El penoso, triste, grotesco, vergonzoso, grosero, interesado, indignante, prejuzgado, lamentable episodio de violencia presidencial denunciado ha tenido como importante consecuencia patear la realidad para más adelante.
Es el triste deber de la columna informar que la realidad sigue ahí, más allá de la espesa neblina de indignación que la cobertura de los medios – ahora todos plagados de excomentaristas políticos devenidos panelistas – y la rabia de la opinión pública, han hecho caer sobre el vapuleado proscenio nacional.
Carece casi de importancia entre tanto enojo recordar que muchos de quienes hoy fustigan y crucifican a Alberto Fernández lo ponderaban periodísticamente como un moderado estadista, capaz de resolver los problemas nacionales dentro del peronismo y al mismo tiempo de “mantener a raya” a su amazónica jefa. Tal vez tengan mayor éxito como panelistas.
Detrás del humo producido por la quema pública del muñeco-avatar del expresidente, que mezclado con la neblina forma un compuesto impenetrable, están todos los fantasmas y monstruos que acechaban a Argentina hasta un minuto antes del escándalo.
Todo está como estaba. Siguen los juicios interminables a Cristina Kirchner y al propio Fernández acusados por sus delitos, siguen todos los fraudes de la administración pública kirchnerista que nunca han sido destapados, sigue el aparato de la Cámpora y el kirchnerismo ocupando deliberadamente miles de plazas clave dentro del estado.
Siguen las satrapías provinciales con su sistema corrupto, traficante, lavador y criminal que permite situaciones como el caso Loan, donde una pequeña tropa de marginales transforma una desaparición de persona en un Fuenteovejuna sin culpable, mientras todo el aparato (en el peor sentido del término) de la justicia finge investigar en profundidad.
Sigue la candidatura de Lijo, siguen Francos, Cúneo Libarona, Nielsen, Santiago Caputo, Karina Milei, Gerardo Werthein, Nosiglia en las sombras, el terrible y peligroso engendro de la SIDE, todos inventado un gran acuerdo nacional que no existe ni puede existir y planificando viajes presidenciales por el mundo para supuestamente conseguir inversiones que no se consiguen de ese modo.
Fuera de la evidente ayuda que ha sido para la imagen comparativa del gobierno el comportamiento desaforado de Fernández, no es fácil advertir la prometida limpieza a pura motosierra de la casta, ni en las denuncias formales por sus robos ni en la verbalización de sus actos directamente contrarios a la conveniencia de la sociedad.
Cristina ha sido absuelta hace mucho por el silencio del gobierno. Massa ha sido olvidado, casi omitido entre los grandes responsables del estado actual de la economía y aún de la destrucción de la moral pública. Kicillof, al que se le regaló la reelección, no es expuesto ni denunciado como el culpable de costos inmanejables para el país, como lo ya pagado por juicios de YPF, por juicios por otras trampas y lo que se tendrá que pagar por el juicio del patriota Eskenazi a la petrolera, la empresa que le obsequiara Néstor Kirchner. (Como si quisiera clavar el último clavo en el ataúd de un fallo americano digno de la justicia argentina, el empobrecedor de PBA acaba de afirmar que los funcionarios de YPF son empleados públicos, argumento que será usado fatalmente contra el país por los acreedores que inventaron un juicio desproporcionado bajo el amparo de la jueza Ariela Preska de NY) Usted entiende.
Demasiadas preguntas
¿Está el Presidente de acuerdo con este camino? ¿Es esto lo que se comprometió a hacer? Es igualmente complicado decir que lo está como decir lo opuesto. “No tiene mayoría propia”- dicen sus justificadores. ¿Hay que indultar entonces a Macri que tampoco la tenía?
La eliminación del Inadi, del Ministerio de la Mujer y otros entes inútiles fue un logro positivo. Pero en gran parte no produjo los ahorros de gastos prometidos, porque el personal y sus gastos fue reasignado, y tuvo un efecto político que hay que celebrar, por supuesto, pero no sólo no fue generalizado ni parece que vaya a serlo, sino que no producirá el efecto ahorro imprescindible para que los ajustes no los pague exclusivamente la sociedad.
