“Yo fui profundamente ateo en mi juventud, tengo una conversión de grande”, desliza el flamante secretario de Culto y Civilización, Nahuel Sotelo, en un mano a mano con El Cronista en su oficina de Cancillería, solo unos minutos después de haberse reunido con practicantes de la Cienciología en la Argentina, que contabiliza unos 8 mil creyentes en el país. En sus primeros días, el nuevo funcionario de Javier Milei ya tomó contacto con voceros de los cultos más numerosos y también atendió las preocupaciones de otras creencias más marginales a partir de los alcances de la Ley Conan en sus prácticas con animales.
Con solo 29 años, Sotelo es el secretario del área más joven y es además parte del núcleo duro de la generación que busca terminar con el “liberalismo de café”. Al desembarcar en su nuevo despacho, trajo consigo una figura de la Virgen María y una imagen del arzobispo estadounidense Fulton Sheen, que ubicó en la biblioteca, a la par de una foto de Javier Milei. Se trata de uno de los predicadores mediáticos más populares del catolicismo en los Estados Unidos a lo largo de 20 años de prédica en radio y televisión que le valieron dos Emmy y una tapa de la revista Time. Sotelo lo reconoce como una inspiración.
La búsqueda de respuestas es un motivador que no solo lo acercó a Milei y el liberalismo pero también a su religión. “En mi caso, no me sabían responder lo que preguntaba hasta que yo mismo empecé a buscar esas respuestas, a leer y encontrarlas. Entonces mi conversión se da más de grande -comenta el nuevo funcionario-. Ahora, ¿esto es parte fundamental de mi función? No, en realidad yo acá no ejerzo como católico sino como un mero instrumento del Presidente para profundizar los vínculos también con la comunidad musulmana, judía y los evangélicos así como los otros cultos que se profesan en el país. Lo que hago de mi religión o de mi vida privada es cuestión mía, pero la dejo afuera en la función”.
Junto a otros referentes como el diputado Agustín Romo o Agustín Laje, con quienes mantiene lazos estrechos, Sotelo comparte una estrategia de militancia cultural. Explica su mirada sobre el liberalismo y su llegada a esas ideas desde una familia en las antípodas, la convivencia con los sectores religiosos más críticos en su nuevo rol y la misión que le confirió el Presidente en el realineamiento geopolítico de la Argentina.
-A su entender, ¿la llegada del liberalismo a los sectores más jóvenes se apalanca desde el fracaso de otras ideas para dar soluciones duraderas o es producto de un contexto y una renovación en el discurso y las estrategias?
-Si volvemos cinco o seis años atrás, hablar de liberalismo era prácticamente una mala palabra. Cualquier persona que se autodefinía liberal era automáticamente descartada de los medios de comunicación, los círculos intelectuales, etc. Después hubo todo un tema de fundaciones, a las cuales respeto mucho, pero donde éramos diez personas, estamos todos de acuerdo entre nosotros e íbamos a medir quién era más o menos liberal. Cuando Milei aparece rompió ese tema de que el liberalismo es de la clase alta. Javier dijo, ‘no, para, el liberalismo es para los trabajadores, la clase baja, los que se quieren superar, para los que quieren vivir mejor’, y llega con su lenguaje a los sectores más populares”. Entonces logra una masa política que nos va despertando a muchos de nosotros las ganas de participar para cambiar esto que ya no es tan normal: no es normal que tengamos 40% de pobres e inflación en un país.
-¿En su caso venía de una familia liberal o cómo llegó a esas ideas?
-No vengo de una familia liberal, de hecho…
-Sería paradójico si me dijera que son peronistas…
-Tampoco, tampoco (risas) En realidad es una mezcla, pero… A mí la política me gusta desde muy chico aunque no vengo de una familia que se haya involucrado demasiado pero sí tenía sus pensamientos. Diría que más radical del interior del país, más conservador, digamos, no de la línea Lousteau y compañía. Y recuerdo dos momentos en los que me hico clic la cabeza. Una vez fui a verlo a Javier, a una charla que daba de economía donde no éramos más de 20 personas, en Buenos Aires y dije ‘guau, me está enseñando’. Porque eso es una parte fundamental del fenómeno Javier Milei. Y otro momento, en Córdoba, lo voy a escuchar y estábamos en un hotel cuando vienen unos periodistas a quererlo entrevistar. Y nosotros estábamos rodeándolo a Javier, pidiéndole una foto. Y al frente de todos, Milei frena a la prensa y les dice ‘ahora no, estoy con los que me vinieron a escuchar’. Y vos decís, un tipo que no era tan conocido, que le puso un freno a medios muy importantes de Córdoba, incluso nacionales, para estar con la gente que había ido a escucharlo. Y ahí empezó a crecer quizás mi admiración por Javier.
