A través de un increíble descubrimiento científico, investigadores han identificado una proteína desconocida que juega un rol clave en la percepción del tacto, revolucionando lo que se conocía hasta ahora sobre este sentido.
Este avance podría abrir nuevas vías para comprender cómo la piel, el órgano más extenso del cuerpo humano, detecta estímulos táctiles y los transmite al cerebro.
La proteína desconocida que está involucrada en el sentido del tacto
Un equipo de investigadores liderado por Gary Lewin, del Centro Max Delbrück de Medicina Molecular en Berlín, ha descubierto una proteína desconocida llamada ELKIN1, involucrada en el sentido del tacto.
Lewin, quien lleva más de dos décadas estudiando los canales iónicos, identificó esta proteína accidentalmente mientras analizaba tejidos de un melanoma en 2020.
Los canales iónicos son esenciales para convertir estímulos sensoriales, como el calor o la presión, en corrientes iónicas que llegan al cerebro.
Según reveló una noticia publicada por El País, para verificar la importancia de ELKIN1 en la sensibilidad táctil, los científicos realizaron una serie de experimentos en ratones utilizando la técnica CRISPR para modificar el gen que produce esta proteína.
Al hacerles cosquillas con un bastoncillo de algodón, observaron que:
- Los ratones sin ELKIN1 mostraban una notable reducción en la capacidad de percibir el estímulo.
- El 47,5% retiraba sus patas en comparación con el 90% de los ratones no modificados.
Según los resultados, esta proteína trabaja en conjunto con otro canal iónico llamado PIEZO2, que ya había sido reconocido por su papel en la percepción de la presión.
La aplicación de los hallazgos en humanos
Luego de observar los resultados en ratones, los investigadores trasladaron el experimento a neuronas sensoriales humanas.
- Se usaron neuronas sensoriales humanas derivadas de células madre.
- Las micropipetas aplicaron presión para medir la reacción electrofisiológica.
- ELKIN1 fue detectada y mostró ser crucial para la mecanosensibilidad.
Este descubrimiento abre la puerta a futuros estudios que podrían completar la historia del tacto y sus mecanismos. Los expertos creen que falta investigar su presencia en los corpúsculos sensitivos.
Fuente El Cronista