructura fue sorprendido por cámaras de video, a altas horas de la madrugada, intentando esconder en un convento de la Provincia de Buenos Aires bolsos con 9 millones de dólares y otros objetos de valor como joyas y relojes de alta gama al tiempo que portaba un rifle semiautomático de guerra, luego de haber sido seguido por la policía. López declaró que esa fortuna pertenecía a Cristina Fernández de Kirchner. López pertenecía a la estructura que Néstor Kirchner había formado en el Sur con Julio De Vido y que luego replicó a nivel nacional.
El contador personal de Néstor Kirchner -que también fue procesado y en un momento se convirtió en imputado colaborador- declaró formalmente arreglar los balances con liquid paper y haber llevado con José López decenas de bolsos repletos de dinero al altillo de la casa de la madre de Néstor Kirchner en Río Gallegos. En un momento refiere que le preguntó a López si todo aquel robo no era demasiado a lo que López respondió que eso de ninguna manera era un robo sino una “comisión que se le cobraba al país en concepto de servicios a la Patria”.
¿Cómo cortar este relato, para que no se haga muy largo y se mantenga dentro de la longitud habitual de estas columnas, no? Casi imposible.
Vamos a acelerar solo para no cansar, pero no sin antes vincular este racconto con lo que decíamos ayer respecto de la capacidad del peronismo para volver al poder aun a pesar de ser expuesto públicamente a las más severas barbaridades que abarcan crímenes económicos, sociales, estragos internacionales y hasta delitos de la más baja calaña moral.
Más cerca en el tiempo aparece el rutilante yate de Insaurralde en el Mediterráneo departiendo con vedettes mientras “su” Lomas de Zamora vive en el barro.
Qué decir del descubrimiento de que la lumbrera que hoy gobierna la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, produjo operaciones y tomó decisiones siendo ministro de economía de Cristina Kirchner que hoy le cuestan al país casi 50 mil millones de dólares entre la mala praxis desplegada en la operación de re-estatización de YPF (que para mí esconde otra maniobra corrupta por la que la multa que la Argentina deberá pagar al Fondo Burford -hoy cerca de 18 mil millones de dólares- terminará en los bolsillos de los Kirchner vía la familia-testaferro Eskenazi), la pésima negociación con el Club de París, la frustrada salida del default por una orden suya cuando todo parecía arreglado en el juzgado del Juez Griesa en NYC, las multas que la Argentina debió pagar por mentir el índice de inflación y estafar a los tenedores de bonos atados a esa variable, sin mencionar las oportunidades perdidas por el país a raíz de su pésima administración y de mofarse públicamente de conceptos tales como “clima de negocios” y “seguridad jurídica”.
Luego se agolpan diciendo “no se olviden de nosotros” casos como el de los comedores sociales (más de la mitad de ellos no existía), el plan Qunita, descubierto por Graciela Ocaña y que compraba cunas inusables para ser supuestamente repartidas entre gente de menores recursos, a precios sideralmente más caros que las que, con mejor calidad, podían conseguirse en cualquier vidriera de comercio minorista de Buenos Aires, “Futbol para Todos”, el Triple crimen de Gral. Rodríguez en donde tres aportantes de dinero a la campaña de Cristina Fernández de Kirchner aparecieron asesinados en el marco de actividades mafiosas relacionadas con el tráfico de efedrina, cuyos niveles de importación crecieron exponencialmente bajo la jefatura de gabinete de Aníbal Fernández, la formidable evasión impositiva de Cristóbal López apañada desde la AFIP por Ricardo Etchegaray, y, finalmente, la frutilla del postre: el escándalo de los seguros regenteados por Alberto Fernández que sirvió para conocer el sórdido costado golpeador del expresidente.
Repito: esto es solo un relato apretado (y apurado) compatible con la extensión de una columna de opinión, pero que sirve para demostrar cómo el kirchnerismo supuso una matriz de corrupción y robo extendida, sistemática y generalizada que no dejó área por tocar para llenarse de oro y soliviantar la mismísima base constitutiva de la Argentina.
Conste que no hicimos mención al mancillamiento y uso de los derechos humanos como escudo hipócrita para ganar el apoyo de los violentos de los ’70 y de una progresía tan idiota como funcional, a la persecución a los que pensaban diferente, al matonismo sindical del que se valieron para imponer sus reales por la fuerza bruta y el terror, al encadenamiento de medidas económicas que llevaron la inflación a tres dígitos, a la mitad del país a vivir en la pobreza, a multiplicar las villas miseria por 300, a la complicación de la vida de todos con interminables cortes de ruta, toma de calles, marchas amenazantes, toneladas de piedras arrojadas sobre un gobierno no propio, en fin, una saga interminable de inmoralidades y crímenes que literalmente destruyeron al país.
Son 20 años de delitos sucesivos que se llevaron las esperanzas y el dinero de millones de argentinos. Los delitos tienen caras. Y qué mejor que terminar este relato con un sobrevuelo por los nombres de algunos de los integrantes de la banda que han tenido condena o están bajo proceso judicial. Aquí van:
Cristina Fernández de Kirchner (Néstor Kirchner no aparece porque murió, si no sería el primero)
Amado Boudou
Julio De Vido
José López
Ricardo Jaime
Juan Pablo Schiavi
Lázaro Báez
Roberto Barata
Héctor Timerman
José María Nuñez Carmona
Fernando Espinoza
Máximo Kirchner
Jorge Capitanich
Jose Alperovich
Milagro Sala
Omar Suárez
Daniel Pérez Gadín
Cesar Milani
Carlos Zanini
Victor Manzanares
Caludio Minicelli
Alesandra Minicelli
Pata Medina
Guillermo Moreno
Juan Manuel Abal Medina
Anibal Fernandez
Daniel Gollan
Héctor Capaciolli
Ricardo Echegaray
Claudio Ubarti
Gabriel Mariotto
Oscar Parrilli
Alberto Fernández
Sin palabras… Si vuelven después de todo esto no habrá otra conclusión más a la que llegar que no sea que los argentinos han tomado la decisión libre y voluntaria de autoaniquilarse.
Fuente Periodico Tribuna