-En algún punto sigue con esa idea de ponerle sus límites a la prensa, ¿no?
-Sí, por supuesto. Sigue despertando admiración.
-¿Cómo asume la misión de tejer vínculos con el Vaticano cuando la figura de Francisco todavía es muy resistida en algunos sectores del espacio liberal más allá del acercamiento que intenta el Presidente?
-Sí, es tan resistida como amada en todo el país. Argentina es una sociedad muy pasional. Yo me casé con una mexicana, allá son muy católicos, y ella me pregunta, ¿por qué tantas críticas a Francisco? Y yo le digo, ‘mira, estamos en un país que hicimos renunciar al mejor jugador de la historia a la selección, renunció Messi a la selección por la presión que ejercía la sociedad’. Es natural que haya muchas críticas y muchos halagos. Ahora, es la cabeza de la Iglesia católica. Yo, como católico practicante, reconozco la cabeza de la iglesia y también reconozco muchísimos logros que ha traído Francisco para la iglesia. Obviamente, cada uno es libre de pensar como quiera.
-¿Sería su desafío lograr que finalmente venga a la Argentina?
-No lo tomo como un desafío. Es un sueño que tengo como católico, que tienen muchos argentinos. Si puedo ayudar en algo y puedo ser un granito de arena que movilice algo para que Francisco venga, más que a disposición para que eso suceda. Pero no más que eso.
-Como liberal, ¿cómo debe plantearse el vínculo entre el Estado y los cultos? En particular con la Iglesia Católica, que durante muchos años fue financiada incluso por el Estado…
-El Estado, por Constitución, dice que tiene que sostener al culto católico. Por lo cual hay algunas acciones de acuerdo a eso. Ahora, esos temas hay que charlarlos históricamente. La Iglesia Católica es parte fundante del país. Hoy, con los tiempos que corren, la verdad es que hay una libertad absoluta para cualquiera de profesar o no la fe y que cada uno practique la fe que quiera, pero hoy ya ese tema está saldado.
-¿Piensa que el Estado no tiene que mezclar entonces sus acciones con las creencias religiosas en temas como el aborto?
-No, el Estado no tiene por qué meterse y menos fundamentar cosas. Por ejemplo, yo me acuerdo en el debate del aborto. Un tema en el cual, particularmente yo, estoy en contra del aborto. Pero los fundamentos nunca tienen que venir por el lado de ‘yo creo que’. Vienen por el lado científico, médico, etcétera, que cada uno tenga. Son cosas que creo así que deben ser.
-En el último tiempo hubo críticas a la situación social en los barrios populares que se difundieron desde la cúpula de la Iglesia católica hasta por parte de los curas que hacen base en esos territorios, ¿cómo lidia con esos cuestionamientos ahora que debe tener una interlocución con esos sectores?
-En primer lugar, agradarle a todo el mundo nunca se va a poder, siempre va a haber críticas y es sano que haya críticas y las valoramos. Mi función es acercar posiciones del Gobierno y hacer llegar muchas acciones cuya comunicación, por ahí, no alcanza a esos lugares. Y a la vez traer de vuelta las reacciones y pedidos puntuales del otro lado, como una especie de cartero. Ahora, en cuestiones sociales si te puedo decir que este Gobierno ha defendido y ha aumentado como ningún otro sin afectar las cuentas públicas del estado.
-También se multiplicó la pobreza, ¿es suficiente lo que se está haciendo para contener esos lugares sensibles?
-Se creó la tarjeta alimentar comunidades para sacar a los intermediarios, se aumentó la asignación universal por hijos y el plan de mil días y hay un montón de acciones sociales porque Javier dijo ‘no hay plata excepto para la cartera de Capital Humano’. Porque tenemos que sostener mientras hacemos el ajuste más grande. Es como si yo voy a tu casa y te empiezo a tirar todo: tiro el tele, la heladera, el microondas. Con un sueldo de 100 mil pesos, me va a llevar tiempo volver a acomodar la casa. Ahora capaz que de esos 100 mil pesos, vas a guardar para comer. Bueno hoy la política del Gobierno es el ahorro: no hay plata, ajustamos y recortamos lo que no es necesario. No se irá a la cancha de los domingos, al cine o al teatro. Bueno, eso no es necesario. Hay cosas que uno puede recortar y en eso el gobierno de Javier Milei ha sido muy claro y los ajustes se han visto en lugares donde se mal gastaba.
