Caminar es una de las actividades más naturales y beneficiosas para nuestro cuerpo, pero ¿alguna vez te preguntaste cómo afecta el uso de zapatillas a tu salud y a la forma en que tus pies interactúan con el entorno? Caminar descalzo tiene grandes beneficios.
Descubrí cuáles son los beneficios de liberar tus pies de las zapatillas y cómo este simple cambio puede impactar positivamente tu bienestar general.
¿Cuáles son los beneficios de caminar descalzo y cómo afectan las zapatillas a tus pies?
La idea de que el calzado puede influir significativamente en la salud y el desarrollo de nuestros pies no es nueva, pero recientes estudios están poniendo números y datos concretos detrás de esta teoría.
Un ejemplo se encuentra en una investigación destacada en la revista Nature en 2021, donde se demostró que los participantes que optaron por calzado minimalista experimentaron un aumento en la fuerza de sus pies, con un promedio del 57,4% en tan solo seis meses.
Galahad Clark, un zapatero de séptima generación y fundador de Vivobarefoot, una marca líder en calzado minimalista, enfatiza la importancia de este tipo de prácticas desde la infancia. Según Clark, es en los primeros años de vida cuando se establecen los patrones de pisada que llevarán los niños a lo largo de su vida.
Rina Harris, podóloga funcional de Londres, asegura en un artículo de National Geographic que “nuestros pies son muy fuertes y resistentes y pueden soportar las exigencias a las que los sometemos, pero no los utilizamos como la naturaleza manda”.
“La mayoría de los zapatos modernos tienen una puntera bastante estrecha, lo que significa que los dedos se aprietan entre sí y no se pueden presionar ni activar, y, por tanto, tampoco los músculos intrínsecos del pie”, agrega.
¿Cómo hacer la transición a caminar descalzo?
A pesar de los beneficios que trae caminar descalzo o usar calzado minimalista, es esencial adoptar un enfoque cauteloso para evitar contratiempos. John Mercer, profesor de kinesiología e investigador de biomecánica en la Universidad de Nevada, advierte sobre los riesgos de realizar cambios abruptos en nuestro hábito de calzado.
Nuestros pies, después de años de adaptación a zapatos con amortiguación, perdieron parte de su fuerza y capacidad natural. Esta adaptación también ha aumentado nuestra sensibilidad a superficies que no sean suaves y planas, haciendo que caminar descalzo en estos entornos pueda resultar incómodo y hasta doloroso.
Además, una transición precipitada hacia el movimiento barefoot puede causar sobrecarga en los músculos y tendones que no se utilizan con frecuencia, lo que puede conducir a lesiones como fracturas por estrés, fascitis plantar y tendinitis de Aquiles.
Para evitar estos problemas, Mercer recomienda comenzar el proceso de adaptación con pasos pequeños y controlados:
- Iniciar caminando descalzo dentro de casa y en superficies blandas exteriores.
- Progresar a dar breves paseos alrededor de la manzana, aumentando gradualmente la distancia y el tipo de superficie sobre la cual se camina.
- Incrementar el “kilometraje” poco a poco, sumando un poco más de distancia cada semana.
Fuente El Cronista