El almirante en la reserva Juan Rodríguez Garat es un excelente divulgador. Tras 47 años de carrera militar, 24 de ellos embarcado, se ha lanzado a escribir un libro (‘Tambores de guerra’, La Esfera de los Libros) que es una lección práctica para conocer el mundo militar. -¿Por qué hace falta una cultura de la defensa? -Fundamentalmente porque las decisiones que se relacionan con la Defensa Nacional dependen de la voluntad del pueblo español, que tiene que saber para qué quiere sus Fuerzas Armadas y en qué puede utilizarlas. -¿Hay en España una mayor incultura de la defensa?-Por razones históricas, sí. -¿Es más acentuada en los jóvenes?-Yo creo que por igual. En los mayores prevalece quizá la división y en las generaciones más jóvenes, la ingenuidad, de pensar que no tenemos enemigos.-¿En las escuelas debería profundizarse en el mundo militar? -A los niños y a los adolescentes españoles hay que enseñarles lo que es España. La cultura de defensa es para etapas posteriores, a los 21 y 22 años. Noticia Relacionada Entrevista estandar Si Teniente general (R) Ricardo Espejo: «Nuestros soldados en Líbano están preparados para esto» Pilar De la Cuesta Defiende la permanencia de los 650 ‘cascos azules’ pese a que su mandato «ha quedado superado»-En Europa hay hoy un debate sobre la defensa. ¿Sabe la UE qué quiere ser de mayor?-No, en absoluto. Lo saben las élites. Quizás desde la guerra de Ucrania se ha visto que la Europa oficial, la UE, la Comisión, trata de establecer una Europa más poderosa, con más músculo militar para que cuente el mundo, pero todavía las poblaciones, sobre todo las del sur, no están por esa labor. -¿Es posible conseguir una política común de Defensa sin una renuncia parcial de soberanía?-Si no cedemos soberanía no tiene sentido tener un Ejército europeo. Lo que sí tendría sentido es preparar a las fuerzas europeas para que puedan actuar juntas en el momento en que interese. -¿Descartamos un Ejército europeo? -Un ejército europeo no, una armonización de las distintas Fuerzas Armadas europeas, no con una disciplina comunitaria sino nacional. En este momento no se puede pedir que responda ante la UE porque sería poner el carro delante de los bueyes, pero sí que los ejércitos nacionales tengan capacidades complementarias.-¿El camino hacia la Europa de la defensa pasa hoy por la industria? -En este momento sí…-La guerra de Ucrania ha cambiado nuestro mundo. ¿En qué lo nota?-En que yo estoy aquí. Yo era un retirado tranquilo hasta hace dos años y medio cuando empezaron a preguntarme qué podía pasar en Ucrania. El problema fundamental de la defensa es para qué queremos las Fuerzas Armadas. «La guerra de Ucrania es un punto de inflexión, vivíamos con la idea de que las guerras de alta intensidad eran cosas del pasado»-¿Esa guerra es un paréntesis o un punto de inflexión?-Es un punto de inflexión. Vivíamos con la idea de que las guerras de alta intensidad eran cosas del pasado, y nos hemos dado cuenta de que hay mucho más que eso y es algo para lo que no estamos preparados: una vez que hemos abierto nuestros armarios para tratar de ayudar a Ucrania en una guerra de alta intensidad larga que no preveíamos, nos hemos encontrado con que los armarios estaban vacíos. -Esa guerra se ha cronificado.-Sí, y no tiene una solución militar. Ninguno de los dos ejércitos es capaz de imponerse al otro. Se ha convertido en una carrera de resistencia. Si apoyamos a Ucrania lo suficiente, esa guerra no terminará hasta que caiga el régimen de Putin y un sucesor de Putin pueda actuar como hizo Gorbachov para tratar de salvar a la Federación Rusa.-Si detrás de Putin cae la Federación Rusa, ¿tendremos un problema? -Ese es el gran problema. Probablemente hay que dosificar la ayuda Ucrania para que una derrota de Putin no sea tan dramática que llegue a que la Federación Rusa se convierta en casi 90 Estados federales que se repartan cada uno como pueda las 6.000 ojivas nucleares de que dispone hoy la Federación. – La otra guerra que tenemos en el panorama es la de Gaza, que ahora además se complementa con la de Líbano. -El problema de Gaza está prácticamente resuelto: Israel ya ha conseguido por la fuerza todo lo que podía conseguir sin haber alcanzado ninguno de los dos objetivos de la guerra, el regreso de los secuestrados a casa y la destrucción de Hamás. -Esta es la tercera guerra de Gaza. ¿Puede ser la semilla de la cuarta?-Sí. Y la tercera guerra del Líbano será seguramente también, si no cambian las cosas, la semilla de la cuarta.-¿Qué podemos esperar en el Líbano?-Netanyahu aspira a que le obliguen, tanto a él como Hizbolá, a un alto el fuego. No hay rehenes israelíes en el Líbano y eso facilita mucho el fin de la guerra y por lo tanto llegará un momento, espero que pronto, en que se pueda llegar a un acuerdo de alto el fuego.-El elefante en la habitación es Irán. ¿Hasta qué punto quieren una guerra abierta con Israel? -No la quieren en absoluto. Creo que tanto Israel como Irán no quieren enfrentarse en una guerra. Un país con casi 100 millones de habitantes, pero pobre en tecnología, sin más que enseñar que sus misiles balísticos (que tampoco son los mejores del mundo) contra otro país pequeño y tecnológico, pero que realmente no tiene soldados para hacer nada en Irán, y mucho menos con dos naciones interpuestas. Sería una guerra absurda. Si no fuera dramático, una guerra de Gila. Hasta ahora es aceptable para ambos bandos, pero si escalas y llega a la población civil sería muy dañina para ambos contendientes, porque podría haber muchos muertos y podría afectar también a la economía del mundo. Nadie la quiere. -¿Es usted optimista con el futuro?-No tengo más remedio, tengo nietos. Pero, efectivamente, creo que en este momento las posibilidades de una guerra regional están ahí.-Por último, almirante. Hoy es 12 de octubre. Habrá muchos niños viendo el desfile. ¿Nuestros nietos vivirán en un mundo seguro?-Yo hubiera estado más convencido de esa respuesta hace tres años.
Fuente ABC