La Real Academia Sueca de Ciencias otorgó este lunes el Premio Nobel de Economía 2024 a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson por sus investigaciones sobre cómo se forman las instituciones y afectan a la prosperidad de las naciones.
Dado que el trabajo de estos economistas se centra en el impacto -ya sea negativo o positivo- de las instituciones en el desarrollo económico y la prosperidad de los distintos países, estos estudiaron en profundidad a las naciones emergentes o subdesarrolladas.
En particular, el británico James A. Robinson es especialista en América Latina y África Subsahariana y, en este sentido, visitó en distintas oportunidades la Argentina y conoce en profundidad a nuestro país.
Junto a Acemoglu, Robinson es coautor de uno de los libros más influyentes en el ámbito económico y bestseller a nivel global, “Por qué fracasan los países”, donde estos explayaron su teoría ganadora del Nobel.
En un segundo libro de ambos autores, “El pasillo estrecho”, incluso citan a la Argentina y su Estado como un caso de estudio: qué dijo en el pasado el Premio Nobel de Economía sobre nuestro país y qué cree que hace falta.
Qué dijo James A. Robinson sobre la Argentina
En una entrevista realizada en el año 2022 por el Diario Perfil al último ganador del Premio Nobel de Economía 2024 James A. Robinson, este se explayó sobre el rol del Estado, las instituciones y la política en la Argentina.
Robinson explica a la Argentina en base al concepto de “leviatán de papel” que presenta en su libro “El pasillo estrecho”, coescrito junto a Acemoglu, donde señala que, a pesar de tener la apariencia de un Estado moderno con burocracia, sistema judicial y programas sociales, nuestro país falla en su función principal de proveer bienes y servicios públicos.
Esta falla se debe a un enfoque clientelista y patrimonialista “profundamente arraigado en la historia del país”, que prioriza la distribución de favores y patrocinios a cambio de apoyo político. Este modelo se diferencia de otros tipos de “Leviatán” que Robinson describe:
- Leviatán despótico: en este modelo, ejemplificado por China, el Estado domina a la sociedad.
- Leviatán absoluto: Representado por países como Yemen, este modelo se caracteriza por la ausencia de un Estado funcional, donde la sociedad, a menudo armada, ejerce el poder.
- Leviatán encadenado: donde el Estado y la sociedad se equilibran
“Por qué fracasan los países”: el best seller que le dio fama a los ganadores del premio
Argentina, en cambio, no encaja en ninguna de estas categorías. Su Estado no es lo suficientemente fuerte como para dominar a la sociedad, pero tampoco es inexistente, señala su teoría.
Más bien, se trata de “un Estado débil conjugado con una sociedad débil” que se enfoca en el clientelismo en lugar de la provisión de bienes públicos, lo que lleva a una serie de problemas como distorsiones e inestabilidad económica o una gestión política ineficiente.
Las naciones “leviatanes de papel” se caracterizan por “un Estado muy malo para hacer cosas básicas en términos de proporcionar bienes públicos”.
“Lo fundamental que se supone que hace el Estado es proporcionar bienes y servicios públicos, seguridad social, aquello que los individuos por sí mismos no pueden proporcionarse. Es algo que se opone al Estado clientelar patrimonialista argentino”, explicó el economista.
Para ilustrar esto, se refirió al concepto de “ñoquis” que se utiliza en la Argentina para describir a empleados estatales que acceden a un puesto por contactos dentro de la gestión y luego no cumplen efectivamente con sus tareas.
“Son trabajos clientelares, una especie de trabajadores fantasmas. Es común en todo el mundo, pero no es lo que debería ser un Estado adecuado”, consideró en su momento Robinson en diálogo con Perfil.
Y continuó: “Es la manipulación política del Estado, algo en lo que son expertos los peronistas. Y en lo que todos son expertos en un lugar como Argentina. Esa es la lógica”.
Así, el Estado argentino se ve “contaminado” por la asignación de “favores” y la “distribución de patrocinios a cambio de apoyo político”, factores de la gestión política que “llevan a distorsiones en la economía” y afectan la eficacia del gobierno.
Pese a que se trata de un concepto preocupante, Robinson igualmente remarcó que hay una “buena noticia” para la Argentina, ya que “está en realidad mucho más cerca de donde debe que países como China o Vietnam, o lugares como Somalia o la República Centroafricana, o Yemen en Arabia”.
Según Robinson, este clientelismo en la Argentina se observa con fuerza desde el comienzo de los gobiernos de Juan Domingo Perón: “El clientelismo fue un factor persistente en el peronismo”.
Para contrastar, Robinson también se refirió a la designación por decreto de Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti a la Corte Suprema que el expresidente Mauricio Macri dispuso en 2015.
Según el hoy Nobel de Economía, aunque Macri era la representación del anti-peronismo en su momento, “jugó exactamente con la misma lógica de todos los demás”, lo que “demuestra la dificultad de construir instituciones diferentes en Argentina”.
“Es un símbolo que demuestra por qué no hubo mucho progreso institucional en la Argentina durante su gobierno, y los peronistas volvieron”, consideró el economista en su momento.
Finalmente, Robinson se refirió a la cultura del trabajo en el país y aseguró que, en su experiencia, los argentinos trabajan tan duro como las personas de otros países que ha estudiado. En cambio, cree que el entorno institucional y de incentivos es el principal obstáculo para el progreso económico del país.
Fuente El Cronista