Por Francisco Poyato
Distinguido desempleado, es el momento.
Las ansiadas lluvias de Semana Santa no sólo llenaron los yermos pantanos si no que han procurado un milagro laboral. Cosechas más copiosas que en tiempos pretéritos e incluso si vuelven las precipitaciones estas semanas, las expectativas del tajo engordarían al ritmo de las aceitunas de Baena o la naranja de Palma .
Las patronales agrarias cordobesas (grandes y chicas, de derechas y muy de izquierdas) han hecho un claro llamado: se buscan unos dos mil jornaleros. Pero han decidido hacerlo con la vieja fórmula del cupo de inmigrantes en origen, lo que Sánchez y su fábrica de titulares han rebautizado como migración circular este verano.
El lamento del campo en esta encrucijada burocrática, que no se tramitaba desde hace doce años -en el peor momento de la anterior crisis financiera de 2008-, es que optan por la mano de obra extranjera ante las dificultades de encontrarla en las oficinas de empleo cordobesas , donde los miles de demandantes se siguen agolpando en los ordenadores pese a la rebaja del paro en los últimos tiempos de la mano del truco de los fijos discontinuos.
Es un claro sinsentido, distinguido desempleado, que se necesiten trabajadores y haya que traerlos de otros países sobre la certeza de que en el primer muestreo que el Servicio Andaluz de Empleo haga ante esta rogatoria la respuesta local sea escasa. Las condiciones laborales de los jornaleros actuales, tras las sucesivas subidas del salario mínimo interprofesional y el celo inspector, nada tienen que ver con las de antaño, cuando estos cupos se hacían innecesarios por la suficiente cobertura interior (en peores condiciones). Vivir del campo no era ninguna deshonra y achaque.
Siempre era una oportunidad. Mas hoy todo es mácula, impedimento y desgana -también por la pesada losa de sacar adelante una explotación-. Pero lo mismo que le ocurre ahora a las patronales agrarias le viene sucediendo a la hostelería con los camareros y cocineros o a las empresas de transporte con los camioneros, por poner otros ejemplos, en un mercado escrupuloso y con otro enfoque. Dejando en evidencia unos sistemas públicos de contratación incapaces de sancionar la negativa a una papeleta de empleo y, fijando, distinguido parado, un estatus y salvaguarda que cualquier prestación y sus múltiples prórrogas o sucedáneos legitimará para mejores tiempos.
Un engranaje que desincentiva más que estimula . Que dedica sesudos estudios e ingentes recursos en hacer cada día más fácil la búsqueda de un puesto de trabajo a golpe de clic pero que desteje el empeño en el momento en que el catálogo de ayudas hace acto de presencia y adormece el área del esfuerzo.Algunos sindicatos han puesto ya el grito en el cielo por la ficha que las patronales agrarias han movido. Y lo han hecho bajo la cínica obviedad, en su caso, de que ya hay mano de obra en casa como para traerla de Senegal o Mali … Aunque claro, las condiciones son tan malas que cómo se va a querer doblar el lomo… El bucle perfecto.
Fuente ABC