Hay otra pregunta de fondo: ¿dónde está el listado de todas las denuncias de corrupción ante la justicia iniciadas por los nuevos funcionarios contra sus predecesores? Cuántas hay? ¿Diez mil? ¿Dos mil? ¿Mil? O los exfuncionarios eran impolutos, o los actuales funcionarios son ciegos. Perdón, no videntes. Hasta el descubrimiento de un fraude evidente como el de los seguros fue obra de la casualidad o las rencillas internas del peronismo residual.
La deuda en ese plano es muy importante. La columna viene abogando porque el presidente Milei retire su propuesta del Juez Lijo para integrar la Corte, que ya tiene su cuota de dudosos cubierta. Sería al menos un paso simbólico en la dirección correcta.
El nombramiento de Federico Sturzenegger prometía concretar la eliminación de muchos trámites e intervenciones de organismos innecesarios. Pero eso no implica que automáticamente se bajarán los gastos de esos entes o reparticiones. No está en la capacidad del ministro, que se enfrentará casi a los mismos obstáculos que si sus colegas fueran opositores ante cualquier idea de eliminación de burocracia, porque es sabido que los ministros se transforman en el mismo instante de su juramento en ángeles guardianes de sus burocracias, y en muchos casos de sus delitos.
De todos modos los cambios y simplificaciones recién se están proponiendo, y habrá que ver si resultan significativos, tantos lo de este ministerio como otros similares. La ley de esencialidad de la educación, que trabajosa y costosamente ha obtenido media sanción luego de negociaciones que pueden ser demasiado costosas, para ser generosos, no es una ley que impida ningún abuso gremial. Crea un sistema que pone en cabeza de las escuelas la necesidad de una presencia mínima de docentes durante una huelga, apenas cuidadores, pero no sanciona a los trabajadores que no acepten cumplir con esa norma, ni garantizan educación alguna. Una cáscara.
Este tipo de situaciones suele ser respondida con otra frase estereotipada: “es el primer paso”. Pero este paso no parece llevar a ninguna parte, si se analiza el proyecto. Lo mismo ocurre con la supresión de 300 registros del automotor. Sólo aumenta el negocio de los registros existentes. Hace falta derogar la ley que impide la compraventa de autos sin ese trámite, una aberración jurídica peronista, y eliminar simultáneamente todo el sistema registral. En ese sentido hay algunas ideas en el gobierno que van por ese camino, pero que deberán vencer muchos intereses, algunos fuera de la jurisdicción nacional o federal.
Estos puntos que tienen que ver con el funcionamiento y organización del Estado también tienen influencia en la economía, que es el punto que queda por analizar. Como viene sosteniendo la columna no es cierto que la llamada casta está contribuyendo al ajuste de modo relevante. Buena parte de ello, como consecuencia de todo lo descripto anteriormente. También con las negociaciones con los gobernadores y el sindicalismo, que ha salido prácticamente indemne de todos los proyectos de cambios y ajustes.
Momento crucial
Entrando en lo económico, el momento es crucial. Siempre se supo, se aceptó y se acepta, al menos este espacio, que el camino sería duro, que no había una solución mágica y que garantizara el éxito, que habría idas y vueltas y cambios de todo tipo. Eso se dijo aquí desde aun antes de la asunción presidencial. ‘
La salida de todo período de alta inflación siempre implica una recesión, sea inducida o como consecuencia del proceso inflacionario, una especie de purga del sistema. Es de algún modo la inversa de los procesos de alta emisión, que generan auge en una primera etapa antes de mostrar sus resultados nocivos. Esa recesión es profunda, acaso más de lo que tanto la sociedad como la mayoría de los expertos están dispuestos a tolerar.
Confluyen a este resultado el cepo cambiario, las retenciones y el aumento de impuestos, comenzando por el impuesto país, que desestimulan la exportación y la misma siembra o producción. También el hecho de que las grandes castas, como se explica más arriba, la empresaria siempre proteccionista, la política, la sindical y todos los negocios paralelos no están contribuyendo al ajuste. Mas bien lo están eludiendo.