La revisión de las leyes y el posicionamiento internacional de la Argentina
-Hay otra parte de su función que llama la atención, ¿qué implicancias tiene el concepto de Civilización en su rol?
-Nosotros absorbemos las competencias de todo lo que es derechos humanos internacionales es decir lo que es OEA, ONU, CIDH y Agenda 2030 porque Javier Milei es un faro para Occidente en la política internacional. Yo crecí mirando cómo viven los europeos, cómo viven EE.UU. Hoy de cierta forma Europa está en una crisis cultural muy grande y gracias a Milei que nos puso en la mira del mundo, muchos están mirando a Argentina. EEUU mira a la Argentina, Europa mira a Argentina. Increíblemente hay muchos países que se empiezan a sumar a esto porque antes no había un liderazgo fuerte. Milei debe ser de los 10 líderes mundiales más importantes. Antes de asumir en este rol, me invitaron del gobierno de Azerbaiyán a un congreso de la ONU en Azerbaiyán. Muy lejos de acá. Argentina es Maradona, Messi y Milei y eso es increíble.
-¿Cómo se cruzan las funciones de Culto con la agenda de Derechos Humanos desde lo conceptual: implica una determinada mirada sobre ese campo?
-No, no tiene nada que ver, son dos miradas totalmente distintas. Como te dije antes, la mirada de culto es una. La mirada de Derechos Humanos es lo que nos dijo Javier en Davos. Ese es el lineamiento: defender el sentido común es defender la agenda argentina frente al mundo, no se mezcla una cosa con otra
-Le pregunto porque también es sabido que hay una posición del Gobierno sobre determinados temas de la Agenda 2030, de no acompañar capítulos como el de género, por ejemplo…
-Soy simplemente alguien que es un instrumento para cumplir con la agenda del Presidente que en eso ha sido muy claro: que cada uno haga de su vida lo que quiera siempre y cuando no afecta al resto. En eso defendemos la libertad absoluta, eso sí a la mayoría de edad. Cuando cumplís 18, haces lo que quieras: a los niños hay que protegerlos.
-A eso me refiero y de ahí el cruce de conceptos: comparte una mirada antiaborto propia de los cultos y que incluso han cuestionado otros liberales
-Nosotros estamos en contra del aborto. Ahí me decís ‘bueno, pero hay una ley’, y sí, yo te estoy dando, en este caso, mi opinión y que estoy en contra. ¿Soy yo el que tiene que modificar la ley? No, es el Congreso. ¿Hoy es un tema en agenda del Presidente? Hoy, no y eso lo tiene que definir el Congreso porque hay una ley. ¿Te gustaría que esa ley se derogue o se caiga? Sí. Ahora no estoy diciendo: ‘Che, nosotros vamos a…” Es el Congreso el que decidirá cuándo, dónde o si lo hace
-Un último punto es sobre la revisión de la legislación internacional, de la mano de estas competencias que concentra ahora Culto y Civilización, ¿qué alcances tendría ese examen de los tratados y normativas internacionales?
-Se trata de ver los tratados internacionales y controlar cuáles chocan con la ley nacional y cuáles no, cuáles van de la mano con la Constitución, es un tema más técnico…
-¿Puede significar eventualmente que el Gobierno no acompañe determinadas campañas o lineamientos internacionales porque no lo comparte desde lo dogmático, como el caso de la Agenda 2030?
-Para darte un ejemplo, nos llega hace poco un documento que en varios puntos hablaba de “fortalecimiento de la ONU”. ¿Por qué vamos a fortalecer a la ONU? ¿Por qué vamos a firmar un documento y no vamos a decir nada cuando me están diciendo que todos los estados deben fortalecer a la ONU y nosotros creemos que hay que fortalecer la soberanía de los estados? Fortalecer al estado argentino frente al mundo. Bueno, en eso nosotros vamos a levantar la mano y decir que no estamos de acuerdo
Fuente El Cronista