Pese a lo que afirma el Gobierno, el cambio en sus objetivos y planes es notorio. Eso no sólo se nota sino que ha significado desperdiciar bastante tiempo con los cambios de rumbo. Debe recordarse que de la dolarización, que es un sistema donde no hay ni tipo de cambio controlado, ni cepo, ni controles de cambio, ni dólares diferenciales, ni Banco Central intermediario, ni leyes que impidan la disponibilidad de los fondos propios, se pasó a lo que se llamó competencia de monedas, más bien un sistema de libre contratación en cualquier moneda, que supone por definición un tipo de cambio no controlado ni administrado.
De esa idea se ha pasado a una instancia distinta, que es la de no levantar el cepo hasta que no se den ciertas condiciones, que en algún punto sólo se pueden cumplir en el corto plazo si se abandonase el cepo y también el control cambiario y el impuesto país, lo que parece chocar de frente contra la idea de déficit cero.
Más allá de los cuestionamientos a la calidad del déficit cero – para algunos forzado con la postergación de pagos y algunos recortes que responden más a la viabilidad de hacerlos que a lo adecuado de hacerlo – la falta de crecimiento tiene relación directa con el tipo de cambio, con la disponibilidad y propiedad de los dólares, con los impuestos específicos como el impuesto país, una vulgar retención, y con las mismas retenciones.
Eso conspira contra cualquier inversión de los tradicionales y los nuevos protagonistas. Es decir contra el crecimiento. La salida del cepo se ve demorada supuestamente por el temor a una disparada del dólar que arrastre los precios, es decir la pérdida del ancla cambiaria. Pero ello ocurre porque se ha abandonado otro principio básico de la economía ortodoxa, más que austríaca: el de que no exista control o administración del tipo de cambio. Eso ha sido un cambio de fondo en la política de Javier Milei. Y sin embargo sería su mejor herramienta para crecer.
El control o administración del tipo de cambio es la madre del cepo, y también de la maraña legal que quita la propiedad de la divisa a quien la genera, y la remisión de dividendos. Un ataque a la libertad, a la propiedad y a la inversión y crecimiento. Es también culpable de los ciclos que terminan siempre en algún formato de default. De modo que el cambio de rumbo que se imputa a Milei no representa sólo una cuestión de política, sino que es el causante de esta recesión mayor a la esperable.
Cambio diametral
Ese mismo control de cambios es el que obliga a los actuales malabarismos para adquirir divisas y a la emisión que aún no ha cesado. Tal cambio de paradigma también ha terminado por embarcar al Gobierno en la defensa del valor del peso, cuando hasta hace poco quería transformarlo en poco menos que billetes de Disneyworld. Ese cambio diametral no pasa desapercibido en las decisiones de los factores económicos ni deja de tener efectos de gran trascendencia.
Es posible pensar que el prebendarismo proteccionista del misterioso y difuso Círculo Rojo ha tenido alguna influencia sobre tal decisión, como alguna vez la tuvo sobre el gradualismo del que tanto se arrepiente Macri, con lo que se refuerza el concepto de que la casta no ha hecho un aporte relevante ni por asomo en esta difícil instancia.
Ante estos planteos la otra respuesta, en la que LLA cree fervientemente, es que luego de ganar las elecciones de medio término se podrán aplicar los grandes cambios, que habrá que ver si se basan en las ideas originales o en las actuales.
Tal convicción supone una seguridad electoral a la que no es aconsejable aferrarse en política. Por otra parte, en el caso de un tema central como el sistema cambiario, no hace falta mayoría parlamentaria para liberar el tipo de cambio de controles siempre enemigos de la propiedad y la libertad, que se suponen que el partido del gobierno defiende a ultranza y preeminentemente.
A esta altura del proceso, en temas económicos, los cambios con que se deslumbraba en la campaña y al comienzo del gobierno, no parecen estar rigiendo el pensamiento oficial. Esa sensación no es gratis. El mercado, la acción humana, los factores de producción y consumo, como se lo quiera llamar, perciben lo mismo. Los inversores también. Las Pyme lo sufren. Los productores lo lamentan. Buen momento este interregno para reflexionar.
Fuente Periodico Tribuna